Muchas de las cosas que he ido contando en el blog hacían referencia a opiniones que yo mismo tenía en su momento, a fallos que cometía en su día y a diferentes enfoques que a día de hoy me parecen absurdos.
Seguramente hay muchos errores que sigo cometiendo y sigo teniendo opiniones y manteniendo enfoques igual o más absurdos que antes, por lo que nunca descarto que a corto, medio o largo plazo sea yo mismo el que más en desacuerdo esté con cualquier cosa que haya dicho.
De algunos soy consciente. Y de otros no. Hay uno del que creo que soy consciente y que seguramente ya nunca seré capaz de corregir: no cualquier pez vale lo mismo para mí.
Y he pescado dos o tres docenas de especies diferentes de peces, si no más, tanto de agua dulce como de agua salada. Pero, por poner un ejemplo, una carpa no me entusiasma ni de lejos como un reo.
No sé si de manera consciente o inconsciente asigno a los peces un valor en función de lo que suponen para mí.
No soy el único. El Giant Trevally, el famoso GT, es uno de los peces soñados a lo largo y ancho del mundo, y no se hace ni la décima parte de caso al Jack Crevalle que, al final, es un pez similar al anterior. Sí, el tamaño medio será más pequeño y a lo mejor no es la misma máquina de destrozar equipos que los GT, pero debes haber tenido que pescar muchos GT's para que el Jack Crevalle te parezca una mierda. Es lo de siempre, unos ganan la fama y otros cardan la lana. O algo así era.
Sucede lo mismo con el macabí, o bonefish. Pez con el que muchos tienen sueños húmedos a menudo y que yo no veo tan diferente de pescar muiles o barbos. Nunca pagaría miles de euros por ir a pescar bonefish. Un barbo de buen tamaño con una caña del 5 o del 6 te va a poner en los mismos apuros que un bonefish con una caña del 8 o del 9. No te va a sacar tanta línea porque en eso los peces de agua salada no tienen igual.
En cambio por ir a pescar permit pagaría lo que fuera si lo tuviera. Como no lo tengo pues tampoco me quita el sueño, la verdad.
Para algunos no hay nada como el salmón. Y otros, aun habiéndolo tenido toda la vida a la puerta de casa, no le hemos hecho nunca ni puto caso y con lo que hemos estado envenenados ha sido con el reo.
Para muchos la lubina siempre ha sido la reina del Cantábrico cuando hablamos de pescar desde costa. Yo desde que pesqué el primer dentón las lubinas de tamaño normal parecen un chiste.
Ya veremos dentro de veinte años qué especies hay por el Cantábrico, que igual tenemos por aquí vete tú a saber qué.
Pescar dorados en Bolivia en ríos de tamaño mediano y pequeño tiene que ser un éxtasis, pero a mí como soy raro lo que me gustaría es ir a pescar el pacú.
El arapaima, el siluro o los grandes tarpones me atraen cero. Una vez pescando barbos clavé con la caña de línea 7 una carpa grandecita y tardé algo más de media hora en llevarla a la orilla. Un aburrimiento tener la carpa al otro lado dando chepazos y cabezazos todo ese tiempo. No me quiero imaginar lo que pueda ser uno de esos peces que te pueden tener media mañana para conseguir sacarlos a mosca. Aparte creo que no tengo la espalda para esas fiestas.
Al final, todo pez tiene su reputación y a cada pescador le atraen unas cosas u otras. Y no pasa nada porque sea así.
A algunos les atraen los peces raros que casi nadie ha pescado, otros buscan el tamaño por encima de todo, otros buscan el mayor número de capturas, otros buscamos peces lo más desconfiados que sea posible para que cada captura nos dé cierta satisfacción, otros buscan la dificultad en el lance...
Y hay muchos que por haberse especializado en una cosa u otra de la lista se creen más o mejor, o más y mejor, que otros pescadores. Y, bueno, ¿qué quieres que te diga? Al final lo que les preocupa es su propia reputación. Y todo se reduce a eso.
Cada uno es libre de hacer y pensar lo que le parezca, claro está.