El Río de San Isidro es un afluente del río Aller que discurre en buena parte junto a la carretera, a medida que sigues ascendiendo el puerto camino de la cima y la frontera con León.
Se une al Aller en Collanzo, y la unión de ambos ríos marca más o menos el límite superior del famoso, en sus años, coto del Aller, y unos kilómetros aguas arriba, en Los Llanos, está el límite inferior del coto de San Isidro.
Los primeros ciento cincuenta o doscientos metros son comodísimos para pescar a mosca y a partir de ahí el río discurre siempre entre vegetación, en algún caso muy cerrada, que hace que en algunas zonas no se pueda ni lanzar, y tengas que ir dejando alguna pequeña parte sin pescar y esas cosas.
O al menos así era hasta la última vez que fui, que ahora a saber cómo estará aquello. Igual les ha dado por podar todos los arboles y arbustos, canalizar una parte o cualquier cosa. Ya se sabe que en los ríos asturianos te puedes encontrar cualquier cosa de un año para otro. Entre la afición de sus gobiernos por meter las excavadoras en medio del río y esas ideas peregrinas que circulan entre muchos pescadores, que lo mismo te dicen que no hay truchas porque con la maleza no da el sol en el río o lo contrario o alguna cosa así, pues lo mismo paso por allí y resulta que lo que era río ahora es un canal.
Espero que no.
Pero aunque haga muchos años de la última vez que fui, voy a hablar de la primera vez que fui a pescarlo a mosca.
Yo de aquella pescaba fundamentalmente en ríos pequeños y muy pequeños de media y alta montaña, como ya he comentado alguna vez, y ese tipo de pesca se me daba relativamente bien. Pescaba el 80% del tiempo a seca, un 10% a ninfa y otro 10% en tándem. Los streamers eran solamente por si había riada.
Así que aquella primera vez aparqué casi justo al lado del puente que marca el límite inferior, entré a tomar algo a un bar en el que paraba desde niño cuando salía con mis padres para ir de monte, que era casi todos los fines de semana desde primavera hasta otoño, y luego ya me cambié y me puse a pescar.
O mejor dicho: "a pescar". Porque claro, lo de pescar se supone que implica el engaño y la captura de algún pez. Y yo para la primera parte, la del engaño, no tuve mayor problema. En esos doscientos primeros metros de coto, donde había terreno despejado, me debió subir a por la mosca docena y media de truchas. No clavé ni una. Pero ni rozarlas. Así que lo del engaño, bien. Pero lo de la captura, fatal.
Son las truchas más endiabladamente rápidas a las que jamás me he enfrentado.
Lo peor de todo es que justo en esa parte había varias pequeñas tablas con el agua ultra clara que permitía ver a la perfección como salía un pequeño misil pegado al fondo en dirección a la superficie, y volvía a la misma velocidad otra vez hacia el fondo sin que ni siquiera me diese tiempo a intentar levantar la caña.
Y esto me pasó con 19 o 20 años, que tenía reflejos, estaba ágil y veía de la ostia. Si voy hoy y me pasa lo mismo a lo mejor salgo de allí pensando que no hay ni un pez, porque seguramente ni las vería.
Así que pasados esos primeros doscientos metros ya había asumido que ese día iba a ser bolo, porque si esa era la velocidad a la que todos los peces allí subían a por la mosca, como no se clavase alguna sola, yo no tenía nada claro que fuese a ser capaz.
El caso es que cuando me metí entre la maleza no sé si fue porque esa zona casi nadie la pescaba a mosca o porque ya se parecía más a lo que yo estaba acostumbrado a pescar, fui consiguiendo sacar alguna truchita aquí y allá que me sirvieron de acicate para volver algunas cuantas veces más al coto de San Isidro.
No es un sitio que haya pescado muchas veces. Diría que no más de cinco o seis. Durante algunos años iba una vez por temporada. Y todas las veces fue lo mismo. Truchas rapidísimas que en muchos casos eran dificilísimas de clavar.
Y la última vez que fui ya estaba en la efervescencia de la pesca al hilo, los perdigones y demás, que hicieron que un sitio en el que me costaba Dios y ayuda clavar un pez, se volviese un lugar aburrido por la facilidad con la que se sacaban peces allí pescando al hilo.
Para 2025 me estoy haciendo un listado de lugares a los que hace mucho tiempo que no voy, casi todo en ríos de este tipo, muy pequeños y en plena montaña, y a los que quiero volver. San Isidro está entre ellos.
Si fuese de los que van a pescar con la GoPro en el pecho seguro que daba el vídeo para unas cuantas visualizaciones viendo como van subiendo peces a por la mosca y como el pescador, en este caso yo, no clava ni una.