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Un día en Barbellido

4 de diciembre de 2024
Desde siempre me han causado una gran atracción estética esos ríos que discurren plácidamente entre praderas de montaña, sin demasiada vegetación a su alrededor.

Como mosquero que empezó su andadura en ríos cerradísimos de bosque que cada tres lances enganchaba la mosca seis veces, pensar en pescar en ríos de pequeño tamaño donde el riesgo de enganchar la mosca en la vegetación fuese inexistente siempre me pareció un paraíso.

En su día pesque en Asturias alguno así, aunque no hay demasiados. Y también alguno en León. Donde más ríos hay de este tipo es en Pirineos, pero aunque me han invitado a ir un montón de veces la verdad es que me siempre me dio mucha pereza porque me quedaba lejísimos de todo. Desde Asturias una kilometrada del copón, y desde Madrid algo menos, pero también lejísimos.

En mi caso, pasé muchos años yendo a pescar caminando. O sea, salía por la puerta de casa ya vestido de pescador y llegaba al río en menos de cinco minutos. Tanto el Eo como el Suarón atravesaban fincas que eran propiedad de mi familia. Algunas las conservamos y otras se han perdido en expropiaciones para arreglar carreteras o en herencias con dos docenas de herederos. Pero viviendo en Piantón y en Vegadeo, llegaba al Suarón desde cualquiera de las dos casas en menos de cinco minutos caminando. 

La finca que más nos dolió perder fue la que teníamos donde ahora está la zona de baños de Plantón. Bueno, no ahora, porque esa expropiación fue hace por lo menos treinta años. Antes de eso teníamos una especie de playa fluvial privada, con su catarata, presa de molino, trampolín y pozo en el río de dos metros de profundidad en el que nadar y zambullirse a gusto con los amigos o la familia. Luego eso dejó de ser nuestro y lo llenaron de parrillas, papeleras, bancos y demás, y ya quedó el acceso abierto a todo el mundo y bien señalizado, para que no faltase nunca su buena dosis de usuarios. Pusieron más parrillas que papeleras, eso sí, para que siempre haya una buena excusa para dejarlo todo bien lleno de mierda.

Pero perdóname, que me voy por las ramas y venía yo hoy a hablar de Barbellido. Porque desde que me mudé a Madrid se me puso a poco más de dos horas de coche uno de esos escenarios de pesca con los que siempre había soñado. Y aunque ahora hace ya cinco o seis años que no he vuelto, allí he tenido días maravillosos de pesca.

Especialmente el primero de ellos.

El viaje sin complicaciones. Y eso que el GPS me mandó por una carretera que era el trayecto más corto pero también el que más baches debía tener, así que lo comido por lo servido.

Para aparcar tampoco ningún problema. Subí hasta el refugio y allí dejé el coche.

Y una vez cambiado y disfrazado ya de mosquero, a bajar andando por la carretera hasta encontrar un camino que bajaba hacia un puente semiderruido y desde el que se accedía perfectamente al río.

La fase de disfrazarse de mosquero en mi caso incluye también la preparación de caña, carrete, línea y bajo de línea, y la elección de la mosca y el atado de la misma al terminal. Así que cuando llego al río simplemente tengo que sacar unos pocos metros de línea y ponerme a pescar. Ya lo dejo todo listo junto al coche. 

La mosca elegida para mi primer día en Barbellido no tenía nada de particular, ya que es la primera mosca que suelo poner siempre que voy por primera vez a un río de montaña o alta montaña. Un tricóptero en el 16 o el 14, con el tejadillo en cdc khaki, cuerpo con una pluma de cdc retorcida en color caldera, hackle rubión, poste naranja y tórax en libre o ardilla. Así que como siempre, esa fue la elegida.

Y al primer lance, una trucha. Minúscula, pero trucha al fin y al cabo.

Y al segundo lance, otra trucha. Ésta algo mayor y que se me soltó por estar mentalmente en Babia y no en Barbellido.

Mira, yo nunca he sido muy de llevar la cuenta de las capturas en cada jornada de pesca. Durante años llevé un diario en el que apuntaba todo: número de peces, con qué moscas, temperatura del agua, temperatura ambiente, si el día había sido soleado, nublado, lluvioso... Todo.

Pero el número exacto de capturas solo lo apunté el primer año o año y medio, y después cambié a poner simplemente un bien, mal o regular en el apartado correspondiente a la cantidad de peces capturados, porque andar pescando y haciendo cuentas me causa cierta sensación de incompatibilidad. 

Lo que sí hago es llevar casi siempre la misma cantidad de moscas, y de estos tricópteros llevo en la caja siempre media docena del 16 y media docena del 14. Es decir, doce en total.

Pues bien, desde el puente ese en el que accedí al río hasta donde tenía el coche debe haber por el río como dos kilómetros o dos kilómetros y medio, y cuando llegué a la altura del refugio, donde tenía el coche aparcado, ya hacía rato que venía preocupado por si me iban a llegar las doce moscas para todo el día, porque entre las dos o tres que perdí, las cinco o seis que me dejaron destrozadas y lo que quedaba todavía de día, ya que había empezado a pescar como a las 10:00 de la mañana...

Y efectivamente no me llegaron las moscas que llevaba de ese modelo.

Estuve pescando unas ocho horas más o menos, en tres tandas de dos horas y media o tres horas, con parada entre medias de cada tanda para comer, beber, mear y fumar un cigarro tranquilamente. Y no sé las truchas que subirían a por la mosca, pero diría que a la sacadera llegó una media de docena o docena y media de truchas por hora de pesca, y subir a por la mosca más o menos el doble.

Y digo mosca porque cuando se me acabaron los tricópteros esos empecé a usar unos ecdyonuridos en paracaídas en el 14 también con cuerpo con pluma de cdc retorcida, en este caso en color granate, y los resultados fueron los mismos todo el día.

Ahora bien, hay que tener en cuenta otras cosas, porque no todo fue perfecto.

He vuelto a Barbellido después de aquello unas cuantas veces más y en ninguna de esas ocasiones se me volvió a dar así la cosa.

Y luego hay otro tema terrible en el que no había pensado yo inicialmente cuando me imaginaba pescando ríos de montaña que atravesasen bucólicos prados en los que el mayor obstáculo que te puedes encontrar es una buena cagada de vaca.

Con lo que yo no había contado era con el viento y con el sol. Porque ese primer día apenas tuve nada de viento, pero otros días sí me tocó un vendaval que hizo que no aguantase ni dos horas en el río. Así que ese primer día, como digo, no tuve viento, pero sí tuve un sol de justicia desde por la mañana hasta última hora de la tarde, y no hay en todo el río un sitio en el que te puedas cobijar para ponerte aunque sea diez minutos a la sombra.

Así que me acordaré toda la vida de aquellas truchas de mi primer día en Barbellido, pero me acordaré también de las quemaduras en el dorso de ambas manos, que me duraron una semana y que fueron las culpables de que desde entonces lleve siempre conmigo unos de esos guantes sin dedos de protección UV. Y de que, además de llevarlos, los use con frecuencia.  
3 de diciembre de 2024
Podría escribir un libro de pesca que se llamase "Encuentros con la Guardia Civil". Daría para unas cuantas decenas de páginas incluyendo únicamente mis peripecias varias con miembros del cuerpo. Tenía trece o catorce años y no hacía tanto que me habían regalado mis padres mi primer equipo para pescar a mosca. Lo había dejado en la casa del pueblo, en Piantón, porque ya a tan tierna edad era consciente de lo malísimo que era manejando dicho equipo y no estaba la cosa como para llevarlo a ríos en los que te pudieses cruzar con cualquiera, por vergüenza más que nada, así que solo lo usaba de vez en cuando en el Suarón, que era como una especie de coto privado para un par de docenas de pescadores y nos conocíamos prácticamente todos. Más cercana o más lejana, de hecho, la mayoría casi éramos familia. O vecinos de toda la vida, que casi es lo mismo. Lo de que los vecinos de toda la vida son casi lo mismo que la familia se puede decir siempre que no haya habido previamente alguna de esas historias relacionadas con "mover os marcos", como diría algún gallego. Entonces ahí lo mínimo en cualquier encuentro era tirar de algún apero de labranza, los más pobres, o de motosierra, los más pudientes, porque en los pueblos las diferencias muchas veces se arreglaban de manera que a día de hoy saldría la cosa en los periódicos, y lo leeríamos pensando si se trata de una noticia real o fake. Y pensarás que estoy exagerando, pero incluso a día de hoy, conozco a dos que llevan un hacha siempre en el maletero del coche como posible método de autodefensa en caso de necesidad. Pero bueno, volviendo a la pesca, creo que esto ya lo he contado alguna vez. Mira si tenía poca idea que la primera vez que monté el equipo até el trenzado al final de la línea con un nudo de cirujano. Con dos cojones. El caso es que siempre llegaba como loco a las vacaciones de verano, cuando acababa el colegio o el instituto, porque eso equivalía a estar en el pueblo más o menos desde San Juan hasta San Miguel. Y eso significaba jugar al fútbol todos los días con los amigos del pueblo, ir a la playa siempre que no lloviese, bañarse en el río todos los días a eso de las 9 de la noche, antes de subir a casa a cenar y todas las trastadas típicas de adolescentes y preadolescentes, ya que en las pandillas que se forman en pueblos pequeños con apenas 150 habitantes, te juntas en la misma pandilla con integrantes que van desde los 13 hasta los 20 años. Pero también significaba poder usar el equipo de mosca una o dos veces a la semana durante dos meses. Porque en la pandilla había otro par a los que también les gustaba la pesca, y muchas mañanas nos escapábamos un rato al río. A cucharilla siempre conseguíamos sacar alguna trucha, uno de ellos pescaba a cebo muy bien, nos regalaban en la pescadería cabezas y tripas de pescado que usábamos para pescar anguilas, con ahogadas alguna vez salía algo y fue a mi al que le dió por probar eso de pescar a mosca. Y lo de "pescar" igual es mucho decir. La historia es que en vacaciones y a esas edades alcanzas un estado de abandono en el que con suerte sabes en qué día vives o corres el riesgo de terminar desayunando a la hora de la merienda y cenando a las cuatro de la mañana mientras los de la Teletienda te intentan vender la Roto-razer o cualquier otro gran invento similar. Porque no había tantos canales como ahora, y lo único decente que te podías encontrar a esas horas era alguna reposición de Juzgado de Guardia o las dos semanas que te ponían los conciertos del Festival de Jazz de San Sebastián o del de Vitoria. El resto era Teletienda o carta de ajuste. Así que un día de esos de completo desorden horario, en tus felices quince o dieciséis años, decides que haces desayuno y comida todo en uno, y que como está el día nublado y sin nada de viento va a ser una buena tarde para dedicarla a eso de la mosca. Montas el equipo, te pones las Gaviota y te subes a la biciletita que hasta el río es todo cuesta abajo y no hace falta pedalear. Luego a lo mejor quedaba la bicicleta tres días donde la habías dejado, porque al terminar preferías subir hasta casa caminando en lugar de pedaleando, pero las cosas funcionaban así. Y una vez escondida la bicicleta te preparas para meterte al río cuando escuchas el sonido inconfundible del Nissan Patrol blanco y verde y piensas que ya vienen estos a tocar los cojones, como siempre. Decía el padre del amigo ese que pescaba bien a cebo siempre que los veía: "a ver si hoy no traen puestos los calzoncillos de joder". Di tú que para el padre de este amigo los calzoncillos de joder los llevaban siempre, que él era el furtivo mayor del reino. El caso es que al ver acercarse el Patrol ya te preparas para ir sacando todos los papeles y esperas con ellos en la mano hasta que llegue el consabido "buenas tardes, documentación". Da lo mismo que te pidan los papeles del coche, que el DNI, que la licencia de pesca. Creo que para que les diesen el visto bueno en la academia en aquellos años los dos únicos requisitos eran haberse aprendido esta frase y lucir un bigote como Dios manda. La sorpresa siempre llegaba cuando lo que salía de debajo de los labios que se movían semiocultos por el bigote era algo diferente a la frase habitual. Algo como lo que dijo aquel día: "Pero vamos a ver, ¿tú sabes qué día es hoy?". Y te quedas pensando cómo coño le explicas tú a ese hombre que no, que no tienes ni la más remota idea de qué día es, pensando si estarás a 14 o a 23. Lo bueno es que con su habitual diligencia ellos mismos se encargan de traerte de vuelta a la realidad con solo dos palabras: "¡Es jueves!". Y piensas ostia puta la madre que me parió que ya la he liado. Por suerte, la suma entre la cara de estupor de un crío de catorce años, más algún grano aquí y allá, las Gaviota con los parches y que se ve que ya las han reutilizado por lo menos tres generaciones y el flequillo que apenas deja que se te vean los ojos, el hombre del bigote se apiada un poco y te manda para casa con un definitivo: "Mira, como se ve que todavía no habías empezado, vas a coger la bicicleta y vas a volver para casa con la caña desmontada, que nosotros no vamos a hacer nada, pero si pasa el Seprona o la guardería igual no tienes tanta suerte". Y al final te toca subir pedaleando.
2 de diciembre de 2024
A mí nunca me gustó matar los peces. Ni siquiera de niño me gustaba. Lo hacía porque era lo que había, pero no me causó nunca gran satisfacción y además tengo alguna especie de tara que me impide comer nada que yo haya matado, ya fuesen truchas, pollos, conejos o lo que fuera. Así que cuando me enteré que se podía pescar sin muerte no tardé ni medio segundo en decidir que a partir de aquel momento, ese sería mi modus operandi. Creo que desde ese día hasta hoy he llevado para casa menos de una docena de peces. Recuerdo un par de lubinas como de un par de kilos para hacer al horno, un dentón una vez, un par de noches de esas de llevar un caldero de chocos y no recuerdo muchos más días de haber convertido los peces en pescado. De hecho, mi costumbre de pescar ríos del occidente asturiano completamente alejados de cualquier rastro de actividad humana tiene mucho que ver con esto, ya que en aquellos años y en aquella época, que se corriese la voz de que pescabas sin muerte, en aquella zona, lo mejor que te podía traer era que te pinchasen las ruedas del coche. Ahora ya no voy tanto por allí, pero no sé yo si habrá cambiado mucho la cosa. El caso es que uno de esos ríos que frecuentaba era el Agüeira. Un río que en su recorrido presenta zonas muy distintas y que yo iba a pescar básicamente a los tramos que conocía porque llevábamos toda la vida yendo a bañarnos a distintos sitios donde había buenas pozas en las que hacer unos largos o algún puente o peñasco con suficiente profundidad debajo como para hacer de Tarzán, pero sin liana. Y uno de mis sitios favoritos estaba en A Coba, que nunca he tenido muy claro si pertenece al ayuntamiento de San Martín de Oscos o al de Pesoz. Ahí llevábamos toda la vida subiendo a bañarnos en un pozo que hay a 200 metros de donde se aparca el coche, donde termina la carretera, así que cuando tuve el carnet y ya libertad y medio para moverme por toda la zona, fue uno de los sitios a los que fui a menudo. Era un poco rollo porque era de esos sitios con un único acceso al río en varios kilómetros aguas abajo o aguas arriba, de modo que si empezaba a pescar desde ahí, luego tenía que volver por el río hasta el punto en el que había empezado, ya que no había otra opción para volver al coche. Pero como me encantaba ese tramo, nunca había nadie y de aquella estaba el río lleno de truchitas, para aprender a mosca a pescar me venía como Dios. Y lo de que nunca había nadie se cumplió siempre excepto un día, en el que estando metido en medio del río, todavía cerca del punto donde empezaba a pescar, a unos 150 metros aguas arriba, me llevé el susto del siglo cuando a un degenerado no se le ocurrió otra cosa que empezar a dar palmas a lo loco. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue contestar: "¿Qué? ¿Saco la guitarrita y tú haces de Camarón y yo de Tomatito?". Menos mal que contuve el impulso porque el que yo había tomado por un degenerado era un agente del Seprona. Así que a salir del río y a enseñar licencia, equipo, documentación y demás. Y como no podía ser de otra manera, vino el preceptivo registro acompañado de un semi-streeptease, ya que por la zona eran mucho de esconder las truchas en las ingles. "Verá usted, señor agente, sucede que yo pesco sin muerte y suelto todas las truchas independientemente de su tamaño. Por mucho que busque no va a encontrar nada". Aquí cambiaron las tornas y el que empezó a pensar que el degenerado era yo, fue él. Pero en esto tuve suerte y me tocó un Guardia Civil de esos que tienen tacto, así que sin dejar de mirarme como si fuese Ancelotti, con una ceja más alta que la otra, por fin abrió la boca para soltarme un: "¿Vienes hasta aquí para soltar las truchas? Vamos, no me jodas..."
1 de diciembre de 2024
Cuando me trasladé a vivir a Madrid se me puso al alcance un río al que no había podido ir nunca antes: el Tormes. Habré ido desde entonces unas cuarenta o cincuenta veces. La mayor parte de ellas a Salamanca y menos veces a Ávila. No recuerdo ya el nick que utilizaba, pero nunca olvidaré la cantidad de veces que entraba en Conmosca a la galería de fotos para ver una y otra vez a aquel hombre con sombrero que subía fotos de aquellas truchas con pintas rojas aleopardadas, pescadas en el Tormes en Salamanca, y con las que fantaseaba constantemente. No solo por el tamaño de las mismas, sino también por el tipo de aguas en las que habían sido pescadas. A mosca seca y en tramos de aguas lentas o muy lentas, como a mí más me gusta. Ya hacía moscas para el Tormes cuando estaba en Asturias y no había ido todavía a pescarlo nunca. No me refiero a que las hiciese para otros, que también, sino que tenía una cajita con unas cuantas efémeras y tricópteros hechos para mí. Las que todos sabéis: el 580, el 4717, el 559, el 968, el tricóptero del Chorrón... Así que estando ya en Madrid, el primer otoño que pasé aquí, guardé un par de días para acercarme al Escenario Deportivo Social y poder al fin pescar el Tormes. Debo decir que la primera vez que fui lo hice acompañado por un local, así que me facilitó bastante las cosas. Pescamos a ninfa y a seca un par de docenas de truchas cada uno, alguna decente, y la cosa me pareció un poco aburrida la verdad. Lo de la pesca fácil me aburre casi siempre. Para la segunda fecha que me había reservado me lo pensé un poco, porque ya me tocaba ir solo y viendo que en esa primera jornada la cosa había salido facilona y que de las truchas aleopardadas ni rastro, pues no estaba muy seguro de qué hacer. Al final fui. Y nada que ver con el primer día. Fui a los mismos sitios con las mismas ninfas y las mismas secas, y de las dos docenas a ninfa y otras dos docenas a seca, ni rastro. Librando el bolo a ninfa de puro milagro. El caso es que esa temporada terminó y ahí se quedó el Tormes, con sus dos caras, la fácil y la imposible. Como cualquier otro río. Como cualquier otro pez. A partir de ahí, como decía, he vuelto unas cuantas veces más hasta que la vegetación empezó a comerse el río y, parece ser, a las truchas. Así que aquí no cabe ya seguir hablando de pesca, sino de medio ambiente. Porque independientemente de que uno sea pescador o no, se nos supone que somos también amantes de la naturaleza. Y ver el Tormes como estaba la última vez que fui hacía que se te cayese el alma a los pies. Y de esto hace tres años. Lo que veo ahora cuando alguien comparte alguna foto o algún vídeo hace que se te caiga el alma a los pies. No sé los años que me quedarán de vida, pero una de las cosas que me gustaría es volver a ver este río como lo conocí hace ya unos cuantos años. Los que lo conocían ya decían entonces que la cosa no era como antes, pero yo he tenido ahí jornadas de pesca maravillosas. Y, para mí, con que volviese a estar igual que en esas jornadas ya sería suficiente.
30 de noviembre de 2024
Que nadie se alarme que no vamos a hablar del panfleto de Marhuenda. Vamos a hablar de una cosa que decía José Antonio Marina: "Las opiniones se respetan o no dependiendo de su contenido, razón y coherencia". Por cosas que no vienen al caso ahora, fui alumno un cuatrimestre de Gustavo Bueno El Viejo, porque como ahora hay dos, ya que su hijo a base de enchufes y recomendaciones va por la vida también de filósofo incel, como su padre, ya es necesario hacer la distinción. Como con los Catones, Catón el Viejo, el de los puerros que echó a correr escapando de los numantinos en cuanto los olió de lejos, y Catón el Joven, el que se cargó sin juicio previo a todos los fans de Catilina. Pues con los Bueno, lo mismo. Gustavo Bueno el Viejo y Gustavo Bueno el Joven. Y era el Viejo el que decía algo así: "¿Cómo va a valer su opinión lo mismo que la mía si yo he dedicado toda mi vida al estudio y al pensamiento?". En la pesca con mosca pasa un poco lo mismo. A ver, a mí no se me ocurriría discutir de Física, Matemáticas o cualquier cosa así con un físico, un matemático o lo que sea, porque básicamente no tendría ni idea de lo que estoy hablando. Igual que tampoco discutiría de Música o Historia con alguien que no haya estudiado Música o Historia porque no tendrían ni idea de lo que están hablando. Pero en actividades como la pesca con mosca, donde hasta ahora siempre ha pesado más la experiencia que la ciencia, te puedes encontrar también con individuos que piensan que sus opiniones valen más que las de cualquier otro y que están realmente convencidos de ello. En la pesca con mosca nadie tiene razón, salvo los peces. Esto es muy importante y hay innumerables ejemplos de ello, pero voy a poner solamente uno y así todos nos entendemos. Coges a uno de los supuestamente mejores pescadores del mundo, que ha sido campeón del mundo por equipos, se celebra el campeonato de España en su río, donde ha estado pescando toda la vida, y desciende a segunda división. Cualquiera que vea a este pescador hablando pensará que tiene razón en todo lo que dice, pero si pensamos que se puede dar el mayor de los fracasos incluso cuando tienes que pescar en el patio de tu casa, la única conclusión a la que podemos llegar es que en esto de la pesca los únicos que tienen razón son los peces. Y sé que debería haber escrito este artículo para publicarlo en la primera semana del año, cuando empezó todo esto y así evitar según qué comentarios o respuestas, pero como me gusta contemplar de cerca las reacciones humanas he preferido dejarlo para el final. Sí, ya sé que todavía queda un mes para acabar el año y que se trata de publicar un artículo al día, pero es que a partir del 1 de diciembre los artículos que quedan hasta Navidad van a ser diferentes a todo lo publicado hasta ahora. A partir de mañana empieza una historia diferente. Así que para no darle muchas más vueltas, insisto en la misma idea: la pesca con mosca no es una religión. En el Concilio Vaticano I la Iglesia Católica se declaró infalible y desde entonces no se puede retractar de sus dogmas, aunque sepan ya desde hace tiempo que muchos de esos dogmas son únicamente delirios que trataban de responder a situaciones históricas concretas y que a día de hoy no se sostienen por ningún lado. Algunas religiones se basan en creencias que no se pueden poner en duda. Y frente a la religión tenemos la ciencia, que justamente se basa en que toda la comunidad científica ponga en duda cualquier idea, teoría, hipótesis o pensamiento, para tratar de desentrañar la verdad. Pero es que la pesca con mosca tampoco es ciencia, porque el 99% de esa comunidad no pone en duda nada y sigue creyendo a pies juntillas ideas que tienen cien o ciento cincuenta años. Así que en la pesca con mosca llevamos siglo y medio creyendo que hacíamos ciencia mientras nos comportábamos como si en realidad fuese una religión. Y ahí han surgido un montón de obispos década tras década que estaban completamente convencidos de que tenían razón. Estaban convencidos de la infalibilidad de sus afirmaciones. Y no. Los únicos que tienen razón son los peces. Y los demás hacemos lo que podemos. Pero a mí ya me pasa como a Maruja Torres. Ya estoy en esa edad en la que digo lo que me apetezca porque me la suda absolutamente si a alguien le parece bien, mal o regular. Y, además, estoy también ya como Snoopy, y no voy a gastar un gramo de energía en discutir nada de pesca con nadie. Que cada uno piense lo que quiera, que yo ya sé lo que tengo que pensar. Y así, todos contentos.
29 de noviembre de 2024
De vez en cuando viene bien echar un vistazo atrás en busca del origen de las cosas. Cuando se empezó a utilizar el apodo de "Barón Rojo" para una determinada mosca, esa mosca era la MP81 de Marc Petitjean. Es que de hecho, si ves el montaje original es la que tiene forma de avioncito. Forma que no se ha respetado en la mayoría de las degeneraciones posteriores reversionando esa mosca. Que muchas de esas adaptaciones funcionan, claro. Yo uso también alguna de ellas. Pero a día de hoy es una batalla completamente perdida ya que Barón Rojo es cualquier cosa roja, cuando esto no debería ser así porque para moscas rojas sin más ya teníamos otros nombres, o se podrían haber buscado nombres nuevos. Así que la batalla del nombre, el apodo y el montaje original la daremos ya por perdida, porque ese terreno es irrecuperable. Pero como el montaje original se empezó a degenerar hace como quince o veinte años y hay muchísimos pescadores que no se han molestado nunca en comprar unas cuantas MP81 originales de Petitjean, o montarlas con los materiales que lleva el patrón original, me gustaría hacer una pequeña aclaración sobre el color, ya que el Barón Rojo, el montaje que se ganó la fama cuando casi todos comprábamos sus originales y casi nadie la montaba por sí mismo, no era rojo. Era granate. Si te vas a la página de Marc Petitjean y buscasa MP81 verás que aparece la ficha de montaje y el cdc utilizado es el color 15. El color 15 es un tono granate, frente al color 11 que es un rojo, rojo. Y Petitjean no usa el color 11 que es el rojo, rojo. Usa el 15, que es un color mucho más granate que rojo. A lo largo de los años yo mismo he probado muchísimas veces con los dos rojos. Con el 11 y con el 15. Y aunque seguramente muchos que no se han molestado en pasarse años probando las dos opciones tendrán su propia opinión, la mía después de haber probado con ambas opciones, es que el color 15, el que tira a granate, pesca mejor que el 11, el que es rojo, rojo. Tampoco descarto que sea una cosa psicológica mía, porque tengo algún amigo que no quiere las de color granate ni a tiros. E incluso alguno que para tamaños grandes prefiere el color granate y para tamaños pequeños el rojo. O al revés. Y algunos que solo los quieren en color óxido, teja o naranja. Alguno incluso quiere el montaje tipo MP81 como la original pero en color oliva. De hecho, cuando alguien me pedía que le hiciera unos barones, salvo indicación expresa en sentido contrario, siempre utilizaba el rojo. No el granate. El rojo. Porque durante un par de años las hacía siempre con el color 15 de Petitjean y nueve de cada diez, al recibirlas, siempre decían: "ehhh, que los barones que me has mandado no son rojos!". Así que para evitar esto, los acabé haciendo en rojo, rojo. Menos los que hacía para mí, que siempre eran granates. Para mí o para algunos que sí habían comprado antes originales de Petitjean y me decían previamente que los querían iguales en materiales, forma, color y demás. Ahí sí mantenía también el granate. Lo que siempre me ha extrañado muchísimo es que nunca nadie pida la MP82, que para mí siempre ha sido mucha mejor mosca que la MP81. Ahora bien, debo ser de los pocos que piensan así porque si cualquiera echa un vistazo a la web de Petitjean a día de hoy, a finales de 2024, podrá comprobar que la MP82 ha desaparecido de su catálogo de moscas.
28 de noviembre de 2024
Creo que una de las cosas que más he repetido a lo largo de este año es que siempre intento llevar en la caja moscas de las que no usa nadie. Lo he dicho mil veces. Yo uso dos tipos de moscas: las que usa todo el mundo y las que no usa casi nadie. También he dicho alguna vez que antes de terminar el año contaría alguna cosa sobre alguna mosca que uso y de la que no había hablado nunca antes. Así que hoy vamos con una de esas moscas. No es un invento reciente ni mucho menos. Tampoco nada desconocido, pero, ¿a cuántos pescadores españoles conoces que utilicen la RS2? Yo a ninguno. El patrón original fue diseñado por Rim Chung y básicamente era unas colas con micro fibbet's en V, un cuerpo y tórax en dubbing de castor y un remedo de alas montadas con plumón proveniente de la base de una pluma de hackle. Con este patrón original yo nunca fui capaz de aprender a pescar bien. Pero como también he dicho millones de veces, cabezas capaces de inventar cosas disruptivas hay muy pocas, así que lo mejor para los demás es que tratemos de aprovechar diseños que nos parecen interesantes y adaptarlos a nuestra forma de pescar, a nuestras aguas y a los materiales que estamos habituados a utilizar. El diseño original me pareció genial cuando lo conocí. Una especie de ninfita para pescar justo en la película. Y antes de entrar en la variante que he estado utilizando con bastante éxito desde hace mucho tiempo, me gustaría traer unas palabras de Rim Chung: "Como fui montador profesional en mi juventud y era uno de esos montadores que eran básicamente «imitacionistas», llevaba conmigo unas 3000 moscas. La RS2 me permitió tener un enfoque mucho más minimalista y ahora llevo encima cinco o seis modelos de moscas. Yo estoy mucho más satisfecho con este enfoque minimalista, y los peces también". Como decía, el patrón original nunca fui capaz de utilizarlo correctamente, o no se adaptaba bien a mi forma de pescar, de manera que empecé a pensar en la mejor manera de adaptarlo a mis gustos y mis necesidades. El primer tema a tener en cuenta fue el de la flotabilidad, así que los cercos los dejé tal y como están en la original, y después de probar unas cuantas variantes, para el cuerpo, me quedé con la pluma de cdc retorcida al estilo de las moscas de Marc Petitjean. Dice Petitjean que sus moscas flotan por el hecho de hacer los cuerpos con ese sistema, ya que los raquis del cdc son huecos y eso otorga mucha flotabilidad a las moscas hechas de ese modo. Yo en estas cosas técnicas prefiero no entrar demasiado, porque la verdad es que no tengo ni puta idea y todo lo baso siempre en prueba y error. Me quedo con lo que funciona y descarto lo que no me va bien. Y estos cuerpos para la RS2 me van bien. Y como es uno de los sistemas que siempre pruebo, la verdad es que casi desde el primer o segundo año que empecé a utilizar esta mosca ya las hacía casi todas así. Y las versiones en superfine, antron, liebre, castor y demás quedaron descartadas relativamente rápido. El tema que me llevó más tiempo fue el sustituto para ese plumón de la receta original, que nunca me gustó, y que a día de hoy todavía sigo probando distintas variantes, ya que no estoy al 100% convencido con ninguna de ellas. Pero no te preocupes, que básicamente las variantes que manejo a día de hoy solamente son tres, aunque hablaré de cuatro. Voy de la que más me gusta a la que menos. La que más me gusta es utilizar un poco de polyyarn en color gris medio o beige, que aporta un poco de flotabilidad y se ve relativamente bien, ya que el principal problema de esta mosca es la visibilidad. Con la opción del poliyarn esto se solventa un poco, y no funciona mal. Hay que echar un poquito de impermeabilizante en el cuerpo y las alas y a pescar. La segunda opción que más me gusta es colocar un mechón de cdc en color gris claro o gris natural. Esta variante también pesca bien, pero tiene una gran desventaja frente a la anterior: es una mosca para un solo pez. Después de cada captura tienes que sustituir la mosca con la que has pescado por otra igual, y yo ya no estoy para estas cosas, la verdad. Y la tercera opción que más me gusta de todas las que he probado está hecha con un mechón de pelo de alce o de corzo, en función de la visibilidad que necesite, atado por la parte más fina y recortado a la medida necesaria. Es otro de esos materiales huecos, así que se supone que flota bien y se ve bastante bien. El problema es que pesca peor que las dos anteriores. Y desde hace unos años he probado otra variante diferente que a día de hoy es la que está casi en exclusiva en mi caja: con un mechón de kapok. Esta es mi favorita porque tiene todo lo bueno de las tres anteriores: flota, se ve bien, permite varias capturas con la misma mosca y que siga flotando como debe, tiene buena durabilidad... El primer año que empecé a probar con el kapok todavía llevaba alguna de las anteriores, pero a día de hoy llevo un 90% de las RS2 con el mechón que simula las alas en kapok y un 10% en poliyarn. No es una mosca fácil para pescar, pero la he usado muchísimo en lugares de esos de truchas imposibles y siempre ha pescado. Siempre. Si te planteas en 2025 probar una sola mosca que nunca hayas utilizado antes, mi recomendación sería que pruebes con esta.
27 de noviembre de 2024
Publicaba ayer un artículo con una selección de moscas para determinados tipos de río. Digo ayer porque me imagino que publicaré los dos artículos seguidos, pero bueno, si no fuese así, el anterior se llama igual que éste, así que es fácil de encontrar. Hoy lo que voy a hacer es publicar el listado con las moscas que ataría a mi terminal en primer lugar en una serie de ríos concretos a los que he ido a pescar en numerosas ocasiones. Eso sí, hay ríos en este listado que solo pesco a principios de temporada, otros a los que solo voy en verano, otros a los que solo voy en septiembre u octubre... Lo digo porque en algunos casos serán moscas más genéricas y en otros casos moscas más específicas, y eso suele estar asociado a mi preferencia por ir a determinados ríos en una fecha u otra. Empezamos. - Río Sil. La primera mosca que pongo siempre es una efémera montada en el 16 o 18 con la tintada verdosa del 4122 de Zirayón. En anzuelo un poco resistente, eso sí, pero sin mucha complicación: colas en indio medio, brinca amarillo limón, tórax en liebre y cdc khaki. - Río Porma: En anzuelo del 18 o 20 una efémera con colas en indio claro, alas en cdc natural brown, cuerpo en un rayón de Toña sin referencia que es un carne anaranjado, algunos lo llaman Fanta de Toña, otros Carnina de Toña, te puedes volver loco con eso, y luego tórax en liebre y brinca con el 177 de Gütermann. Esto lo digo ya y así vale para todos los montajes: a mi hace tiempo que no me gusta la brinca en huevo ni en amarillo real, así que en los montajes en los que usaba el 417 o el 106 como brinca, hace años que uso siempre el 177 sustituyendo a esos dos. - Río Esla. Anzuelo del 18-20, colas en indio medio, alas en cdc khaki, sin brinca, cuerpo en dubbing hecho con rayón de La Paleta, mezclados el 3281 (40%) y el 3104 (60%) y tórax en liebre verdoso. - Río Órbigo. En el Órbigo siempre me han funcionado muy bien los verdes, y aunque hace años que no voy por allí, cuando iba, normalmente utilizaba el 615 en primavera o luego en septiembre/octubre y el 662 o 663 en verano. En anzuelos del 18-20 y con brinca limón en el caso del 662-663 y con el 177 de brinca en el caso del 615. - Río Omaña. En el Omaña no me complica la vida lo más mínimo. Es río de poner de cabeza la MP81. De hecho, para todos los demás ríos de León que ya no voy a mencionar uno por uno, a excepción del Duerna que solo lo he pescado dos veces y no tengo criterio desarrollado, la MP81 es la mosca que utilizo el 90% del tiempo. - Río Carrión. Aquí si me tengo que quedar con una mosca me quedo con el 3279 de La Paleta montado en anzuelo del 18-20-22, con colas en indio avellanado, brinca con el 177, alas en cdc natural brown y tórax en liebre. - Río Tormes. Aquí seguramente todo el mundo se estará esperando el famoso 580, pero si te digo la verdad, aunque hace cuatro o cinco años que no voy, los últimos años que fui me funcionaron mucho mejor moscas en verde que la amarillo limón, así que prefiero quedarme con el 559 de Gütermann, Borayón 4717 o incluso alguna tintada del 334, brincados con el 177, colas en indio medio, alas en cdc khaki y tórax en liebre. - Río Eo. Aquí siempre me funcionó mejor que ninguna otra mosca un tricóptero en tonos tostados que fue evolucionando con los años. Inicialmente era un tricóptero de León con cuerpo en antron tostado, tejadillo en pardo tostado y hackle brown. Y en los últimos tiempos el mismo tipo de tricóptero pero montado con cola de faisán dorado para el cuerpo, tejadillo en corzo o cdc y falso hackle en cdc. Y entre medias, y durante muchos años, un tricóptero similar a estos pero con tejadillo con culo de becada. - Río Narcea. Aquí voy a separar el tema en dos partes. Porque una cosa es por debajo de la presa, y otra cosa es aguas arriba de la presa. Por debajo de la presa, sin ninguna duda, la mosca que más truchas y reos me ha dado han sido los caenis. Es cierto que muchísimas veces he pescado el Narcea al amanecer, que se está mucho más tranquilo que en los serenos, pero es que incluso en muchos atardeceres he pescado con caenis con buenos resultados. En mi caso los caenis son muy sencillos: colas en gris clarito, cuerpo con hilo de montaje rosa muy claro, tórax en ardilla y alas tipo spent con pelo de liebre ártica gris claro también. Por supuesto he pasado por docenas de diseños de caenis, pero éste es el que más he utilizado. Aguas arriba de la presa es un río en el que siempre me han funcionado muy bien los olivas pajizos a lo largo de toda la temporada, así que me quedo con esa tintada más verdosa del 977 brincado en amarillo limón, en anzuelos del 16 o 18. - Río Cares. Este es muy fácil: la hormiga. Desde el 14 al 22. Negra, eso sí. He probado otros colores y ni fu ni fa. Y si no sirve la hormiga, una efémera amarillo limón con el 580 de Gütermann, no el de plástico, el de bobina salmón, en el 18 o 20. - Río Piloña. De quedarme aquí con una mosca me quedo con el Fly-Rite 34. Si pensamos en el Piloña solamente como Infiesto, a lo mejor me quedaba con otra, pero si pienso en el Piloña en toda su extensión, me quedo con el 34 sin duda. - Río Sella. El Sella es otro de esos ríos que nunca se me ha dado del todo bien. Hay ríos que se nos dan muy bien y otros que a lo mejor no son más difíciles, pero que no se nos dan tan bien. El Sella es de esos, de los que no se me dan muy bien. Durante muchos años habría dicho que mi mosca de referencia para el Sella sería el 286 de Gütermann, pero la verdad es que los mejores resultados los he tenido allí con la U22, que consiguió que pareciese que no se me daba tan mal el Sella, así que de quedarme con una, me quedo con esa. - Río Pigüeña. Aquí sin ninguna duda las moscas con las que más he disfrutado y con las que más he sufrido ha sido con los dípteros diminutos. He probado tantísimos montajes diferentes que no me sería posible quedarme con uno, pero cuando ya no iba nunca al Pigüeña el díptero que más he usado es el que hago con cuerpo con una pluma gris muy oscura de cdc para el cuerpo, tórax de fibras de esa misma pluma tipo dubbing, alas en cdc gris natural. - Río Aller. Este es otro de esos que no se me da nada bien... De hecho se me da bastante peor que el Sella. Pero desde hace unos años estoy usando allí una mosca que hace subir a las truchas sin mayor problema. El problema soy yo a la hora de clavarlas. La mosca en cuestión de una versión de la ninfa-seca de los Urruzuno hecha con Fly-Rite 11 y usando para el hackle en palmer del cuerpo o dark barred ginger o golden badger. - Río Caudal. Aquí me quedo sin ninguna duda con una efémera del 18 o 20 montada con colas en indio avellanado, cuerpo en sedón El Molino actual con el color 7554, brinca con el 177, alas en cdc natural brown y tórax en liebre. - Río Miño. Me acuerdo perfectamente que la primera vez que iba a ir a pescar el Miño, en Lugo, un conocido de allí me dijo que tenía que pescar con una efémera pequeña y "rosita". A mi cuando me hablan de rosa para moscas secas solo contemplo el 659 o 660 de Gütermann o el 3234 o 3236 de La Paleta. La verdad es que ya ni recuerdo si probé todas estas, o incluso quizás otras, pero lo que sí sé es que en el caso de tener que ir al Miño, desde no recuerdo cuando, la opción siempre es el 3236 de La Paleta. - Río Navia. Aquí habría que hacer como en el Narcea y separar la parte de abajo de la que está por encima de las presas, pero como aguas abajo de la presa de Arbón te juegas la vida, lo digo ya para que a nadie se le ocurra ir por allí: no vayáis. Ningún pez merece la pena corriendo el riesgo que se corre allí. Pescar en esa zona del Navia desde dentro del río es arriesgarse a que tu cadáver aparezca en el Cantábrico unas horas o unos días después. Para el río Navia por encima de los tres embalses me quedo sin ninguna duda con un tricóptero avellanado, el que siempre usé por allí, con cuerpo en color crema, tejadillo en indio avellanado y hackle también avellanado. Tamaños del 16 y 18. Por cierto, por encima de los tres embalses o entre medias de ellos también hay sitios en los que te juegas la vida, pero no dentro del río, sino en los barrancos que hay que bajar o subir para entrar o salir del río. - Río Agüeira. Un afluente no muy conocido del Navia. Con un montón de pequeños arroyos y ríos tributarios a su vez. Los he pescado todos. En multitud de ocasiones. Creo que tuve temporadas de cuarenta o cincuenta salidas de pesca solo para el Agüeira o alguno de sus tributarios. Y, sin duda alguna, la mosca que más peces me ha dado en toda la cuenca del Agüeira ha sido la Usual. - Río Suarón. Un afluente del Eo. El río que pasaba por delante de mi casa. Salía de casa vestido ya con el vadeador y las botas y la caña montada, y en tres minutos caminando estaba ya metido en el río pescando. La mosca con la que más truchas he pescado aquí, lejos de las demás, ha sido con un tricóptero montado con dubbing de liebre, tejadillo en pardo encendido y hackle dark barred ginger. Me acabo de dar cuenta de que ya estoy agotado de escribir todo esto del tirón y que apenas llevo dos provincias y media, como quien dice. Creo que de este artículo habrá parte III, porque no he pescado en todos los sitios posibles, pero me quedan unos cuantos ríos a los que sí he ido al menos una o dos docenas de veces, así que habrá que seguir otro día.
26 de noviembre de 2024
Voy a escribir dos artículos que pueden parecer el mismo, pero que van a ser un poco diferentes. En este caso voy a escribir sobre las moscas que utilizaría en los distintos ríos según su ubicación y tipología. En el siguiente sobre moscas que utilizaría en un par de docenas de ríos concretos que he pescado muchas veces. - Ríos de alta montaña. Para los ríos de montaña, entendiendo estos como ríos con muchas chorreras, corrientes fuertes y truchas que no se lo piensan demasiado, mis moscas favoritas son dos: una efémera y un tricóptero. Las dos están montadas en paracaídas. En el caso de la efémera me gusta utilizar moscas en tonos teja o granate, con colas en micro fibbet's o pardo de León, el cuerpo montado con una pluma de cdc retorcida al estilo de las moscas de Marc Petitjean, un tórax en liebre o ardilla, un poste en color rosa o naranja y un hackle rubión o gris oscuro. En el caso del tricóptero el cuerpo es de color oliva amarillento, generalmente con liebre, el tejadillo en corzo o cdc, el poste rosa o naranja y el hackle brown o dark barred ginger. - Ríos de media montaña. Aquí sigue habiendo espacio para los tricópteros y una de las moscas que siempre utilizo es un tricóptero con cuerpo en dubbing de oreja de liebre, tejadillo en cdc y falso hackle también de cdc. También me gusta mucho utilizar en este tipo de ríos imitaciones de pequeños plecópteros, que pueden estar hechos en paracaídas cuando la visibilidad es mala o con falso hackle de cdc cuando la visibilidad no es tan mala. En ambos casos llevan cuerpo con una fibra de pluma de buitre, tejadillo en indio acerado oscuro y las que van en paracaídas con hackle brown o gris oscuro y las otras con falso hackle de cdc. La tercera mosca que utilizo muchísimo en este tipo de ríos es la MP81 de Marc Petitjean. - Ríos de llanura, tablas y corrientes. Para pescar las aguas más movidas de los tramos medios y bajos de los ríos la mosca que más utilizo es una emergente montada íntegramente en Fly-Rite 34. Exhuvia, cuerpo y tórax todo con el mismo material y las alas en cdc. Y es en este tipo de ríos donde más utilizo las moscas en seda y rayón, usando sobre todo el 4122 y 249 a lo largo de toda la temporada, el 258 y 379 sobre todo en primavera, y el 3277, el 662 y el 580 durante el verano. - Ríos de llanura, tramos de aguas lentas. Aquí sin ninguna duda las dos moscas que más utilizo son mi díptero negro y la U22 de los Urruzuno. Sobre estas dos moscas escribí en su día un artículo específico, de modo que no me voy a extender más en este momento. Son dos de las mejores moscas que he usado para pescar sobre cebada, y en este tipo de tramos es donde nos encontramos peces cebándose de manera más habitual. Capítulo aparte merecen otras moscas que utilizo independientemente del tipo de río del que se trate. Y aunque han ido variando a lo largo de los años, ya que me aburre bastante pescar siempre con lo mismo, entre las de uso habitual en cualquier tipo de río podría destacar las siguientes: Usual, F-Fly, IOBO Humpy, Adams, oreja de liebre, Charnoz, escarabajos, Red Tag o Griffith's Gnat. No hay ninguna cosa excesivamente compleja, ni secreta, ni rebuscada ni nada. Todas estas moscas han estado más o menos de moda según el momento, y pasa a veces que en lugares muy pescados determinadas moscas que usamos casi todos empiezan a no funcionar tan bien. Cuando me parece que está pasando eso, simplemente vuelvo a usar alguna de las que había dejado de utilizar en temporadas anteriores y las voy rotando de esa manera, para tener siempre algo que no es demasiado usado, aunque sí lo haya sido en el pasado. La última gran jornada de pesca a mosca seca que he tenido, un día de esos de clavar unas cuantas docenas de peces, la tuve en un tramo muy conocido y muy pescado. Y las primeras dos horas parecía que no querían nada. Se me ocurrió meter una Adams de las de toda la vida, con alas en puntas de plumas grizzly y hackle grizzly y rubión mezclado, y estuve unas cuatro horas que no paraba de sacar peces con esa mosca en pleno mes de julio. Obviamente no sé parecía a nada de lo que estaban comiendo, al menos en color, así que estoy convencido de que hacía tiempo que no les pasaba nadie por el morro moscas secas con hackle tradicional, y ante la "novedad", no se lo pensaban demasiado. Y, de hecho, como Adams de esas solamente tenía tres o cuatro, cuando se me acabaron puse una Griffith's Gnat en el 18, por aquello de seguir con el hackle grizzly, y se las comían igual. Como siempre digo, no se trata de llevar en la caja todas las moscas del planeta ni tampoco de llevar cosas que hayas inventado tú y solamente conoces tú y no se parecen a nada que use nadie más. La mayoría de las veces, con llevar unas cuantas buenas moscas, de las que todos sabemos que pescan, es más que suficiente. Luego hay que tener un poco de suerte al elegir la que vas a utilizar, o tener un poco de experiencia acumulada. Y ya está.
25 de noviembre de 2024
El año pasado, en 2023, volví a montar para mí tres o cuatro docenas de moscas con hackle tradicional. Diría que llevaba unos siete u ocho años sin utilizar ninguna mosca de este tipo. Bueno, eso si no contamos la Shimazaki Ant, que lleva un par de vueltas de hackle montado de la manera tradicional. Pero sin contar esa, mis únicas moscas con hackle eran las que hacía en paracaídas. Y si no contamos tampoco la ninfa-seca, ahora que me acuerdo, que lleva hackle también, aunque sea en palmer en el cuerpo. Yo, como muchos otros, el cdc empecé a tomarlo en serio ya a principios de este siglo. Y si bien al principio la proporción en la caja de secas era como de un 90% moscas de las de toda la vida y un 10% moscas de cdc, diría que unos diez años después, mis cajas de moscas presentaban esa proporción justamente a la inversa. Así de rápido se ha impuesto el cdc, ya que mi caso no es especial y he visto esa misma evolución en un periodo similar de tiempo en muchos otros pescadores y montadores. Bastaba únicamente con ver la galería de montajes de Conmosca en su día, que allá por 2003 o 2004 eran casi todas las moscas con cuello de gallo, con hackle, y diez años después todo el mundo subía ya moscas secas en cdc. Y eso que al principio el 99% de nosotros no tenía ni puta idea de usar el cdc, ni de seleccionarlo, ni nada. Si te pones a mirar catálogos de tiendas españolas de finales de los años 90, revistas de esa misma época y demás, se veían moscas en cdc que no es que estuviesen precisamente bien hechas, se veían unas fibras de cdc que viéndolas hoy te llevan a pensar que la selección del cdc no era la más adecuada... En fin, casi todo mal. Sí es cierto que algunas moscas del catálogo de Lake and River eran una excepción a esto. Cuantas truchas me dió los primeros años el díptero piolín. Y aun así, pescaban de cojones. Pescaban tanto que las moscas con hackle en cuello de gallo prácticamente desaparecieron en un periodo de unos pocos años. Porque yo he dicho que tardé diez años más o menos en invertir la proporción de moscas de cdc respecto a las moscas con hackle en gallo, pero la verdad es que a partir del segundo o tercer año, aunque seguía llevando más moscas de las de hackle en la caja, la verdad es que ya apenas las utilizaba. Pero las tenía hechas y la caja llena de esas moscas, así que ahí siguieron unos años hasta que las vendí o regalé casi todas. Porque pescar con moscas de cdc era súper sencillo. Ponías Fly-Rite 34 o Fly-Rite 11 o mismamente oreja de liebre, un par de plumas de cdc y a pescar. No había pez que no subiese si estaba puesto y preparado para comer. En algunos sitios y algunos días era una detrás de otra. Durante años, además, utilizaba un cdc más bien clarito que se veía de cojones. Sería un color similar al que llamaron después Khaki Campbell. Y también con el color ashgrey de Bennechi, que era un gris clarito que pescaba de narices también. O sea, tenías moscas que pescaban un montón y se veían que daba gloria. Pero unos años después ya no pescaban igual y como tantos otros empecé a probar oscureciendo un poco el cdc, y ahí llegaron los de color "natural brown", que son en realidad una cosa entre crema oscuro y marrón, y luego el "natural khaki" que ya sabéis todos como es, y que en todo caso es más oscuro que el "natural brown". Y ya los últimos años he estado pescando casi exclusivamente con cdc gris natural o khaki más bien oscuro. Es decir, a lo largo de un periodo de uso de un material de unos veinte años más o menos, para tratar de mantener el mismo nivel de efectividad ha tocado ir oscureciendo el material en cuestión. Así que aquí pueden pasar tres cosas: 1) Que os esté diciendo siempre a propósito que el cdc oscuro pesca mejor para que os pongáis a usar todos cdc oscuro, ya nadie use el de tonos más claros y así poder volver a usarlo yo y que me funcione como al principio. 2) Que las truchas tengan más memoria de la que nos pensamos y, además, más miedo que memoria, y hayan ido aprendiendo a identificar determinadas características de nuestras moscas como una señal de peligro. 3) Que efectivamente el cdc oscuro pesque mejor que el más clarito y que eso no sea de ahora, sino que siempre haya sido así, porque en países con tradición de uso del cdc anterior al nuestro suelen tirar de cdc que nosotros no querríamos ni en pintura por ser demasiado oscuro. La 1 está descartada por motivos obvios. Con 5000 visitantes de media al mes en la web tendríais que hacerme caso los 5000 y aun así habría muchos más que ni se enterarían de nada que diga yo, así que tranquilos, que sigo con los pies en la tierra y no me he convertido en uno de esos idiotas que creen que lo que piensan ellos se convierte en doctrina para los demás. Descartada la 1, podríamos pensar que es la 2. Pero va a ser que no. Es posible que en un momento y situación concretos de mucha presión de pesca las truchas identifiquen el cdc con cierto peligro. Por ejemplo, las semanas siguientes a que se celebre un campeonato en el Órbigo o el Piloña, si vas a pescar con las mismas secas y las mismas ninfas que se han utilizado en la competición, seguramente las vas a pasar canutas. Pero si esas mismas truchas se dejasen sin tocar durante un mes completo, y de repente el día 31 permitiesen de nuevo la pesca, ¿crees que no estarían más facilonas que en momentos de alta presión de pesca? Lo estarían. Ya lo vimos con la pandemia, que se quedaron meses tranquilas y cuando se pudo volver a ir de pesca hubo días que era un festival. Nos queda entonces la tercera opción, que es por la que yo me inclinaría. En España, gracias a la pluma de León, tenemos una tradición enorme en el uso de gran variedad de colores de pluma y eso mismo lo aplicamos inconscientemente al cdc. Ya sucedió al adaptar los montajes de ahogada a la seca, que alguno se volvía loco tiñendo cuellos de gallo hasta dar con el tono avellanado perfecto para las carnes y las fantas, pero en otros países para montar efémeras habían usado casi siempre cuellos de gallo en color gris y cuando empezaron a usar masivamente pluma de culo de pato, siguieron con el gris sin darle al asunto demasiadas vueltas y tan contentos. A día de hoy diría que el cdc que más pesca es el gris natural, pero también es el que peor se ve. Ahí cada uno tiene que poner su balanza particular de pros y contras y decidir. Tengo un amigo que siempre me dice cuando me encarga moscas: "con el cdc clarito ese que tienes tú eh, que ya sé que pescan peor, pero las otras no las veo". Y si no las ves, no clavas, así que él tiene claro en su balanza lo que prefiere. El tema es que, como decía al principio, al empezar a notar cierta pérdida de eficacia con las moscas de cdc empecé a rumiar la idea de volver a las moscas con hackle. Y al principio costó un poco, así que añadía dos o tres vueltas de hackle con unas alas en cdc en V, y finalmente en 2023 volví a montar moscas solo con hackle y alitas en punta de pluma, sin cdc. Y siguen pescando igual que siempre. En algunos momentos mejor incluso que las de cdc, porque casi todas las que monté fueron modelos que tenía tanto la versión en hackle como en cdc, por ejemplo el 4122, el 379 o el 249. Y por supuesto hice también algunas que no tienen versión en cdc como la Griffith's Gnat. El caso es que con todas ellas pesqué. Y en 2024 con todo el rollo este del artículo diario y todos los cientos de moscas que he tenido que hacer para otros no he tenido apenas tiempo para hacer moscas para mí y he ido tirando de sobras que tenía por casa y cosas así, pero para 2025 que ya puedo volver a rellenar una caja como es debido, las moscas con hackle van a ser por lo menos el 50% de las que lleve en la caja.
24 de noviembre de 2024
Leía el otro día a un nutricionista, Luis Zamora, hablando de un estudio de la Universidad de Michigan en el que afirmaban que cada hamburguesa con queso que te comes te resta nueve minutos de esperanza de vida. Un año tiene 525600 minutos. Para perder un año de esperanza de vida te tendrías que comer 58400 hamburguesas con queso, si no he hecho mal los cálculos. Suponiendo que te comieses una hamburguesa con queso al día todos los días de tu vida, para comer 58400 hamburguesas tendrías que vivir 160 años. Hay gente por ahí que ve datos tan llamativos como ese de que una hamburguesa con queso te resta nueve minutos de esperanza de vida y cree que es una gran estrategia de marketing. Creen que el miedo es la mejor estrategia para motivar a las personas para que actúen de una forma o de otra. Es lo mismo que las fotos horrendas esas de los paquetes de tabaco. ¿Conoces a alguien que haya dejado de fumar porque en el tabaco le aparezca una foto de un pulmón ennegrecido abierto en canal o porque salga una foto con una boca con los dientes destruidos? Yo no. Pues en la pesca con mosca durante muchos años han estado usando esta misma estrategia con todos nosotros. "Si no practicas lanzado no vas a llegar a determinados peces". "Si no practicas lanzado no vas a poder lanzar cuando haya viento". "No se te ocurra ir de pesca si no llevas en tu caja el 431 de Gütermann". "No puedes pescar a ninfa con cañas de menos de 11 pies". Y así todo. Todo siempre empezando con el "no" para que te acojones. Para que visualices tus futuros fracasos en el río, el mar o donde sea que vayas a pescar. A mí ya me da un poco lo mismo porque soy completamente inmune a todas estas gilipolleces y total, pa cuatro días que me quedan para terminar el año y que se publique el último artículo el día 31, pues qué quieres que te diga... Pero vamos, si algo le pudiese pedir yo a 2025 y de ahí en adelante, sería que dejen de intentar acojonarnos con cualquiera de estas gilipolleces y que el mensaje que transmita todo el mundo sea justamente el contrario. Porque para pasar un rato divertido en el río no necesitas dos docenas de cañas, una para cada situación que se te presente, ni llevar encima dos mil moscas ni, por supuesto, lanzar como si fueses Paul Arden. Un porcentaje enorme de los pescadores tienen el equipo justo, no llevan encima cientos o miles de moscas y, desde luego, no lanzan como Paul Arden. Y seguro que todos ellos se lo pasan como los indios en el río. Se divierten, se olvidan de sus problemas, han hecho amigos, han conocido lugares que de otro modo no habrían conocido, han tomado algún chupito de algún orujo local hecho artesanalmente en la zona de pesca o han probado alimentos que de otra manera no hubiesen probado. La pesca te abre las puertas del paisaje, del paisanaje y de la cultura local de aquellas zonas que visitas, y si de vez en cuando clavas algún pez, miel sobre hojuelas. Pero ese mensaje rancio y trasnochado que nos lleva a pensar que no vamos a disfrutar de la pesca si no lanzamos como Paul Arden, si no pescamos como Pascal Cognard o si no montamos como Bill Logan, deberíamos hacer entre todos un esfuerzo enorme por ignorarlo y que todos los que andan todavía metidos en la estrategia esa del miedo, sean de una vez por todas material caducado. Como decía, a mí me quedan cuatro días por aquí, y soy inmune a todas estas cosas. Y, además, a todos los que andan usando esa estrategia para vender sus moscas, sus cursos de pesca o sus cursos de lanzado, creo que los tengo ya bloqueados en cualquier medio, así que no me llega nada de lo que escriben o cuentan. Me he acordado ahora de esto por el idiota este de las hamburguesas y los nueve minutos de vida. Seguro que nos quita mucho más tiempo de vida el aire infecto de muchas de nuestras ciudades, por decir algo. Pero se puede ser feliz pescando sin ningún miedo a no lanzar lo suficientemente bien, sin llevar todas las moscas del planeta encima y hechas con los materiales más exclusivos o si de vez en cuanto te toca comerte un buen bolo.
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