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Cañas rápidas, lentas y fijas discontinuas.

30 de septiembre de 2024
Hoy voy a meterme en un berenjenal y tratar de poner un poco en orden en ese sindiós que es el tema de la acción de las cañas.

Y para intentar que sea lo más sencillo que sea posible voy a hacer una analogía con las cañas de spinning, puesto que creo que es el ejemplo más sencillo para que se entienda, sin meternos en el AA o Action Angle, el CCS ni ninguna cosa de esas que suena muy profesional, pero a ti y a mí no nos sirve para nada.

Si tú coges cualquier caña de spinning, o al menos así es con las de los fabricantes japoneses que son las que yo uso, verás que indican una serie de datos.

Por un lado tenemos el casting weight o potencia de lanzado, que es el rango de peso en el que se debe encontrar el señuelo para que la caña funcione como debe a la hora de lanzar y no haya riesgo de rotura.

Esto en una caña de mosca sería lo equivalente a la línea para la que está indicada, que luego esto se lo saltan muchas veces los propios fabricantes de cañas de mosca si hacemos caso del CCS, pero en esto ya digo que prefiero no entrar.

Volviendo a las cañas de spinning, muchas de ellas lo indican en el propio blank y otras en la documentación que acompaña a la caña, y estoy hablando de la acción.

La acción podría ser fast, regular, regular-fast, etc.

Y he cogido las cañas japonesas porque muchos fabricantes americanos utilizan términos como medium, medium-heavy, medium-light que van asociados al peso del señuelo, pero que podrían llevar a confusión, como por ejemplo el término "medium", que lo mismo podría hacer referencia al peso del señuelo o al punto por el que la caña flexa.

Porque eso es la acción. Dicho muy a lo bruto, lo sé, pero se trata de que nos entendamos tú y yo, no de que se quede contento algún físico aficionado que pueda leer esto.

Así que una caña de acción fast sería aquella en la que flexa menos del último cuarto de la longitud de la caña, una caña de acción regular-fast flexaría el último tercio y así sucesivamente hasta llegar a cañas de acción slow, lenta, parabólica o como las quieras llamar en las que flexaría toda la caña.

Hasta aquí fácil, ¿verdad?

El problema empieza a hacerse importante cuando empiezan a aparecer cañas de acciones progresivas.

Durante mucho tiempo los fabricantes de cañas de mosca de fibra de carbono se dedicaron a fabricar cañas para lanzar. No para pescar. Para lanzar. Había excepciones pero la mayoría era lo que hacían: cañas para lanzar.

No es nada criticable porque incluso hoy queda por ahí algún dinosaurio que sigue pensando que lanzar y pescar es la misma cosa, cuando no tiene nada que ver.

Para ellos me imagino que la caña más adecuada será aquella que permite una mayor velocidad de línea, alcanzar mayores distancias de lance, que requiera el menor esfuerzo posible para obtener el mayor rendimiento y todas esas cosas.

Para mí una caña es mejor cuantos menos peces me hace perder, tanto por roturas del terminal como porque se suelte el pez, y si de paso tiene la reserva de potencia necesaria para que ninguna pelea se alargue, entonces ya es perfecta.

Y aquí aparece otro de esos términos que a veces pueden resultar un poco abstractos: reserva de potencia.

Ya sabes que yo lo digo todo a lo bruto sin tecnicismos y sin polladas. Como he trabajado como copy mucho tiempo y una de las máximas es que todo lo que se escriba lo entienda a la perfección un niño de doce años, pues intento ceñirme a ello siempre que sea posible, de modo que reserva de potencia es la capacidad que tiene una caña para ir un poco más allá de lo que la potencia marcada por el fabricante podría hacer pensar.

Y hablo de pescar, no de lanzar.

Así que básicamente se trata de que si tú estás con una caña de 10'6" para línea 2 pescando tan feliz tus truchitas de 20 centímetros que hacen que apenas se doblen los primeros treinta centímetros de la caña, en el caso de que te entre una trucha de 40 centímetros empezará a trabajar la zona media de la caña para que puedas pelear ese pez también sin problema y si te entrase una trucha de 60 centímetros la caña ya se pondría a trabajar en toda la longitud del blank y también podrías hacer frente a ese pez con esa misma caña.

Ojo, que esto es la teoría y no todas las cañas que dicen que cumplen con esto, lo cumplen.

Pero con esto tiene también que ver eso que nos ha pasado a muchos, especialmente con las modernas cañas para pescar a ninfa, que a veces parece que da más guerra un pez de 25 centímetros que uno de 40. Es que a lo mejor el de 25 no hace necesaria la reserva de potencia y estaría trabajando solo el tramo de punta y así da la sensación de que tira mucho más de lo que tira, mientras que el de 40 ya hace que trabaje la reserva de potencia de la caña y te da la sensación de que te ha dado mucha menos guerra.

Y el tema de las cañas progresivas va también un poco en esta misma línea. Una caña progresiva sería aquella que va adecuando la manera en la que trabaja en función de la exigencia a la que sea sometida.

He puesto el ejemplo de pelear un pez hace un momento, pero también podríamos poner el ejemplo manejando una línea. En una caña progresiva para lanzar tres metros de línea trabajaría fundamentalmente la parte del blank más cercana a la punta de la caña, para seis metros de línea trabajaría una parte un poco mayor, para doce metros de línea un poco más, etc.

De todas maneras, el tema fundamental de todo esto en lo que se refiere a las cañas de mosca es que se sigue utilizando un sistema que está absolutamente caducado, como es el estándar AFTM.

Y está caducado porque ni los fabricantes de cañas ni los fabricantes de líneas se ciñen a los parámetros establecidos en ese sistema, de modo que toda la información que nos dan, o la mayor parte, es completamente inútil.

Con las cañas es un poco más complejo de comprobar, pero con las líneas es sencillísimo. Te coges una tablita de esas donde aparece el rango de pesos para cada numeración de línea, sacas los nueve primeros metros de cualquier línea y los pesas, y con la tablita al lado compruebas si esa línea que dice ser una 4, es verdaderamente una 4. Te vas a encontrar líneas que dice el fabricante que son una 4, pero que en realidad son una 5, o una 4'5 o cualquier otra cosa que no es lo que pone en la cajita.

Hace un montón de años le pregunté a un diseñador de cañas de mosca que por qué seguían empeñados con el sistema AFTM y no cambiaban para indicar el peso de lanzado adecuado para cada caña como se hacía en las cañas de spinning.

Me soltó un rollo macabeo sobre masa, velocidad, aceleración y su puta madre que me interesó cero, pero del que pude más o menos discernir que básicamente el peso que hay que manejar al lanzar se ve alterado en función de distintas variables (velocidad de la linea, cantidad de línea que se está manejando...) y que eso era imposible.

Me quedé pensando que no me había convencido en absoluto con todo ese rollo físico mecánico, porque el lanzado con una caña de spinning también presenta diferentes variables y ellos indican el peso de lance adecuado, no han recurrido a ningún estándar. Incluso los americanos tienen claro que una medium es para 3-21 gramos, una medium-heavy para 7-28 y así. Bueno, no sé si son esas cantidades exactas, que de memoria me lo sé en onzas y no me sé de memoria la equivalencia onzas a gramos.

El caso es que como te decía, me quedé pensando que no me había convencido en absoluto y pocos años después de aquella conversación hubo marcas que empezaron a sacar cañas de mosca indicando el peso adecuado en grains o en gramos en la propia inscripción del blank de la caña.

Esto a los consumidores nos haría la vida mucho más sencilla, pero a los fabricantes les complicaría la cosa bastante porque tendrían que dejar de inventar lo que les parezca amparados en el sistema AFTM.

Sí, sí, ya sé que no inventan, o eso dicen, pero si yo cojo una caña para línea 5, hago en casa todo el montaje para hacer la prueba del CCS y me sale que es una caña para línea 7,84, que sería casi una 8 y me ha pasado esto tal cual con una caña, pues no es descabellado que me pueda sentir un poco timado.

De todos modos también te vas a encontrar con muchos que opinan que lo del CCS no sirve para nada y que no sé qué y no sé cuánto.

Vamos a ver... Vivimos en un jodido mundo actualmente gobernado por las matemáticas. ¿De verdad no son capaces de fabricar los fabricantes de cañas y líneas con toda la tecnología que existe hoy cañas y líneas que se emparejen correctamente entre sí?

¿Por qué tengo yo, cada vez que compro una caña, que probarla con tres o cuatro líneas diferentes para ver con cual de ellas funciona mejor en situaciones reales de pesca?

Igual es que lo que les interesa a algunos es venderte la caña de 900€ y que luego te tengas que comprar tres o cuatro líneas de las de 100€ hasta que des con una con la que estés cómodo en tus escenarios habituales de pesca.

Al final es verdad que gobiernan todo las matemáticas, pero las matemáticas que les convienen. Es decir, las de "si le vendo la caña de 900 y luego se compra 4 líneas de 100, estoy facturando 1300 en lugar de 900".

Y ya para terminar, que no sé cuanto habré escrito pero me da la sensación de que llevo con este texto media vida, no me quiero ir sin hacerle un poquito de caso al último hit: las punteras sólidas.

O híbridas, o macizas o como las quieras llamar. 

A ver, para los que pescamos a otras modalidades esto ya es bastante viejo. En mi caso creo que tuve la primera caña de spinning con puntera sólida como en 2007 o por ahí. Comprada en Plat directamente a Japón porque eso tenía que ser lo mejor del mundo mundial. 

Pero es que aparte de eso yo creo que tengo recuerdo desde niño de escuchar en la tienda de pesca hablar de preparar cañas con pelo de ballena para el chipirón y algunos incluso querían así las cañas para pescar a punta de vara con mosca seca. A lo mejor me falla la memoria porque hace unas cuantas décadas de eso, pero es que me suena lo del pelo de ballena desde niño para cañas de algunas modalidades. 

Lo digo porque parece que han descubierto la pólvora empezando a usar punteras de ese tipo en cañas de mosca y ya se conocen sus pros y sus contras desde hace la tira de tiempo. 

Para que no se suelten los peces es lo mejor que hay, eso sin duda. Pero no porque se usen en las cañas de mosca. Esto se nota muchísimo más pescando txipis con una caña de ese tipo frente a otra de puntera normal. De hecho lo que me extraña es que haya tardado tanto en aplicarse en cañas para pescar a ninfa, ya que es una combinación ideal. 

Ahora lo que me queda por entender es el precio al que venden algunas cañas de mosca con puntera maciza, cuando se venden punteras macizas de carbono por 5 o 10€. 

Pero bueno, si me has leído de vez en cuando ya sabrás que yo siempre me estoy preguntando cosas que no termino de entender muy bien, y que tampoco se me puede hacer mucho caso. 


30 de diciembre de 2024
Ahora nada. Queda un artículo por publicar, el de mañana, día 31 de diciembre, y como vengo diciendo todo el año, yo el día 31 de diciembre caduco. En principio no voy a eliminar la página web. Lo digo porque me han preguntado muchas veces por el tema de guardar algún artículo en Word o cosas de esas. No hace falta. Y si en algún momento fuese a hacerlo, yo mismo me encargaría de montar en PDF los 365 artículos de este año más los que estaban publicados anteriormente, que hacen un total de 450 o así, y dejarlo unos meses colgado para que todo el que quiera lo pueda descargar gratuitamente. Pero ya digo que por ahora eso no forma parte del plan. Mientras la empresa que me proporciona el alojamiento web y todo lo demás no me suba excesivamente el precio, la web se quedará ahí. Podría decir que tengo un montón de ideas para 2025, que las tengo, y que voy a hacer esto y lo otro y no sé qué más, pero la verdad es que a día de hoy no tengo pensado hacer nada más relacionado con la pesca con mosca. La pesca con mosca en sí misma no es ahora mismo una de mis prioridades. Mi prioridad en la pesca para los próximos años será recuperar dos cosas que tengo estos últimos años algo abandonadas. La primera de ella es la pesca en agua salada, principalmente el rockfishing y el ajing que son las dos modalidades que más me gustan, y en agua dulce quiero también recuperar el tipo de pesca que me hizo pescador, que no tiene tanto que ver con la modalidad o la técnica en sí misma, sino con los escenarios. Lo que más me apetece es volver a pescar ríos pequeños de media y alta montaña y pescarlos tanto a mosca, con cañas de 7' o 7'6" para líneas 2 o 3, como con equipos de lance ultraligero, cañas de 4'8" a 6'0" con acciones de entre 0.5 y 5.0 gramos más o menos y pequeños minnows, vinilos y cucharillas del 00, 0 o 1. De hecho uno de los planes que tenía en la cabeza era dedicar todo mi empeño a poner de moda este tipo de pesca en ese tipo de escenarios, porque pocas cosas hay más divertidas que tener clavada una trucha de 30 centímetros con una caña de 7' línea 2 o de 5'2' y acción 0.5 a 3.5 gramos. Pero esto de momento queda pospuesto porque en 2025 creo que me voy a dedicar únicamente a pescar. Lo que no voy a abandonar es el montaje de moscas, claro, ya que pienso seguir haciendo colecciones para quien quiera cambiarme algún material de pesca con mosca por moscas hechas por mí o seguir cogiendo algún pedido de vez en cuando, siempre que tenga tiempo para atenderlos. También quería grabar un vídeo del montaje de una mosca cada semana para publicarlo en YouTube, pero esto ya sin ningún compromiso ni obligación. Cuando me vaya apeteciendo lo iré haciendo y si alguna semana no tengo tiempo o ganas lo dejaré para la siguiente o para cuando sea. Y el tercero de los planes es el más complejo, el que más me gustaría llevar a cabo y el que quizás no sea capaz de hacer en todo 2025 ni aunque le dedique una hora al día. Sería tiempo más que suficiente si le dedico una hora al día, eso en el caso de que dominase el campo sobre el que voy a trabajar, pero como mis conocimientos en programación con Python y SQL son limitados, incluso dedicando todo ese montón de horas no estoy seguro de que fuese tiempo suficiente. Pero bueno, lo cuento ya, que así a lo mejor aparece alguien que sepa más que yo y que le apetezca colaborar. Eso sí, como dice un youtuber argentino al que sigo, "aquí plata no hay". No me faltaba otra cosa que trabajar yo por amor al arte y luego tener que pagar a otros. Eso no entra en ninguno de mis planes. Lo que me gustaría hacer es lo siguiente: como he dicho un millón de veces, el único conocimiento valioso que poseo en relación con la pesca a mosca es la inmensa cantidad de información que he ido acumulando durante décadas respecto a las moscas que funcionan en diferentes ríos, zonas, países, etc. Con toda esa información me gustaría crear una base de datos interactiva en la que cualquier pescador pudiese meter el nombre de un río y automáticamente pudiera obtener una recomendación con los tres modelos de moscas secas y los tres modelos de ninfas que debería utilizar allí, su ficha de montaje detallada y la mejor manera de utilizarla, según la época del año. Me gustaría añadir esta funcionalidad a mi propia web, pero no sé si sería más sencillo hacerlo como una aplicación para el móvil o como un programa que cada uno pudiese utilizar en su ordenador. Hasta el momento solo estoy "pasando a limpio" una ingente cantidad de apuntes que tengo en Excel, en libretas escritas a mano o en conversaciones privadas a través de WhatsApp. Porque en principio, en esta base de datos interactiva, estarían únicamente moscas que más o menos conoce todo el mundo. O mejor dicho, no estarían moscas que son secretas y que yo conozco únicamente porque el inventor del patrón me pide que se la haga. Cualquier mosca que conozcan ya quince o veinte pescadores podría estar, aparte de las que conoce todo el mundo, pero no estarían en ningún caso las moscas que conocemos dos o tres. Básicamente porque esas moscas que conocemos dos o tres son inventos de otros que solo daría a conocer con permiso específico de su creador. Así que nada, son ideas que tengo para 2025 y que espero ir poco a poco poniendo en marcha, si bien lo primero que quiero ahora mismo es descansar. Escribir artículos para el blog o hacer moscas no me causan ningún tipo de cansancio, pero tener que estar pendiente de las Redes Sociales, responder mensajes, atender a WhatsApp y demás, me agota. Dejé de responder Correos electrónicos hace como dos años y no descarto a medio plazo dejar de responder todo tipo de mensaje a través de cualquier medio que me llegue. No tiene que ver con la pesca, estoy realmente cansado de la inmediatez que generan determinadas aplicaciones. A día de hoy prácticamente ya solo lo utilizo para hablar con mis padres o mi mujer, y lo menos que sea posible. Estas aplicaciones deberían hacernos la vida más fácil, pero al final nos roban un montón de tiempo que no vamos a poder recuperar. Y como en 2025 la idea, aparte de la pesca, es recuperar al menos una o dos horas de práctica diaria con la guitarra, que la tengo completamente abandonada, no descarto que esa hora diaria salga de lo que dedicaba a WhatsApp. En fin, ya iremos viendo. De momento toca descansar, hacer algunas moscas para disfrutar del torno y no porque tenga obligación de hacerlas para entregarlas en un plazo determinado y luego ya se verá. Muchas gracias a todos los que os habéis pasado de vez en cuando por aquí a lo largo de este año. Como ya nos despedimos en la entrada de ayer, dejamos ya únicamente para el último día alguna pequeña explicación adicional y poca cosa más.
29 de diciembre de 2024
Va llegando ya el momento de despedirse e ir poniendo fin a todo esto. No lo pensaba cuando me metí en el lío este de publicar un artículo al día, pero la verdad que allá por septiembre ya estaba mentalmente agotado. No por escribir los artículos e ir programando las publicaciones en la web, eso creo que podría seguir haciéndolo sin problema cada año. Suponiendo que me quedase algo que contar, claro. Acabé agotado mentalmente con lo mismo que me pasa siempre. He tenido épocas de más actividad en las redes sociales y otras de pasar meses y meses completamente agotado. Y así como hacer publicaciones o responder comentarios no me causa demasiado cansancio, la cantidad de mensajes que recibo sí que me acaban generando un agotamiento mental extremo. Que nadie malinterprete esto, por favor. Agradezco cada mensaje. Tanto los que me escriben para hacerme alguna consulta, como los que me felicitan por el blog o me agradecen alguna buena jornada de pesca gracias a mis moscas. Pero para poder responder debidamente todos los mensajes tendría que dedicar todo el día únicamente a eso. Ha habido fines de semana de recibir mensajes de más de cincuenta personas, más los diez o veinte diarios de los días entre semana. Es imposible poder responder a todos debidamente. Ya digo que tendría que dedicar todo el día únicamente a eso. Así que lo primero que viene es la disculpa para todos aquellos a los que no he podido responder como me habría gustado o responder siquiera. Es cierto también que he estado dos meses sin poder acceder a mi página por un problema que ya conté en otro artículo, y cuando por fin recuperé el acceso tenía casi 300 mensajes sin responder. No he vuelto a abrir la página de Facebook de Spanish Flies desde ese día y creo que van a pasar meses antes de que vuelva a abrirla. No sé si algún día me pondré a ir respondiendo todo lo pendiente empezando por un "discúlpame por no haber respondido antes, y a partir de ahora ya no responderé mensajes nunca más..." o algo así. Si lo hago no será a corto plazo. Pero es verdad que no me gustaría dejar ahí todos esos mensajes sin responder. Y lo mismo con las cuentas de correo electrónico asociadas a esta web, que llevo sin mirar el buzón de entrada unos dos años. Así que mis disculpas a todos a los que no he podido responder como se habrían merecido. Y ya solo nos queda pendiente la despedida. Queda algún artículo todavía por publicar, ya que este no es el último. Si no me salto mi propio planning este debería ser el antepenúltimo, pero tampoco es seguro. Así que nada, simplemente decir que si alguno de los artículos publicados te ha servido de ayuda en modo alguno, el esfuerzo ha merecido la pena. Y si no te ha servido de ayuda pero ha servido para entretenerte un rato de vez en cuando, pues ha merecido la pena también. Muchas gracias a todos por vuestro apoyo, vuestro seguimiento y vuestra compañía. Salud!!
28 de diciembre de 2024
Esto tengo que contarlo porque ya es lo ultimo que me faltaba por oír. Cuando crees que ya has vivido suficiente como para tener cubierta tu cuota de cosas raras en lo que a la pesca con mosca se refiere, pues resulta que la capacidad para sorprenderse es infinita, porque siempre aparece alguna cosa todavía más rara que todas las anteriores. El tema es el siguiente: tengo un amigo de esos de toda la vida, de los que iban contigo a clase en el colegio, que hace ya bastante años que se cansó de la vida y se dedicó a recorrer el mundo trabajando un mes en un lado, gastándose lo que había ganado, volviendo a trabajar otro mes y medio, volver a recorrer dos o tres países... Y así lleva bastantes años por Asia y Sudamérica principalmente, que son las áreas en las que más tiempo puede estar sin trabajar cada a vez que junta un poco de dinero. Por supuesto nada de lujos. Todas las posesiones en la mochila y muchas veces para el cambio de continente empleado como tripulación con algún marino mercante. Así en lugar de pagar para viajar, gana dinero por estar viajando. El tema es que ahora le ha llegado el amor y lleva tiempo en una misma ubicación a orillas del Índico, y le ha dado por retomar el tema de la pesca con mosca, que lo tenía abandonado hace mil años. Es cierto que nunca fue su principal afición, ya que yo tiraba de él para el río y él tiraba de mi para el monte. Pero los rudimentos básicos sí llegó a controlarlos. O sea, lanzar lo justo y saber lo justo para ir sacando unas cuantas truchas. El caso es que siempre le han gustado mucho los retos, como subir el Aconcagua, algún 7000 del Karakorum y docenas de trekkings de cientos de kilómetros por todo el mundo, y ahora se le ha metido en la cabeza un reto de pesca. Primero copio y pego el mensaje que me envió, y luego comentamos. La transcripción de WhatsApp: "Oye, tío, qué tal todo? La caña que me recomendaste me va guay, me vale para casi todo lo que hay por aquí tanto en ríos como en mar, pero el carrete va de culo. Tengo que comprarme uno mejor porque lo he metido en el mar y se ha quedado hecho mierda. Hay por aquí unos peces que llaman pez arquero. No sé si los conoces... Lanzan un chorro de agua con la boca para derivar insectos que luego se comen. Tienes que hacerme unas moscas para ellos, porque quiero ser el primero que saque un pez de esos a mosca. Que yo sepa no los ha pescado nadie a mosca, que lo he estado mirando... Bueno, eso. Mira a ver qué moscas me puedes hacer pa ellos y me dices". Antes de contestar fui directamente a Google a buscar lo del pez arquero porque pensé que me estaba vacilando. Resulta que hay vídeos y todo del dichoso pez lanzando un chorro, como si fuese un camaleón con la lengua, y echando abajo todo bicho viviente que le pase por encima y sea comestible. Y, no te lo pierdas, que esto es lo mejor de todo: calculan la cantidad de agua y la fuerza con la que lanzan el chorro según el tamaño del bicho que quieran derribar. Ya sé que parece todo una broma. Yo pensaba lo mismo hasta que me he puesto a ver si existían esos peces o no y si se comportaban así, y resulta que existen. Y que cazan a sus presas así. Con dos cojones. Pero es que no es sólo eso. Es que por lo visto calculan el ángulo correcto teniendo en cuenta la refracción del agua para hacer blanco con cada chorro que lanzan. Así que aquí estoy informándome de qué tipo de animalejos se comen estos peces en la isla donde ha encontrado el amor este amigo, porque como me caliente la cabeza un poco más me voy para allá con las moscas para ser yo el primero en pescar a mosca uno de esos peces, y que se joda y no sea él. Lo que todavía no me ha dicho es si tiene pensado posar el saltamontes que le haga directamente sobre el agua, o posarlo sobre alguna hoja para que se lo derriben con el chorro y luego clavarlo cuando se lo vaya a comer. Si de lo que se trata es de posar la imitación sobre alguna hoja y que luego el pez lo derribe con el chorrito ese que lanza, al final tendremos que pagar algún curso con algún instructor de lanzado hasta que seamos capaces de posar la mosca con absoluta precisión sobre una hoja de cuatro centímetros cuadrados. Me imagino que en el coste del curso irá también la necesaria lección de Física para que nosotros sepamos calcular cuanto debe pesar la imitación para que la hojita seleccionada soporte su peso el tiempo suficiente como para que el pez la localice y la derribe. Ya sabes que a partir del 1 de enero de 2025 el blog muere. Pero si finalmente nos liamos y nos vamos a intentar pescar estos peces, me comprometo a redactar un artículo en el momento que eso pase aunque a día de hoy no tenga ya previsto volver a publicar nada nunca más.
27 de diciembre de 2024
Cuando voy a pescar a un sitio nuevo prefiero ir para allá sin ninguna referencia. Si voy con mucha información previa en realidad es como si me quedase sin toda la parte de descubrimiento, que en muchos casos es una de las cosas más emocionantes. También es cierto que a día de hoy para encontrar un río del que no tenga referencias me supone un desafío grande, porque al final, a base de hacer moscas para muchos pescadores pues ya sé lo que me piden los que pescan en un sitio o en otro, y al final alguna referencia siempre tengo. Pero esto es ahora. Hace unos años no era así. Y hace muchos años no tenía ni puta idea. Como todos. El caso es que la primera vez que fui al Miño estaba en la época en la que no tenía ni puta idea, pero por suerte fui invitado por un pescador local que me iba a llevar de la mano, como a los niños pequeños. Tú mira como será la cosa y el tiempo que hace, que quedamos a las diez de la mañana en el aparcamiento del Continente. ¡El Continente! Me imagino que a todos los que tenéis menos de cuarenta años no os suena de nada, pero había de aquella centros comerciales con nombres tan atractivos como Pryca, Galerías Preciados o Continente. Pues en el aparcamiento del Continente quedamos, porque así, dejaba allí mi coche y al río nos íbamos en el de él y yo a la vuelta aprovecharía para comprar cosas que necesitaba para ir al festival de Ortigueira, que sería un par de semanas después, y quería una tienda mala para llevar allí no me fuesen a joder la buena que tenía para ir al monte. Me pasa que cuando voy conduciendo yo, aunque pase después cierto tiempo, puedo recordar los itinerarios, desvíos, accesos hasta el río y todo eso, aunque haya pasado muy pocas veces. Pero cuando me llevan de copiloto no me acuerdo nunca de nada. Y eso que a veces intento fijarme. En este caso no tengo ni idea de por dónde accedimos, pero sí recuerdo que me llevó a un sitio que a dos metros de la orilla ya nos llegaba el agua casi al borde del vadeador. Y qué decir del ancho del río... Para mí que venía de pescar ríos de dos o tres metros de ancho, aquello era inabarcable. Por suerte no tuve que pensar demasiado en eso de leer el agua e ir viendo donde posar la mosca en aquella inmensidad de agua porque de vez en cuando algún pez se iba cebando, y como ya me había dado mi anfitrión la mosca que tenía que usar, pues no me tuve que calentar demasiado la cabeza para ir consiguiendo que alguna de esas truchas me fuese subiendo a la mosca. Otra cosa era sacarlas... Para alguien acostumbrado a pescar casi siempre peces de menos de 25 centímetros en ríos diminutos, con cañas para línea 2 o 3, terminales del 0.12 o 0.14 que eran más que de sobra y todo lo que conlleva ese tipo de pesca, tener de repente al otro lado de la línea un pez de 45-50 centímetros tirando como un burro era algo completamente fuera de mi alcance en aquel momento. Así que entre las que partieron y las que se soltaron, de las de ese tamaño saqué solo una, y luego otras cuantas de alrededor de 30 centímetros y algunas más pequeñas. Como jornada de pesca, en lo personal, fue regulera, pero como experiencia importante en mi vida piscatoria fue de las más relevantes, porque esa jornada en el Miño fue uno de los días que me hizo empezar a ver los grandes ríos de otra manera y fue una de las semillitas para que los años siguientes, durante más de una década, fuese casi exclusivamente pescador de ríos grandes y muy grandes. Cuanto más anchos mejor. Y cuanto más grandes fuesen los peces que allí hubiese, mejor todavía. Al final la vida va siendo fases que se van sucediendo y lo importante es tomarlas como vayan viniendo. Hacer lo que te pida el cuerpo, vaya. Y como en nuestra vida laboral, familiar o social muchas veces no podemos hacer esto porque estamos sujetos por diferentes obligaciones, no está de más disponer de la pesca como un refugio en el que poder hacer lo que nos venga en gana cada vez.
25 de diciembre de 2024
Creo que he repetido hasta la saciedad que para mí el Barón Rojo es la MP81, el montaje original de Petitjean, que era como llamábamos a aquella mosca, y todas las degeneraciones de la misma que vinieron después no las acabo de asociar con ese apodo. Ahora bien, aunque no usase lo de "Barón Rojo" para referirme a ellas, yo también tengo en mi historial unas cuantas de esas degeneraciones y engendros varios. Una de esas versiones la tendré asociada para siempre al río Nalón. Cogimos un día el coto de Laviana y aparcamos en la parte de abajo para pescar desde el límite inferior. En cotos o tramos de río en los que he pescado muchas veces siempre me gustaba empezar en un sitio en el que sabía que las probabilidades de capturar un pez en los primeros lances eran altas. Y en el coto de Laviana había justo en el límite inferior unas corrientes pegadas a un muro en la margen derecha con dos o tres palmos de profundidad en las que casi siempre subía alguna trucha. Así ya empezabas el día con buen pie. El caso es que para ese día había preparado una docena de esos engendros de los que hablaba al principio que estaba hecho con colas en V con pardo de León, cuerpo en dubbing granate de Fly-Rite y alas en pata de liebre ártica en spent en color crema natural. En anzuelo del 14. Le di una al compañero de pesca y yo puse otra. Para probarlas los dos. Esto fue en 2005, y siempre que he vuelto a hablar con el compañero de pesca con el que compartí aquella jornada se acuerda de aquella mosca. No hablo con él tanto como debería porque fue otro de esos españoles que terminó emigrando al extranjero y al final la distancia siempre acaba haciendo que la comunicación se vaya dilatando en el tiempo. Al principio hablas una vez al mes, luego una por trimestre, luego dos o tres veces al año y al final llega un punto en el que ya no recuerdas cuando fue la última vez que hablasteis. Y no se acuerda de la mosca únicamente porque nos diese muchos peces, que nos los dio, sino porque pescamos los dos todo el día con la misma mosca. No quiero decir con el mismo modelo, sino con la misma mosca. Que a pesar de haber capturado docenas de truchas y estar ya medio destruida, seguía pescando y seguía flotando igual que al principio. Yo también me he acordado mucho de ese día. No por la mosca ni por las capturas, sino porque durante muchos años, cada vez que usaba una mosca con pata de liebre ártica, y no flotaba como a mí me gustaría, me acuerdo de aquellas patas de liebre ártica que podías usar durante horas sin necesidad de echarles flotabilizador ni nada y seguían flotando y flotando y pescando y pescando sin el más mínimo problema. Seguramente si a cada uno de nosotros nos diesen la opción de poder traer del pasado algún material de pesca y tener un suministro inagotable de ese material para el resto de nuestra vida habría quien se pediría veinte cajas de alguna tintada de Gütermann, otros se pedirían cincuenta unidades de la Robinson C, otros pedirían doce unidades de la Sage SPL de 8'3" línea 3 o lo que a cada uno le parezca. Yo me pediría sin ninguna duda veinte o treinta pares de patas de liebre ártica como las de aquella primera remesa que utilicé. Habré gastado desde entonces unos cien pares de patas de liebre ártica y nunca jamás he vuelto a tener ningunas que floten como flotaban aquellas. También me gustaría que el coto de Laviana volviese a ser lo que fue. Que a lo mejor lo es, porque desde que me mudé a Madrid nunca más lo volví a pescar y no tengo la menor idea de cómo estará ahora mismo, aunque la última vez que me hablaron de él la cosa estaba para echarse a llorar. El caso es que lo de volver atrás en el tiempo o traer de vuelta cosas que ya no están creo que está un poco fuera de nuestro alcance. Y aunque la nostalgia está genial para cuando uno está solo en su casa rememorando otros tiempos, todavía nos quedan sitios y materiales con los que poder disfrutar. Yo este año, con esta historia de publicar un artículo en la web cada día del año, he sacrificado muchas salidas de pesca por estar pendiente de otras cosas, y esas jornadas de pesca ya no las voy a recuperar y han sido muchos días perdidos en los que podría haber estado creando nuevos recuerdos en el río o en el mar. Y lo que más claro me ha quedado después de todo esto, es que a partir del año que viene y hasta que me muera, o que físicamente ya no pueda, no volveré a sacrificar salidas de pesca ni por hacer moscas, ni por escribir artículos, no por nada que no sea la familia o la salud.
24 de diciembre de 2024
Pino del Río era otro de esos escenarios de pesca que, como ya he comentado, los que somos de determinada generación lo teníamos en un pedestal junto a otros escenarios famosos allá por el cambio de siglo. No me voy a tirar el rollo. Yo fui a pescarlo cuando ya no iba casi nadie porque sus mejores años, supuestamente, habían pasado. No me quiero imaginar como debía ser en sus mejores años, porque yo supuestamente fui cuando ya no estaba en su mejor momento y la verdad es que allí no sé cómo habría que hacer para que entrase una trucha más. Como solamente he ido una vez de este día me acuerdo bien, y no se me mezclan unas jornadas con otras como me pasa en otros sitios. Era a primeros de septiembre el día que me dejé caer por allí. Tuve suerte y salió un día de esos buenos con el cielo nublado, nada de viento, ni frío ni calor... O sea, que si me iba mal sería por mi propia incapacidad y no podría echarle la culpa a nada, porque al llegar ya vi que el río bajaba perfecto. Igual si estuviese conmigo alguien que lo pesqué habitualmente podría decir que estaba un poco corto de agua, pero para mi gusto, estaba perfecto. Así que me cambié tranquilamente y como ya llevaba decidido de casa con qué moscas iba a pescar, puse una de las dos con las que había llenado el portamoscas, para tenerlas a mano y no tener ni que sacar la caja del chest-pack. Era una efémera en el 18, con colas en indio avellanado, cuerpo con La Paleta 3279, brinca amarillo huevo, tórax en liebre en color anaranjado y alas en cdc natural brown. En cuanto bajé al río cerca del límite inferior y empecé a posar la mosca aquí y allá en las diferentes raseras que me iba presentando el río, las truchas iban subiendo a por la mosca casi en cada lance. Como ya me cogió en una época en la que mi vista no era ni de lejos lo que fue, pues hay que admitir que el porcentaje de éxito debía andar por el 33%, que es en lo que me suelo mover desde que estoy medio cegarato. De cada tres subidas, con suerte clavo una. Es terrible esto porque en lo único que diría que he destacado alguna vez como pescador era en el momento de clavar los peces. Durante años no fallaba ni uno. Salvo en el Aller y en San Isidro, claro, que ahí el ratio no llegaba ni al 10%. Tengo la suerte ahora que más o menos sigo pescando lo mismo que antes, porque aunque clavo muchas menos, me suben muchas más, así que lo comido por lo servido. Y este día en Pino del Río me sorprendió para bien que a pesar de no haber demasiado actividad, si más o menos posabas la mosca medio bien, donde se suponía que debía de haber un pez, pues te subía el pez. Hay quien prefiere pescar siempre sobre cebada, pero como yo aprendí a pescar en ríos en los que casi nunca veías cebadas, pues siempre me ha gustado más ir pescando al agua, suponer donde puede estar el pez, ver la mejor manera de ir presentando la mosca en esas posturas y confiar en que el pez esté donde se supone que debe estar. Y así fue pasando la mañana con las capturas sucediéndose y pasando las horas casi sin que te des cuenta hasta que el estómago te empieza a avisar de que hay que echarle un poco de gasolina al cuerpo, que está el depósito empezando a quedarse vacío. Y una vez hecho el repostaje, a pie de río y sin perder demasiado tiempo, había que volver a la pesca. Para la tarde decidí que utilizaría la otra mosca que tenía pensado usar ese día, también en el 18, con exhuvia, cuerpo y tórax en Fly-Rite 34 y alas en cdc natural khaki. La tarde se dió igual de bien que la mañana. En ningún momento más de cinco o seis lances sin que algún pez se moviese a por la mosca. Y como había pasado por la mañana, se pasaron las horas volando hasta que las miradas al reloj aumentaron de frecuencia y el fastidio por las casi tres horas de vuelta que me tocaría pasar al volante hicieron que más estuviese pensando en la carretera que en los peces. Seguramente para la mayoría de los pescadores esta habría sido una jornada estupenda de pesca, pero como también he comentado muchas veces, a mí esta pesca fácil me aburre un poco, y este es el motivo por el que no he vuelto nunca a Pino del Río. Una vez tachado de la lista, para mí ya está. Si me hubiese ido mal seguramente habría vuelto alguna vez más, pero si ya a la primera te vas con la sensación de que llevas pescando ese tramo toda la vida porque te ha ido igual de bien que en tus escenarios habituales de pesca, pues tampoco queda mucho misterio por desvelar. Y esto ha sido así durante los últimos seis o siete años, que son más o menos los que han pasado desde aquel día. El caso es que a partir del año que viene, como también he comentado, voy a hacer una vuelta a mis orígenes, es decir, pescar ríos pequeños y medianos, exclusivamente a seca, con cañas de 6'6" a 7'6" para líneas 2 o 3 y para este tipo de pesca, Pino del Río es un escenario ideal. Por este motivo, estoy seguro de que en mayo y junio y en septiembre u octubre, cada vez que me toque un día libre entre semana, voy a arrancar para allá siempre que pueda. Aunque sea para pescar solamente tres o cuatro horas. A lo mejor algún día me llevo una sorpresa y resulta que el día que yo estuve aquello no era lo normal y me toca algún día de truchas mucho más difíciles y me acaba envenenando, porque lo que es el río, me encantó.
23 de diciembre de 2024
Hay días que es mejor quedarse en casa. Ya lo sabes desde el mismo momento que estás empezando a cargar el maletero, pero como vienen amigos desde lejos te convences para tirar para allá a pesar de los kilómetros, del madrugón, de las horribles previsiones metereológicas... Tienes la cita a las 9:00 para desayunar en Mansilla de las Mulas, así que te levantas a las 6:00, preparas todo, de camino paras en una panadería de confianza para comprar bollos preñaos para todos y lo ideal habría sido parar en Ezequiel y cargar una tabla de embutidos, pero con ese tiempo mejor pagar el peaje del Huerna. Y el desayuno es lo último tranquilo, porque cuando llega el momento de empezar a ponerse el disfraz de mosquero hacen acto de presencia las nubes negras que te anuncian que esas horribles predicciones metereológicas van a cumplirse sin remisión. Y es ya casi a mediados de octubre. Es la despedida oficial a la temporada, así que no solo llueve, también hace frío. Mucho frío... Ese día en el Esla es el día que más frío he pasado en toda mi vida. Y yo no soy nada friolero, pero los 7-8° de temperatura ambiente, la lluvia incesante, por momentos un auténtico aguacero, y un vadeador que hace agua como si fuese un colador, más las siete u ocho horas empapado por fuera y por dentro de la ropa, me dejaron al borde de la hipotermia. Y entonces... ¿por qué ocho horas en el río? Pues porque nunca he visto tantas truchas cebándose sin parar en cualquier tramo del río sin un solo momento de pausa. Una cosa de locos. Yo soy de los que en esas circunstancias se aburre rápido si los peces van entrando a las moscas. Y de los que se envenena si la cosa está jodida y tres horas después de empezar has librado el bolo de milagro con un par de truchas palmeras. Así que distribuidos por el río en parejas, al que le tocó conmigo, que encima pesca mil veces mejor que yo, la cosa se le dió parecida. Otro par en las primeras dos o tres horas, aunque un poco más decentes. Y venga a llover. Ya ni cambias de mosca porque estás seguro de que si quitas la que tienes puesta, tal y como tienes los dedos, no vas a ser capaz de atar otra distinta. Pasas ratos de veinte o treinta minutos atechado debajo de las ramas de algún aliso porque por momentos jarrea que da gusto. Y en cuanto escampa un poco, vuelta al medio del río y a volver a lanzar a los peces esos que siguen cebándose. Con el mismo resultado. Y lo de atecharse no era solo por mojarse menos, que llegado cierto punto los árboles ya no tienes claro si te dan cobertura o te mojan más que si no te hubieses metido debajo. El tema es que con esa intensidad de lluvia cuesta un mundo a ratos distinguir lo que son cebadas de lo que son inmensos goterones. Así hasta pasar el día entero con media docena de truchas minúsculas y la sensación constante de que después de eso dejas la pesca para siempre. Pero todo lo malo es susceptible de empeorar, y como mi compañero ese día y yo nos quedamos cerca de los coches, a la tarde fueron llegando de vuelta las otras dos parejas. Y no podía ser menos, esto ya sabes cómo va, así que un par de kilómetros río abajo y otro para río arriba, donde estuvieron unos y otros respectivamente, apenas les ha llovido solo a ratos y los peces se han cebado igual, con lo que les ha ido mucho mejor en cuanto a número y tamaño. Vienen encantados los muy cabrones. Pero ya digo, todo es susceptible de ir a peor. Y cuando ya de vuelta al coche vas pensando en los cuatro bollos de chorizo que habías guardado en el bolso del impermeable para devorar al terminar la jornada de pesca, como las desgracias nunca vienen solas, están completamente empapados e hinchados, así que se quedan para deleite de algún pajarillo, hormiga, ratón o lo que sea que tenga la vista y el olfato para llegar el primero y tomarlos de merienda-cena.
22 de diciembre de 2024
De los ríos famosos de León el Porma es el que menos he pescado de todos ellos. Con diferencia. Tampoco es que haya pescado mil veces en los ríos más famosos de León. Al Esla sí he ido más, y luego el Omaña. Al Órbigo al menos iba dos o tres veces por año y al Luna y al Porma los que menos. Luego vuelvo al Porma. El caso es que hace mucho tiempo me había mandado uno de esos pescadores veteranos de León unos rayones envueltos en bobinas de hilo de montaje Sheer de Gordon & Griffith's y todos venían etiquetados con color y río: El verdín del Esla. El oliva del Órbigo. El carne del Curueño... Todos así. Eran diez o doce colores con sus respectivos ríos. Y uno de ellos era el Fanta del Porma. Pasaron muchos años antes de que supiese que aquellos rayones en realidad eran los famosos sedones de Toña. Y el Fanta del Porma era una especie de 3277 un poco subido de tono hacia el naranja, pero sin llegar ni de lejos a la tonalidad del 3279. Yo de aquella a los hilos les hacía el mismo caso que a cualquier otro material. Sí, ya tenía el 3277, el 3324, el 3281, el 3234, el 3236, el 3255, el 3256, el 3279 o el 3322 de La Paleta, el 300, 249, 662, 886, 139, 615 o 580 de Gütermann y algunas cosas más de Amman, Alikun, Castilla-Valencia y demás. Los tenía y los usaba, pero igual que usaba cualquier otro material. El tema es que aquel día en el Porma decidí que iba a usar el hilo ese que supuestamente era específico para allí y monté unas cuantas efémeras con alas y hackle gris medio unas, y avellanado otras. Y las emergentes en cdc. Porque en aquella transición del hackle al cdc hubo unos cuantos años en los que montaba con hackle y alitas la versión efémera de la mosca y con cdc la versión emergente. Lo demás supongo que sería cola en mismo color que el hackle y las alas y la brinca y el hilo de montaje amarillo huevo. Pues bien, aquel día, sin pescar ninguna trucha espectacular, fue de esos días en los que sacas un millón de peces con la misma mosca. No sé si el mismo 3277 habría funcionado igual, o algún color similar en Gütermann. Y no lo sé porque de aquella si llevaba puesta una mosca que daba peces, ya no la cambiaba. Lo de quitar la mosca cada vez que sacaba un pez y poner una completamente diferente hasta sacar el siguiente fueron experimentos que vinieron tiempo después. Como digo, no salió ningún pez fuera de lo normal que me haga recordar aquel día por alguna de sus capturas, y si el goteo de peces fue constante todo el día, tampoco es que hablemos de más de cien peces ni nada de eso. Serían tres o cuatro docenas como mucho. Por lo que sí recuerdo aquel día fue porque marcó el momento en el que las sedas y rayones pasaron de ser un material más a ser los auténticos vertebradores de mis cajas de moscas, y porque después de eso empezó la locura por conseguirlos todos. La primera lista de colores míticos que me habían dado me la había dado El Rubio, al que algunos de más edad quizás conociesen por su colección Lince o por la tienda de pesca que tenía en Gijón al lado de donde está ahora el Centro Comercial Los Fresnos, a tres minutos de mi casa de toda la vida. Y no sé si me voy a acordar de todos, pero como si lista de míticos era muy pequeñita, voy a intentarlo: 6, 7, 139, 156, 158, 162, 286, 300, 350, 449, 580, 615, 662, 900 y 977 si no recuerdo mal. Esos eran los que buscaba en las mercerías hasta aquel entonces. Después de ese día del Porma y de empezar a profundizar un poco más en aquello de los hilos de seda y rayón, la lista de míticos se amplió tanto que si la pusiera entera seguramente se me quedaría colgada la aplicación de notas del móvil en la que escribo los artículos. Y mira que ha resistido algún artículo largo de narices. Visto ahora en perspectiva diría que aprendí mucho a base de comprar sedas y rayones, hacer moscas con esos hilos e ir probándolas todas, pero a día de hoy, si tuviese que hacer una lista de mis míticos personales, creo que sería de larga más o menos como la de El Rubio, aunque combinando distintas marcas y no solo de Gütermann: - La Paleta 3277. - Gütermann 249. - Gütermann 431. - Zirayón 4122. - Amman 379. - Gütermann 580. - Gütermann 258. - Gütermann 615. - Gütermann 662. - La Paleta 3279. - Madeira 1939. - Gütermann 977. - Gütermann 896. - El Molino 254. - El Molino 277. - Fanta Castilla-Valencia. Lo que nunca supe, y siempre me habría gustado saber, es si a aquella lista tan cortita de El Rubio él llegó también después de haber probado mucho por sí mismo y quedarse con lo que mejor funcionaba. Porque así llegué yo a la mía y no me dejé influir demasiado por opiniones ajenas, sino solamente por prueba y error. Creo que esa debería ser la única forma válida de que cada uno tenga su propia lista de materiales míticos, sean sedas, rayones, dubbings o lo que sea.
21 de diciembre de 2024
El Purón es uno de esos pequeños ríos costeros asturianos con las truchas más hijas de puta que te puedes encontrar. A ver, depende del momento. Hijas de puta son de normal. Si vas en pleno verano con el río cortísimo de agua, un agua que es en algunos tramos completamente cristalina y en donde te puedes encontrar con palmo y medio de profundidad y que posas la mosca en un sitio y medio minuto después se ha movido diez centímetros, pues te puedes imaginar. Ahí quería ver yo a los que pescan siempre con el 0.18 de terminal. Que posas un bajo de siete metros terminado en un 0.10 y ya escapan escopetados todos los peces de la tabla. Es de esos sitios a los que vas una vez por conocerlo y ver qué tal es aquello, y lo más seguro es que no vuelvas más. Porque total... ¿Para qué? Pues esta fue mi única vez en el Purón. Me fui para allá un día por la mañana pensando en pescar al amanecer a ver cómo se daba la cosa. No tenía demasiadas referencias porque solo conozco a un par de personas que hayan pescado allí, y como me gusta ir a los sitios a descubrirlos por mí mismo y evito pedir cualquier referencia siempre que sea posible, pues aparqué donde me pareció y me puse a pescar donde buenamente pude. Y entiéndase por pescar únicamente la parte de ir lanzando y posando la mosca aquí y allá. Porque en unas tres horas de pesca el resultado fue cero peces. Y se veían truchas. No es aquello de que no pescas nada porque no quedan allí ni cuatro peces. En aquella época tenía truchas. Nada espectacular, pero las había. Empecé con lo de siempre para estos sitios: línea 2, bajo interminable, terminal fino y moscas diminutas. Pasó todo el catálogo: caenis, F-Fly, efémeras del 24 en toda la gama de colores, hormigas, plecópteros, tricodípteros que dicen algunos, dípteros, microninfas... De todo. El resultado fue el mismo: nada de nada. Así que a partir de ahí ya empiezas con los experimentos y les plantas delante de los morros un streamer, una chernobyl en el 10, un pardón, que con los pardones nunca se sabe y lo mismo da que sea pleno verano, moscas del 12... Todo lo que se te ocurre. Y el resultado sigue siendo el mismo: nada de nada. En estos sitios a los que vas una sola vez nunca sabes si era cosa de ese día en concreto o si es la tónica habitual. A muchos otros ríos he vuelto más veces para hacer la doble verificación, no vaya a ser que fuese cosa de aquel día en concreto, pero en este en concreto, al menos en la zona que estuve pescando, me sentí tan incapaz de conseguir sacar allí aquel día un solo pez, que se me quitaron las ganas de volver para siempre. Mira como sería la cosa que de allí me fui al Cares esa misma mañana y hacia el mediodía saqué un par de reos que me dieron las fuerzas suficientes para volver medio contento a casa. Algún día volveré al Purón. Aunque si no tenía referencias de aquella, no te quiero contar ahora, que no tengo ni la más remota idea de cómo podrá estar aquello de peces. Pero las cuentas pendientes hay que intentar saldarlas, y cuando me retire definitivamente de esta cosa de la pesca con mosca, me gustaría que no se me quede en el listado de sitios en los que he pescado, ningún río en el que no haya conseguido nunca sacar un pez. Y en ese listado está el Purón.
20 de diciembre de 2024
Durante unos cuantos años, mientras era estudiante, aprovechaba el mes de julio y el mes de agosto para quedar casi cada día con pescadores que venían de fuera a pasar unos días pescando reos en Asturias. Quedaba con amigos y conocidos del País Vasco, de Navarra, de Madrid, de Palencia, de León, de Galicia... Incluso con algunos de Estados Unidos, Francia, Irlanda, Inglaterra, Austria o Italia que ahora mismo recuerde. Incluso en aquellos años, que había muchos más que ahora, la pesca del reo siempre ha sido una pesca que puede resultar muy desagradecida. En la mayoría de las salidas de pesca lo normal era llevar a la mano uno, o ninguno. Sí, siempre había días o momentos concretos en los que se daba la cosa bien. Incluso algún día espectacular. Pero lo normal era que el riesgo del bolo estuviese sobrevolando siempre alrededor. Porque clavar dos o tres reos siempre entraba dentro de lo razonable, pero llevarlos a la sacadera para volver a liberarlos, era otra cosa muy distinta. Yo he tenido días de clavar siete u ocho reos y no sacar ninguno. Que todos se me soltasen o me partiesen el terminal. Y no tiene nada que ver con el equipo utilizado. Me partían y se me soltaban los mismos o más peces cuando los pescaba con cañas de 9' para línea 4 o 5 y terminales del 0.14 o 0.16 que cuando los he pescado con cañas de 9'6" línea 2 y terminales del 0.11. Los equipos han evolucionado mucho en los últimos treinta años, y para no perder peces, una SX de 9'6" línea 2 o una World Cup de 9'6" línea 2/3 con terminales de fluorocarbono actuales son herramientas mucho más eficientes que una Horizon de 9' línea 5 o una XP de 9' línea 4 con los terminales de la época. El caso es que en una de esas jornadas en las que se acercaba algún visitante y me acercaba al río a pescar un rato con ellos, para no complicarnos la vida, quedamos en el sin muerte de Arriondas, que no era lo mejor del río, pero sí de lo más cómodo para poder explicarle a alguien donde aparcar junto al río cuando no existía la opción de compartir la ubicación vía WhatsApp. Nos fuimos preparando a media tarde para cuando fuese terminando el desfile de canoas, kayaks y demás artefactos flotantes, y en cuanto se acercó el reloj a las siete de la tarde, nos fuimos metiendo al río. No había gran actividad en ese momento pero pescando a seca algún pez se fue moviendo y así fue pasando la tarde hasta que cuando estaba empezando a anochecer se empezaron a oír ya de lejos cebadas de algún reo escandaloso, y también a ver cebadas de esos que comen de forma mucho más sutil sin apenas armar alboroto y que, normalmente, suelen ser los peces de mayor tamaño. El caso es que la luz ya escaseaba, las cenas aumentaban y a nosotros no nos subía a la mosca ni un solo pez. Estábamos tres pescadores, pescando con distintas moscas, a unos quince o veinte metros unos de otros y nada. Ni un pez. Cuando te comes un bolazo en un sereno de reos porque llegas y resulta que al final no se mueve nada, pues te aguantas y punto. Pero cuando se ven peces cebándose todo el rato y los que estábamos allí, que más o menos sabíamos pescar, no conseguimos que nos suba nada, pues es raro. Aunque sea un solo pez por equivocación, ¿no? El caso es que yo en aquella época, cuando ya no veía la mosca, ponía siempre una Deep Sparkle Pupa, porque así todo era lanzar y recoger. Y con esa mosca sí que tuve dos toques de dos peces diferentes aunque ninguno se llegó a clavar. Así que salimos del río comentando la jugada y llegando a la conclusión de que estaban comiendo justo debajo de la superficie. Ya sabes, sesudas reflexiones del mosquero corriente cuando sale del río después de que le haya ido regular o mal. Pero al llegar a donde estaban aparcados los coches, que ya había luz gracias a un par de farolas, vimos que todos teníamos una especie de verdín pegado a los vadeadores, así que nos acercamos al río con la linterna y vimos que bajaba una especie de vegetación verde oscura que cubría toda la superficie del agua. O sea que sí, estaban comiendo justo bajo la superficie, pero no por selectividad, sino porque en la superficie bajaba flotando aquella cosa verde que ninguno fuimos capaces de adivinar a qué obedecía. Nunca me había pasado eso y nunca me ha vuelto a pasar, aunque comentándolo luego con un supuesto conocedor del río, me dijo que a veces allí había pequeñas variaciones de nivel, de unos pocos centímetros, y muy de Pascuas en Ramos, pero que cuando pasaba solía arrastrar vegetación y suciedad. No tengo ni idea de si es verdad esto último, pero lo que sí sé es que aquel atardecer, si nos hubiésemos molestado en fijarnos bien, en lugar de lanzar y lanzar a todo lo que se movía, a lo mejor nuestras posibilidades de haber capturado algún pez habrían sido mayores.
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