Llevamos ya unos cuantos cientos de años con la cosa esta de la pesca con mosca, e incluso si pensamos únicamente en la pesca con mosca moderna, como actualmente la entendemos, vamos ya camino de los doscientos años.
Y sigue habiendo pescadores convencidos de que una parte prima sobre todas las demás. Y hay para todos los gustos. El que cree que lo único importante es la mosca. El que cree que lo único importante es el bajo de línea. El que cree que lo único importante es la lectura del agua. El que cree que lo único importante es la experiencia. El que cree que lo único importante es la presentación. O el que cree que lo único importante es el lanzado.
Quizás te llame la atención que haya separado lanzado y presentación, así que empiezo por esta parte.
Lanzar como ejercicio gimnástico basado en la simple repetición y el desarrollo de la memoria muscular necesaria está muy bien. Como quien tira con arco o quien hace tiro al plato. Todos estaremos de acuerdo que por muy bueno que seas tirando al plato o en el tiro con arco, eso nunca te convertirá en un gran cazador. Es por esto por lo que considero que enfocar todo en el lanzado es una gran pérdida de tiempo si de lo que se trata es de convertirse en mejor pescador.
Pero es que, además, lo más probable es que te resulte complicado dar con un instructor de lanzado que te vaya a decir que tu principal objetivo debería ser apartar la línea todo lo posible de la ecuación. Y con apartar la línea me refiero a no utilizarla siempre que esto sea posible, no a aprender lo suficiente como para reducir su mala influencia en tus presentaciones. Te van a enseñar mil lances de presentación adecuados a cada tramo de río que estés pescando, aparte de los fundamentos básicos del lanzado, supongo, pero ninguno va a entrar en el meollo fundamental de la cuestión, que es el hecho de que en muchas ocasiones se puede pescar sin la línea, tanto para pescar a seca, como para pescar a ninfa como para pescar en tándem. Y no hay mejor manera de quitarse la línea de en medio que dejarla metida en el carrete.
Obviamente no sirve para todos los escenarios y condiciones, pero sirve para muchos. Y no hay mejor presentación de una mosca seca, una ahogada, una emergente o lo que sea que aquellas en las que la línea queda metida en el carrete y el bajo de línea apenas toca el agua.
Luego también tenemos a los que lo fían todo a la mosca.
He venido observando con el tiempo que cuantos más años de río tiene un pescador menos le importan las moscas. No se cumple en todos los casos, claro, pero al menos en lo que yo conozco esta es una afirmación que se ciñe bastante a la realidad.
Para no meter a nadie más en jaleos, hablaré únicamente por mí mismo. Yo fui un puto enfermo de la mosca. De la mosca exacta. De la mosca realista. No de la mosca realista como esas que parecen microesculturas dignas de cualquier museo. De la mosca realista en lo que se refiere a tamaño, silueta y color. En lo que se refiere a tratar de buscar la mejor imitación posible del insecto concreto que estuviese eclosionando en cada momento.
A día de hoy, muchas veces, ya decido en casa con qué moscas voy a pescar en la siguiente salida de pesca, y rara vez necesito usar ninguna más. Básicamente porque saco al portamoscas una docena y media de moscas con los tres o cuatro modelos que tengo pensado usar ese día, y no suelo necesitar recurrir a la caja para buscar otras moscas casi nunca.
También he sido un enfermo de los bajos de línea. He pasado por todos los aciertos y errores que se pueden cometer en la confección y uso de los bajos de línea, he probado docenas de recetas y tipos de bajos de línea y al final me pasa un poco como con las moscas. Cada año que pasa me va dando todo más igual y al final echo mano de cualquier cónico que tenga por casa, siempre que se conserve en buen estado, y le añado dos o tres tramos en función de lo que mida el cónico y su grosor final, y listo.
Y he dejado para el final lo de la lectura del agua o la lectura del río o como lo quieras llamar.
Esto es igual de importante o más que todo lo demás, pero es lo único que no se puede contar ni enseñar.
Y digo que no se puede contar ni enseñar porque muchísimas veces me ha pasado que estaba pescando con alguien, tanto con pescadores con muchísima experiencia como con otros que no habían pescado a mosca ni media docena de veces, y todos ellos han sacado peces en sitios en los que yo no habría posado la mosca ni en sueños. Y al contrario. Yo he sacado peces donde ellos no habrían tratado de poner su mosca.
Cada uno tenemos una forma de pescar y una forma única de interpretar el río que tenemos delante de nosotros. Es absurdo intentar empeñarse en que alguien lo vea del modo que tú lo ves, porque a lo mejor no está en su naturaleza ver lo mismo que tú ves.
A mí ya se puede empeñar el mejor profesor de canto del mundo en enseñarme a cantar que seguramente el resultado final sería que yo no daría una nota en el sitio y él acabaría suicidándose. Puedo escuchar una melodía y silbarla tal cual o tocarla en la guitarra de oído, sin necesitar la partitura, pero soy absolutamente incapaz de cantarla. Y no solo eso, soy incapaz de escuchar mi propia voz para tener una mínima consciencia de si estoy cantando esa melodía bien o mal.
Pues con la lectura del agua pasa un poco lo mismo. No todo el mundo tiene esta capacidad igual de desarrollada ni sirve que uno que la tenga muy desarrollada trate de enseñárselo a otro que a lo mejor ni siquiera tiene la capacidad de desarrollarla.
Pero bueno, tampoco pasa nada. A quien le cueste interpretar donde podría estar un pez y como será su comportamiento previsto, tiene la solución muy fácil: si no eres capaz de leer el río lo solucionas de forma muy sencilla posando tu mosca en todas las posturas posibles.
Y, de hecho, ni siquiera estoy seguro de que esto no sea al final más eficaz que fiarnos de nuestra lectura del agua. El que es consciente de que no se le da bien lo de leer el río y va posando sus moscas en todas las posturas posibles que le va ofreciendo el río, a lo mejor tiene al final más opciones de capturar peces que aquel que lo fía todo a su experiencia y solo posa sus moscas allí donde cree que le van a dar un pez.
Y todo esto sin entrar en lo que pueda significar ser un buen pescador, que sería tema para otro artículo o para varios.