Seguro que has oído o leído esta frase alguna vez:
"Compra una caña para empezar y úsala hasta que el mango se ponga negro. Cuando esté negro, compra otra".
Bueno, lo primero. Los dedos pasan por toda la mierda que tengas al alcance de la mano y el corcho es un material poroso, así que dejar que se te ponga negro el mango de la caña seguramente sea la cosa más antihigiénica que puedas hacer si hablamos del equipo para pescar a mosca.
El corcho si se cuida bien y se limpia es un material que aguanta la de Dios, además es biodegradable y, como seguramente ya sabrás, se puede recolectar de los alcornoques sin que el árbol sufra daño alguno y el alcornoque es un árbol fundamental para la buena salud del bosque mediterráneo, como la encina.
Digo esto también porque cada vez están más de moda los mangos para cañas de mosca que provienen de algún derivado del petróleo, y si presumimos de pescadores conservacionistas, deberíamos ser conservacionistas para todo.
No sé, digo yo.
Pero al margen de eso, la idea esa de que hay que estar condenado a usar la misma caña hasta que seas un lanzador y un pescador del copón me parece la idea más trasnochada de todas las ocurrencias disparatadas que ha dado esta afición nuestra.
Como siempre voy a recurrir a un ejemplo de esos que me gustan a mí relacionado con el mundo de la guitarra.
¿Sabes cuándo mejoran mucho las personas que tocan la guitarra? Cuando se compran una guitarra nueva.
No tiene porqué ser más cara o mejor que la que ya tenían. Ni siquiera tiene que ser nueva de tienda. Vale lo mismo si hablamos de una de segunda mano. Lo que importa es que sea un instrumento nuevo para el que lo usa.
Y esto es importante porque cuando uno se compra una guitarra nueva a lo mejor tiene una configuración diferente de las pastillas. O el mástil más grueso. O más fino. O le gusta más la forma. O el color. O le resulta más cómoda. O suena diferente.
Lo mismo da.
Incluso aunque no se diese ninguna de esas circunstancias, uno mejora mucho en las primeras semanas o meses después de comprarse un instrumento que no tenía antes porque le sirve de motivación para ensayar más tiempo, o con más ganas o lo que sea.
Y con las cañas pasa lo mismo.
Porque cuando te compras una caña nueva, aunque sea de segunda mano, que sea nueva para tí, lo que más tienes son ganas de usarla. Y si tienes más ganas de usarla seguramente irás más de pesca. Y si vas más de pesca, vas a pescar mejor.
Así que si te encuentras con algún carcamal que te venga con el rollo ese de que sigas usando la misma caña hasta que se le ponga el mango negro, dile primero que igual es un poco guarro y después que se puede ir olvidando. Que lo que quieres es probar cuantas más cañas mejor. Algunas porque tienen una acción diferente, otras porque sean para especies que antes no pescabas, otras porque son de una medida nueva para tí, otras porque son de una marca que no habías usado antes...
Por lo que sea.
Pero no te castigues a usar siempre la misma caña, y si tienes la opción de probar cosas diferentes, hazlo.
Se abrirán ante tí nuevos retos, nuevas cosas por descubrir y te ayudará a ir al río con más ganas. Y todo eso, hará que al final seas mejor pescador.
El mango negro lo mejor que te puede traer es una diarrea si te llevas al río algo para picar y pasas la mano del mango negro a la comida y luego a la boca. Y una diarrea en casa se lleva medio bien. Pero una diarrea en el río con al vadeador puesto... Tú mismo.