Seguro que todos los que me conocen, en cuanto han visto el título de este artículo, han pensando que hoy la cosa iría de reos.
Siento decepcionaros.
No recuerdo en qué año fue esto, pero sí sé que fue el año que abrieron como libre sin muerte el tramo del río Narcea que atraviesa Cangas de Narcea. Yo no había pescado nunca ese tramo. Ni siquiera recuerdo ahora mismo si antes de ser libre sin muerte estaba abierto a la pesca o estaba vedado.
Sí sé que la primera semana de aquella temporada nos fuimos para allá a conocerlo otro amigo y yo.
Además era la época en la que yo era un tarado absoluto de la pesca con mosca y el montaje de moscas. Salía a pescar como mínimo cuatro días por semana y nunca era suficiente. Y durante el invierno pasaba un poco lo mismo, me dedicaba a hacer miles de moscas para llenar las diez o doce cajas que llevaba encima en cada salida de pesca y las probaba todas. Claro, probaba una o dos de cada modelo, así que a final de año tenía cientos de moscas que no habían salido de la caja.
Aquel invierno lo había pasado haciendo muchas moscas para técnicas de pesca que no dominaba o a las que nunca les había hecho mucho caso. Y una de esas técnicas era la pesca con mosca ahogada. No a nuestra manera, sino a la manera de los ingleses. Lo del down and across, las spiders, las North Country Flies y todos esos rollos.
Empezamos a pescar en un pozo que había bajo un puente, más bien hacia la parte de abajo, y ahí empezamos pescando a seca. Esto ya nos vino bien porque otra de las cosas que había estado probando ese invierno era a hacer un montón de moscas con rayones de Marruecos, que había recibido un buen alijo tiempo antes y nunca les había prestado la atención que merecían, así que al amigo que iba conmigo le había dado unas efémeras hechas con el 4122 de Zirayón y yo estaba probando otras hechas con un rayón marroquí que prácticamente era clavado al 4122 verdoso, para ver si había diferencia entre ellas. Y no, no la había, porque íbamos alternándonos y más o menos íbamos sacando los mismos peces.
Una vez comprobado eso le dejé a él en ese tramo pescando a seca y yo me fui unos pocos cientos de metros aguas arriba, para probar lo del down and across, que viene a ser lanzar en diagonal aguas abajo, y dejar que la corriente vaya moviendo las moscas hacia la postura donde suponemos que deberían estar los peces. Eso con una, dos o tres moscas ahogadas, según el gusto de cada uno o las necesidades del tramo. Como de aquella no tenía ni idea, pues decidí poner dos moscas, que parece que cuando te quedas en el medio estás haciendo las cosas bien, aunque no siempre sea así.
Para los que conozcáis Cangas del Narcea, me puse donde se junta el Narcea con el Naviego, en la orilla contraria a la del Naviego, para ir pescando aguas abajo todas esas corrientes que hay allí.
No tengo ni idea de qué configuración de bajo puse, ni de la caña, carrete o línea que estaba utilizando ni de nada, pero de lo que no me olvidaré nunca es de las moscas que elegí atar al terminal, porque tanto una como la otra me dieron varios peces pescando con ahogadas aguas abajo en ese tramo de corrientes. Una era una Wickham's Fancy y la otra una Stewart's Black Spider. Las dos moscas me dieron varias capturas, aunque también es cierto que varias de esas truchas de me soltaron antes de llevarlas a la mano. Pero aunque se me soltasen, el hecho de ver que pescando así se conseguían capturas fue como si se me iluminase una bombilla.
Para ver si era cosa de las moscas en concreto o si era la novedad del sistema, probé una Soldier Palmer en lugar de la Wickham's y los resultados seguían siendo buenos. Y luego sustituí la Black Spider por una Black Zulú y más de lo mismo. No era un espectáculo de esos de sacar un pez detrás de otro, pero sí que se iban sucediendo picadas aquí y allá. De esto tampoco me acordaba, pero como de aquella llevaba diarios de cada salida de pesca, el número de capturas con cada mosca y esas cosas, pues he mirado en la libreta. De paso he visto el año, pero como es de esas cosas que de repente nos hace sentirnos viejos, esa parte vamos a dejarla estar.
Yo siempre había oído y había leído que pescar con ahogadas así en nuestros ríos en España no daba demasiado buen resultado, y empecé a pensar que o bien no se había intentado lo suficiente o bien todos se equivocaban.
Esto pasa a menudo cuando de repente a tí te funciona algo que a la mayoría no le ha funcionado. Y nos creemos más listos que nadie como si hubiésemos inventado la rueda. Pero la rueda ya está inventada, y ahora, viendo aquella jornada con el tiempo y transcurridos muchos años, achaco más el éxito de aquel día pescando con ese tipo de ahogadas al hecho de que fuese uno de los primeros días de la temporada, que coincidió con un momento de actividad alto de truchas que apenas habían tenido presión de pesca y que la suerte también debió tener algo que ver.
Y no digo que las ahogadas no pesquen en nuestros ríos si tratamos de poner en práctica esta técnica tan de las Islas Británicas. Sucede lo mismo que con cualquier otra técnica, y tiene sus momentos.
A lo largo de todos estos años no he dejado nunca de llevar una docena o dos de moscas ahogadas en la caja. A veces para pescar así, y otras veces para usarlas combinadas con alguna ninfa o alguna seca. Lo que sí es cierto es que salvo la Black Spider y la Partridge and Orange, abandoné hace tiempo todos esos montajes clásicos ingleses, galeses, irlandeses o de donde fuesen originalmente, para utilizar otro tipo de moscas ahogadas, generalmente en montajes tipo soft hackle con cuerpos peludos de foca, liebre, topo o similar y hackles de plumas blandas como gallina, becada, urogallo o estornino.
Con una o dos docenas de estas moscas tengo de sobra para todo el año y se hacen en una hora o dos, así que para el esfuerzo que requieren y el resultado que pueden llegar a dar, no está de más que tengan reservado un lugar en la caja.