De pequeño escuché unas cuantas veces decir que el Navia podría haber sido el mejor río salmonero de Europa. Alguno incluso decía que lo fue.
Claro, esto se lo escuchaba decir a personas que ya tenían 80 años hace décadas, y seguramente ellos lo habrían escuchado de sus mayores, porque el embalse de Doiras se construyó en los años 30 y el de Grandas en los años 50, si no me equivoco. Y el que definitivamente mató el río como río salmonero fue el de Arbón, que quedó operativo a finales de los años 60 o principios de los 70.
Y digo que mató el río desde el punto de vista del salmón, porque truchas, cuando yo lo pescaba, tenía muchas. Y en algunos sitios muy gordas. Entre el embalse de Doiras y el de Grandas saqué una de las mayores truchas que he pescado, si no la mayor. A spinning, eso sí, que no tiene en esa zona unas orillas muy agradecidas para pescarlo a mosca, y yo soy de esos pescadores que no están aferrados a una única técnica de pesca, sino de aquellos que utilizan la técnica que mejor se adapta al escenario.
Y hoy quería hablar del coto que había por debajo de la presa de Arbón.
Lo primero de todo: no vayáis a pescar ahí. No hay ningún otro lugar de pesca en España que yo conozca en el que te juegues tanto la vida como ahí. Estás a los pies de la presa, que no avisa cuando empieza a soltar agua a lo loco y el cambio de nivel a veces era de tres o cuatro metros.
Yo creo que fui tres veces y en ninguna de esas veces me alejé más de 30 metros del punto por el que entraba y por el que tenía que salir en caso de que abriesen la presa. Nunca la abrieron estando de pesca allí, pero si me pasó una vez de llegar y no poder pescar porque estaban echando agua, y ya digo que la diferencia era de unos tres metros de agua o más. Por no hablar de la fuerza que llevaba.
Los que lo cogían para pescar salmón, lo pescaban desde fuera del río por su margen derecha, pero si lo que querías era ir a pescar truchas y reos a mosca lo más conveniente era acceder por un camino empinadísimo que bajaba hasta la orilla del río por la margen izquierda. Si tenías un todoterreno podías bajar con él hasta el río y aparcar allí mismo, pero si tenías un Ibiza te tocaba aparcar en la carretera y bajar andando, que no era para tanto, pero la subida al terminar era demoledora.
El caso es que uno de esos pocos días en los que pesqué allí pude asistir al momento de mayor actividad frenética que he visto nunca en ningún río que haya pescado. Fue asomar al río y ver un mar de cebas absoluto por todas partes. Una cosa de locos.
Solo pescando las dos tablas que estaban justo por debajo y justo por encima del punto de entrada, y solo pegado a la margen izquierda, sin alejarme de la orilla más de diez metros, era sacar un pez tras otro, y algunos de buen tamaño.
Pero sabiendo en lo que se podía convertir aquello si la presa empezaba a soltar agua fue imposible disfrutar de una sola de las capturas y ahí fue cuando decidí que hay lugares a los que no merece la pena ir a pescar, porque si tienes que estar cien por cien alerta para no estar en peligro, creo que no hay un solo pez en el mundo que merezca eso. El Trubia es otro río al que dejé de ir a pescar hace un millón de años porque en muchos sitios era un canal que si había desembalse se convertía en una ratonera de la que no ibas a poder salir.
Así que viendo lo que vi aquel día en el Navia, y sabiendo lo que sabía porque se lo había oído contar a mis mayores, algunos de la generación de mi abuelo o de mi bisabuelo, no soy capaz de imaginar lo que pudo haber sido ese río antes de que lo jodiesen a base de embalses. Me imagino que será una sensación parecida a la que sienten los que pescaron en Riaño antes de que construyesen el embalse. Solo que en el Navia también había salmones y reos.
Ya vamos tarde para todo, porque yo el salmón en España lo doy ya por extinguido hace años, pero durante cierto tiempo una de las cosas que más deseaba en relación con la pesca fue que hiciesen algo en el Navia para que volviese a ser una centésima parte de lo que fue. Por mucho que hiciesen ahora ya no valdría de nada seguramente, pero no por ello quiero dejar pasar la ocasión para hacer la reclamación más justa en relación con la pesca y el medio ambiente de todas las que he conocido:
¡Arbón Demolición!