Alguno recordará a Alberto Parajón, Farioreo de Consmosca, con quien durante unos años, aprovechando su paso por Asturias, algunos nos juntábamos a comer en La Xagosa y luego a pescar un rato el coto de Mieres.
Yo por aquel entonces ya era más de comer que de pescar, pero el día que lo conocí no pude ir a la comida porque era junio, andaba de exámenes en la universidad o tenía clase o no sé qué ostias, pero sé que llegué cuando estaban ya con los cafés. Y después de los cafés sacó el torno y unos materiales que en España no había. Me acuerdo perfectamente de las tres moscas que ató aquel día en el torno. Una Klinkhammer, una Emergent Sparkle Pupa y una Deep Sparkle Pupa.
Todos se tiraron como locos a por las lanitas de LaFontaine, de las que yo me quedé también como 20-30 centímetros de cada color, pero yo me tiré como loco a por el material que había utilizado para el poste, que era un tipo de poliyarn que yo jamas había visto y que no he vuelto a ver nunca. Y como él lo traía en una bolsita que no correspondía, pues no hubo manera de identificarlo. Pero yo me quedé con eso porque de aquella estaba como loco con las moscas en paracaídas, sobre todo con la Adams, y aquel material para el poste me encantó. Todavía guardo un buen trozo para comparar siempre que compro algún material de ese tipo que es nuevo para mí, a ver si es el mismo. Pero no ha habido suerte y nunca he vuelto a dar con él.
Y las lanitas originales de LaFontaine, que me llevé un poco de cada color, quedaron olvidadas el resto del año en una bolsita zip, junto a una bolsa también de un material de LaFontaine que era como una especie de antron puro, translúcido, casi transparente, que no hace tanto que aprendí por fin a usar, pero eso tendría que haber sido otro artículo, que va a ser uno más de los muchos que se han quedado en el tintero.
La cosa es que esa temporada terminó y no fue hasta el siguiente otoño que me decidí a probar por fin las lanitas esas de LaFontaine. Probarlas en el torno, quiero decir, que para el río habría que esperar ya al año siguiente. Así que hice unas pocas emergentes de LaFontaine en la versión flotante y otras pocas en su versión hundida, en colores gris, marrón, teja y oliva.
Y se quedaron en la caja esperando su día de debut.
A ver, siendo sincero debo decir que yo no tenía gran esperanza en que esos engendros fuesen a funcionar con nuestras truchas. Así que pasó casi media temporada del año siguiente hasta que por fin probé una de ellas. Y me acuerdo perfectamente del día que conocí a Alberto, pero me acuerdo perfectamente también de la primera vez que utilicé una Emergent Sparkle Pupa de LaFontaine.
Fue en el Eo, en San Tirso de Abres, en un parado que hay justo aguas abajo de la pasarela que cruza hacia la piscina. Siempre pescaba ese tramo con moscas pequeñísimas o con escarabajos, y ese día no había manera de hacer subir ningún pez, así que para esos momentos en los que lo habitual no funciona, no está de más tener algún experimento raro o alguna mosca que se salga de lo normal, así que cogí una de las de color marrón y la até al terminal.
En una docena de lances me dió tres o cuatro truchas. Todas pequeñitas, sí, pero dado que llevaba un buen rato de no mover un pez y que tampoco es que ese tramo estuviese de aquella a reventar de truchas ni mucho menos, el resultado fue muchísimo mejor de lo que cabría pensar.
Desde ese día las estuve utilzando el resto de la temporada y recuerdo esa misma temporada dos días de pesca espectaculares con esas moscas. Casi siempre con la gris o la marrón. Pero las lanitas se me iban terminando así que no quedó otro remedio que hacer un pedido a una web que tenían los herederos de LaFontaine, ya que era el único sitio en el que se podía comprar el material original. Los pedidos interconintales en aquella época eran toda una aventura, también hay que decirlo, pero con suerte como tres o cuatro semanas después me llegó el paquete con dos bolsitas de antron de ese blanquecino que me había dado Alberto, y dos bolsas de cada color de la lanita famosa.
Desde el día ese en el Eo hasta el final de esa temporada había enloquecido con esa mosca. Pescaba siempre. En cualquier sitio. En cualquier momento. Hiciese el tiempo que hiciese. Así que ya para ese otoño, al empezar a preparar las moscas para el año siguiente, llené solamente con moscas de esas una caja C&F de las pequeñas, la de cuatro caras, que creo que se llamaba 1506F o algo así. Tú mira como hay que estar de trastornado para meter en una caja 288 Emergent Sparkle Pupas, en todos los colores y tamaños.
Y siempre he usado la versión emergente, la que lleva un poco de pelo de ciervo, porque descubrí rápido que pescaba tanto flotando, como hundida, como dejándola derivar, dándole pequeños tirones por la superficie o bajo ella, dragando... Ya he dicho que funcionaba siempre. Así que a la versión hundida no le haría ni caso hasta unos cuantos años después. También sería otra sorpresa cojonuda, pero esto sí que ya va a quedar para otra ocasión.