31 de diciembre de 2024
Este es el último artículo del año. Lo estoy escribiendo sin saber si habré podido cumplir con el reto de publicar un artículo al día durante cada día de 2024, pero haya conseguido cumplir el reto o no, este será el último. Y lo voy a aprovechar para insistir una vez más en que hay mucha gente que se ofende con demasiada facilidad, y eso se debe fundamentalmente a que no tienen ninguna capacidad de reírse de sí mismos, y yo esto siempre lo he considerado como una de las mejores virtudes que puede tener un ser humano. De hecho, me he ido dando cuenta a lo largo de mi vida de que los que han sido mis amigos de verdad, mi pareja y otras personas importantes, si por algo destacan, es por poseer una capacidad extrema de reírse de sí mismos. Y a lo largo de todos estos artículos, me he intentado reír de todas aquellas cosas que yo he ido haciendo a lo largo de mi vida como pescador. Por ejemplo, me he reído muchísimo del tema de la práctica del lanzado. Cuando tenía 18 o 19 años conocí a Alejandro Viñuales y tuve un relación cercana con él durante varios años. Luego la vida nos lleva por diferentes caminos y a diferentes lugares y el tiempo y la distancia cumplen su papel sin que en realidad haya habido nunca ningún problema entre nosotros. Seguro que hay personas con las que te ha sucedido eso. A mí en esto de la pesca me ha pasado con muchísimas personas. Yo sigo teniendo un respeto extremo por Alejandro cómo auténtico Leonardo da Vinci de la pesca con mosca. Sé que muchos juzgan a otros pescadores por su capacidad para sacar peces. Mira, para sacar muchos peces lo único que hay que hacer es ir mucho de pesca. Vete a pescar todos los días del año durante diez años y serás capaz de sacar muchos peces en cualquier lugar, circunstancia y ocasión. Eso está al alcance de cualquiera. Llegar a saber todo lo que sabe de pesca Alejandro, y yo hablo de lo que él ya sabía de pesca hace veinticinco años, está al alcance de muy pocas personas. Es el trabajo de toda una vida, y casi nadie está dispuesto a hacer semejante inversión en tiempo, estudio, razonamiento, práctica y demás. Y, por si fuera poco, es también de los que sabe reírse de sí mismo, ya que recuerdo perfectamente las carcajadas leyendo al Marqués de Hormigalada, que a menudo le lanzaba alguna que otra puya, o el cachondeo viendo a uno en un Youtube prehistórico presumir de que había inventado el Tongariro Roll Cast, que por otra parte es un lance inútil dado que se puede conseguir lo mismo complicándose la vida muchísimo menos. El caso es que además de aprender una cantidad de cosas relacionadas con la pesca con mosca gracias a Alejandro, me contagió su pasión por el lanzado y durante varios años yo también fui un pescador de amapolas, o margaritas, como tú prefieras, que se pasó varios inviernos practicando en un prado. Debo confesar que todo eso no me sirvió de nada a la larga, porque si algo exige la disciplina del lanzado es constancia. Constancia que yo solamente mantuve cuando vivía en el pueblo y tenía un prado delante de casa en el que poder practicar totalmente alejado de cualquier mirada curiosa o de cualquier comentario impertinente. En cuanto volví a la ciudad y había que practicar en medio de paseantes, perros y miradas curiosas, no volví más. Pero como sé lo que es practicar en seco, considero que puedo reírme de mí mismo porque llegué a pensar que el lanzado era la clave de todo, y no lo es. He sido mucho mejor pescador en épocas en las que no practicaba el lanzado que cuando lo practicaba. Si a día de hoy conservase la vista que tenía cuando tenía veinte años, sería un pescador mil veces mejor que lo que era cuando practicaba lanzado todo el invierno e iba de pesca, aunque fuese un par de horas, casi todos los días de la primavera y el verano. Aparte del lanzado, a lo largo de todos estos escritos no he dudado en hacer bromas y chanzas de todo tipo sobre aquellos que creen que la mosca es la clave de todo, sobre la dichosa Gutermannía y sobre todo lo relacionado con el montaje en general, que puedes ver mismamente en artículos como Momentos de pánico en la mesa de montaje o El montador concienzudo. Lo aclaro porque algún listo me escribió en su día para ver cuando hacía bromas con el montaje. Pues mira, he dedicado dos artículos enteros a hacer coñas con el montaje de pesca, aparte de comentarios sueltos, y no recuerdo haber escrito un artículo específico para reírnos de los gurús del lanzado. Tener buenas moscas es muy importante para pescar, pero hay muchísimas más buenas moscas de lo que muchos piensan y, desde luego, no vas a dejar de pescar por no tener el 273, el 431, el 404 o el que sea. También me he reído de la figura del guía de pesca, haciendo un artículo en el que me caricaturizaba a mi mismo cuando me tocó acompañar a un amigo en un tramo del que yo conozco cada piedra y que él nunca había pescado. Aparte de eso, debo decir que cuando no había un solo guía de pesca en Asturias, del modo en el que conocemos actualmente ese término, porque gancheros sí que había unos cuantos, me tocó guiar en el Sella y el Narcea a pescadores de Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Alemania y algunos países más, así que antes de hacerlo tuve que darme de alta en foros americanos y preguntar once mil cosas hasta hacerme a la idea de qué es lo que se consideraba allí un buen guía, para tratar de dar el mejor servicio posible. Y estamos hablando nuevamente de hace casi 25 años. Me he reído de los que agujerean el Vivarelli para que pese dos o tres gramos menos porque, aunque yo no tenga el Vivarelli y de hecho lo aborrezca, he llegado a comprar cinco silbatos diferentes para llevar en mi chest-pack el que menos pesaba de todos, igual que como frontal para el sereno utilizo el Petzl Bindi porque era el más ligero del mercado en la época en la que lo compré o porque como sacadera utilizo las de Hanak que pesan ciento y pocos gramos, en lugar de los trescientos o cuatrocientos gramos que pesa una cualquier otra sacadera. No hay nadie con mayor obsesión por ir al río ligero y minimalista que yo. Y no es de ahora. Tengo una foto en el Narcea en el año 2004 pescando solamente con una riñonera de dos litros de capacidad en la que llevaba una cajita de moscas muy pequeña, un bajo de repuesto, tres o cuatro bobinas de hilo, el flotabilizador, los fórceps, la linterna y poca cosa más. En cambio, hay una cosa de la que no me he reído nunca en este blog, y esa es la competición. Porque yo nunca he competido, de modo que ahí no podría estar riéndome de mí mismo, así que si no me puedo reír de mi mismo, procuro no reírme de los demás. Pensé alguna vez en apuntarme a alguno de esos Open solo para tener ya la excusa de que al menos una vez he competido y así poder hacer comedia también con la competición, que daría para muchas risas. Luego vi que te cobran 150 o 200 euros por apuntarte y ahí entendí que las risas quedan solo para los organizadores que se llevan la pasta. Pero es que incluso aunque lo hubiese hecho, lo de reírme de la competición, digo, nunca dejarían de espantarme todos esos señores de ceño fruncido, moral intachable y ofensa fácil que saltan a las primeras de cambio tomándoselo todo como si uno que escribe en una web hubiese escrito lo que ha escrito inspirándose directamente en ellos. No sería capaz de decir si son más bobos o más egocéntricos. De verdad, que envidia siento por no tener esa capacidad de tomárselo todo como si el mundo girase únicamente alrededor suyo. Me han dicho más de una vez: "la pesca con mosca es la cosa más importante de las cosas que no son importantes". Y yo esto lo llevo a rajatabla. Y es el motivo por el que no tolero en absoluto a todos esos señores de ceño fruncido de los que hablaba un poco más arriba. Algunos se consideran influencers porque tienen unos pocos miles de seguidores en las redes sociales, otros se consideran unos fenómenos porque tienen cuatro o cinco medallitas que ponerse en el pecho, otros se creen lo más porque tienen una especie de club privado en el que entre ellos mismos se dan títulos de instructores de lanzado, otros se han creído alguien porque consideraron que estaban en posición de ponerse a sí mismos por encima de los demás siendo jurados en algún concurso de montaje de moscas o en una absurda entrega de premios, otros creen que solo ellos pescan porque tienen los hilos que nadie más tiene... En fin, lo que todos conocemos. Pero de lo que no se dan cuenta es de que más allá de la familia y de sus amigos, en realidad no le importan a nadie. Si su cuenta en redes sociales fuese borrada, en unas pocas semanas ya nadie se acordaría de ellos. Si cualquier problema de salud o lo que fuese les alejase del mundo de la pesca, más de lo mismo. Hay que saber reírse de uno mismo y hay que ser consciente de que en este mundo de mierda que va a toda mecha y en el que muere gente que vale menos que la bala que los mata, si hay algo que son fuegos de artificio y un sendero inútil hacia ninguna fama y ninguna gloria, ese es el mundo de internet en general, y de las redes sociales en particular. Este es el último artículo que publico en la web y mi idea ahora es tomarme un descanso absoluto de todo lo virtual, así que más allá de mi familia y mis amigos, lo más seguro es que en unas cuantas semanas a nadie le importará ya lo que yo esté haciendo. Y está bien que sea así. Así es como tiene que ser.