La pesca con mosca tiene momentos buenos y malos. Tiene grandes ilusiones y sonoros fracasos. Tiene planes perfectos y días que se tuercen por completo.
Todos tenemos lugares que hemos conocido por las revistas, por vídeos o por referencias directas de otros que los han pescado. Uno de esos lugares para mí era el Ucero. No solamente por el río en sí mismo, sino por la ilusión de poder pescar algún día una eclosión de danicas.
Si no me traiciona la memoria creo que los ingleses aluden a esa época en la que las danicas eclosionan en sus famosos chalkstreams como "La semana de los tontos" o algo así, haciendo referencia a que cualquier incapaz podría capturar un buen número de peces en esas circunstancias.
No es que a mí me guste demasiado la pesca fácil, pero la ilusión de pescar una eclosión de danicas con imitaciones enormes montadas en anzuelos del 8, del 10 y del 12 me había llamado la atención desde siempre.
Así que por fin un año se dieron todos los condicionantes que me permitieron plantarme allá a mediados de junio, dispuesto a pescar truchas con las danicas revoloteando por el río.
Y el día se presentó propicio. Sin demasiado calor, nada de aire, nubes y claros y sin encontrarme a nadie en el río. Es la ventaja de poder ir de pesca de vez en cuando a mitad de semana, que aunque esté todo vendido la afluencia real no es comparable a la de los fines de semana. Así que después de tomar un pequeño almuerzo y preparar todos los bártulos que conforman el pack completo de pescador a mosca, saqué mi cajita especial para ese día que con tanto esmero había preparado.
Y bien digo esmero, porque había ahí moscas que se tardan en hacer diez o quince minutos, mucho más que las que hago habitualmente. Estaban la Mohican Mayfly de Oliver Edwards, la emergente y la danica en paracaídas de Morten Oeland, otros montajes de suecos y daneses, danicas en cuerpo extendido, danicas con falsos hackles y hackles con plumas blandas, cuerpos con mezclas de dubbing de todo tipo... Un poco de todo. Y sí, se veía alguna danica echando a volar aquí y allá, pero la actividad por el momento era nula, así que aunque el río tenía un poco más de vegetación de la que a mí me habría gustado, me dediqué a ir pescando al agua los canales que se formaban entre la vegetación a la espera de que algún pez se interesase por mi mosca y vigilando bien por el rabillo del ojo para tratar de detectar cualquier cebada.
Y sin ser nada excesivo, se seguían viendo danicas aquí y allá. Ante la falta de actividad de los peces me dediqué un rato a tratar de capturar alguna de ellas, hacerle alguna foto y observarla bien, ya que en mis zonas habituales de pesca puedes ver una o ninguna, y más bien se trata de ninguna normalmente.
El problema es que el único ser vivo que había allí haciendo caso a las danicas era yo. Ni una sola trucha se alimentó, al menos en superficie, de ninguna de las moscas que iban saliendo.
Así que probé un rato a ninfa, por si se daba el caso de que estuviesen comiendo pegadas al fondo. Y el resultado fue el mismo: nada de nada.
Después de tres o cuatro horas con resultados nulos y de haber probado todos los modelos diferentes de danica que llevaba en la caja con el mismo resultado, es decir, ninguno, terminé por recurrir a la mosca que siempre uso la primera vez que voy a un río que no he pescado nunca, una emergente con Fly-Rite 34, que me dió al fin un par de truchitas que sirvieron para librar el bolo, pero no para justificar la kilometrada y mucho menos para saciar mi ansia por pescar una eclosión de danicas.
Me imagino que algún día me tocará volver, pero lo cierto es que todo el tiempo pasado imaginando pescar una eclosión de danicas, y que luego resulte que a pesar de que la eclosión es casi abundante no haya ni un solo pez comiendo una dánica, hace que se quiten un poco las ganas. Porque si comiesen las naturales e ignorasen las mías, no tendría queja. Cuando uno es un incapaz lo mejor es asumirlo y tratar de seguir mejorando. Pero cuando ni siquiera se comen las naturales, ¿qué te queda por hacer?
Pues lo mismo. Tratar de mejorar y seguir intentándolo.