Todas las moscas pescan

23 de mayo de 2024
De vez en cuando alguien me envía fotos de sus moscas para que les diga lo que cambiaría, qué me parecen, cómo se podrían mejorar o lo que sea.

En general no hay gran cosa que cambiar en todas esas fotos que recibo. Incluso en el caso de alguno que era muy, muy principiante, son moscas con las que va a poder pescar sin ningún problema.

Yo pescaría con ellas.

Seguramente piensen que se lo digo por quedar bien o por ser amable o algo similar, pero no tiene nada que ver con eso.

Cuando alguien me manda una foto de alguna mosca para que le dé mi opinión, siempre pienso lo mismo. Recuerdo las moscas con las que yo empecé a pescar, cuando compré un par de blísteres plásticos con una docena de moscas cada uno y dos moscas por modelo que había que verlas. Y si con aquellas moscas yo fui capaz de hacer subir algún pez, con las moscas de las fotos que me envían ahora no me cabe la menor duda de que se puede pescar perfectamente. No un pez. Muchos. 

Otra cosa muy distinta es que a mi me gusten las moscas o que yo las hiciese de ese modo o cambiase alguna cosa. Pero eso es desde mi punto de vista, el punto de vista del pescador. Son cosas muy distintas. Una cosa es que a mí como montador/pescador me guste una mosca, y otra muy distinta es que cualquier pez pueda pensar que es comida. Es como si digo que el 432 o el 900 de Gütermann no me gustan y alguno se cree que quiero decir que no pescan. Digo que no me gustan a mí, no que no les gusten a los peces. A mí no me gustan los olivas muy oscuros tipo 432, 397, 398, 901 y similares, ni tampoco me gustan los aceituna muy verdosos tipo 900, 582 y similares. Pero es una cuestión de gusto mía, no de efectividad. Los he probado todos y he pescado con todos ellos. Pero siguen sin gustarme. Porque yo he pescado truchas con muchas moscas que no me gustan nada, pero es que me gusta probar incluso las moscas que no me gustan. Porque si cualquiera un día me encarga que le haga alguna de esas moscas que a mí no me gustan, tengo la responsabilidad de haber pescado lo suficiente con esa mosca como para saber hacerla de modo que a esa persona que sí le gusta le vaya a funcionar bien. 

De hecho, yendo incluso algunos pasos más allá, mi punto de vista o lo que a mí me guste o me deje de gustar no debería importarle un comino a nadie. Creo que va a llegar un día en el que no me importe ni a mí mismo, porque hace quince años solo ataría a mi bajo moscas hechas por tres personas aparte de las que hago yo, y actualmente ataría a mi bajo sin ningún problema la mayoría de las moscas que veo por ahí. Supongo que el porcentaje seguirá creciendo y llegará el día en que ate a mi bajo cualquier mosca.

Porque cualquier mosca puede pescar una trucha.

Incluso moscas mal hechas, que en lugar de posar como deben se posan de cualquier manera pueden engañar peces. Sin ir más lejos, recuerda que hay moscas diseñadas específicamente para que floten mal, o mejor dicho, para que floten bien pero aparentando estar mal, que es lo que pasa con muchas naturales. ¿O crees que las truchas no toman moscas que bajen medio desmadejadas o desmadejadas del todo por el medio del río? ¿Crees que las truchas no comen moscas naturales que estén sobre la superficie posadas de lado, medio hundidas o a las que les falte una ala y la mitad de las colas? Pero bueno, lo que te decía, ahí tienes por ejemplo la Cripple de Galloup, diseñada específicamente para imitar a una efémera que baja hecha mierda por la corriente. O las stillborn emergers. Hay un montón de ejemplos. 

Yo soy muy de hacer experimentos, como seguramente sepas ya, y hace unos cuantos años reduje la cantidad de moscas que llevaba en la caja a menos de la cuarta parte. Pasé de ir al río con dos cajas grandes, dos medianas y dos pequeñas, a llevar solamente una caja.

Voy a ponerlo de memoria, pero básicamente, solo en moscas secas, esto es lo que más o menos usaba:

- De Gütermann: 6, 7, 19, 40, 131, 139, 149, 152, 160, 165, 170, 207, 208, 221, 249, 258, 273, 282, 286, 292, 300, 330, 350, 362, 381, 394, 400, 404, 405, 416, 420, 431, 448, 449, 458, 463, 465, 488, 489, 528, 559, 580, 600, 612, 614, 615, 644, 659, 660, 722, 724, 777, 823, 849, 893, 895, 896, 898, 900, 901, 974, 977, 979, 981, 985...
- De La Paleta: 3234, 3322, 3277, 3600, 3279, 3254, 3256, 3255, 3234, 3236, 3221, 3281...
- De El Molino (de dos o siete cabos): 236, 234, 277, 254, 255, 221 y otros que ni sé qué número son. 
- Rayones o sedas de Ray, Erasona, Organsin, Mariposa, AuChalet, Soie de France, Presencia, Zirayón, Alikun, Toña, Marruecos, Castilla-Valencia...
- Tricópteros en cdc. corzo, becada o pluma de León en tonos canela, tostado, verde amarillento, liebre natural...
- Dípteros oliva, grises, negros, escarabajos, saltamontes, plecópteros grandes y diminutos...
- Más las moscas clásicas que no podían faltar: Adams, F-Fly, MP81, MP82, Griffith's Gnat, Charnoz, Orejas de liebre, Elk Hair Caddis, Humpy, Red Tag, Gallica 30, Tricolor, Peute...
- Moscas hechas con todos los dubbing que estuviesen de moda en el momento, fuesen naturales, antron, Fly-rite, spectra, hare-tron, ice dubbing, camello o lo que fuera y otras hechas con dubbing de fabricación propia que no se podían conseguir en ningún otro lugar...

Todo lo que puedas imaginar. Hubo un año que empecé la temporada con casi 1400 moscas secas en mis cajas. Dos cajas C&F grandes del modelo 3308 a las que ponía en la cara de foam una de diez hileras en lugar de la de 8 que traen originalmente, dos cajas medianas de compartimentos tipo Myram y dos cajas de las pequeñas de C&F del modelo de cuatro caras, creo que se llamaba 1506-F.

O sea, un puto trastornado. 

Pero lo que te decía de reducir el número de moscas no fue el experimento, eso fue una decisión estudiada y motivada a conciencia. Puro sentido común. El experimento fue que la segunda o tercera temporada después de empezar a ir reduciendo poco a poco, cuando ya solo llevaba en la caja media docena de modelos hechos con seda o rayón (que fue lo primero que me encargué de reducir), me puse a pescar con esas moscas todo el año a ver qué pasaba.

No recuerdo ahora de memoria cuáles serían exactamente las referencias de hilos que llevaba en la caja ese año, pero como los colores que llevo siempre son los mismos, vamos a poner en este ejemplo referencias que casi todos conocemos:

- Gris verdoso Gütermann 273.
- Aceituna Gütermann 431.
- Carne La Paleta 3277.
- Fanta La Paleta 3279.
- Oliva pajizo Gütermann 249.
- Amarillo limón Gütermann 580.

Estos son los seis colores que siempre llevo. No importa la referencia del hilo ni el material con el que estén hechas las moscas. A veces en lugar del 580 va el 3281, o el 662 aunque no sea lo mismo exactamente, o el 255 o el 849 en lugar del 431, o el Amann 379 o el Gütermann 258 en lugar del 273... Eso nos da igual ahora. No es lo importante. 

A lo que iba es a que desde abril hasta octubre fui tratando de sacar al menos unas cuantas truchas con cada una de esas moscas en cada mes de la temporada, y no hubo ninguna dificultad para hacerlo.

Sí, salieron truchas con el 3279 en abril. Y con el 273 en julio. Sin mayor dificultad.

A veces estamos demasiado predeterminados por la tradición o la costumbre, y damos por hecho que algo ha de ser así, solo porque ha sido así desde hace tiempo. Y no quiero que suene mal, porque tengo un respeto absoluto por la tradición, que me parece un punto de apoyo para comenzar magnífico, pero que como todo en la vida, se puede dejar atrás y superar. Pero la realidad es que en los tiempos modernos hemos estado todos demasiado leonizados, y como se pesca en León no tiene nada que ver a como se pesca en una garganta de Gredos, en un río de A Terra Chá de Lugo o en un río calizo de Cuenca. Es normal porque muchos de los que han sido editores o directores de revistas de pesca eran leoneses de nacimiento o adopción, así como muchos de los que escribían artículos, hacían vídeos o lo que sea. Insisto en que no lo estoy criticando, sino constatando una realidad. Las cosas son como son.

El tema es que hay muchos pescadores que pasan la mayor parte del tiempo pescando los cuatro ríos que tienen al lado de casa y se piensan que lo que les ha funcionado allí toda la vida sirve para todos los sitios, y que está todo inventado y el que no lo haga así no tiene ni puta idea. ¿Cuántos años llevamos unos cuantos insistiendo en que los escarabajos son unas moscas demoledoras para pescar truchas? Pues a día de hoy siguen siendo unas imitaciones extrañas, ya que la mayoría de los pescadores no suelen atar un escarabajo a su terminal para pescar truchas con él casi en ninguna circunstancia. 

Yo siempre te estoy invitando a que trates de escapar de eso, porque es la mejor manera de descubrir que cosas que siempre se han dado por hechas, muchas veces no son tan así. No te imaginarías la cantidad de tramos con fama de truchas ultra complicadas en los que he pescado sin ninguna dificultad usando un escarabajo de foam en un anzuelo del 12. 

En la pesca con mosca no hay cosas que estén bien o estén mal. Es como el arte, no como las matemáticas. A mí me puede gustar el hiperrealismo de Antonio López y a tí el cubismo de George Braque. Pero no es que una cosa esté bien y otra mal. Es una cuestión de gustos a la que, en el caso de la pesca con mosca, se le añade la variante de la funcionalidad y también de la experiencia. 

Así que sí, cualquier mosca puede engañar un pez, lo que no quita que haya moscas que tienen una mayor efectividad en cualquier momento de la temporada que otras. O algunas que en determinadas zonas sabemos todos que funcionan y así ya no hace falta pensar nada más. Vamos a lo seguro y no tenemos más que disfrutar de la pesca y el entorno. Pero no nos autoengañemos. El hecho de que vayamos en modo piloto automático tirando de lo que más o menos sabemos que funciona, no significa que no vaya a funcionar algo que se salga por completo de esa costumbre. 

Recuerdo que hace muchos años me encontré con un pescador francés en León. Yo no hablo ni papa de francés y él apenas hablaba español y no hablaba nada de inglés. A pesar de todo más o menos pudimos entendernos un poco hasta comprender los dos que nos gustaría ver las moscas del otro. Me quedé de piedra. Y él también.

Él llevaba dos cajas C&F de las pequeñas, de las no estancas. Una era la 1506, la de cuatro caras, que iba llena hasta los topes con dos modelos de ninfas: orejas de liebre y ninfas de faisán. Y en la otra, una C&F de las pequeñas de dos caras, llevaba en una cara todo orejas de liebre con cdc y con falso hackle de liebre y, en la otra cara, solo había otro modelo, la grise à corps jaune o gris de cuerpo amarillo.

En nuestra precaria comunicación llegamos a la conclusión de que estaba tan extrañado yo de que él solo llevase dos modelos de secas, como él de que yo llevase docenas de secas iguales, con su hackle, sus colas y sus dos alitas en cdc o puntas de gallo, pero en docenas de colores diferentes.

El caso es que le dejé ir pescando un buen rato mientras le acompañaba mirando, ya que cuando estoy con otro pescador en el río siempre prefiero acompañar y mirar que pescar yo, porque se aprende mucho, y el francés no tenía dificultad alguna para ir sacando peces aquí y allá usando la gris de cuerpo amarillo. Luego quiso que intercambiásemos algunas moscas y yo le pedí que me diese un par de sus bajos de línea, que me parecían mucho más interesantes que las moscas. 

No fue aquella la primera vez que pensé en que quizás llevaba demasiadas moscas distintas, porque eso ya me rondaba la cabeza hacía tiempo, pero sí que fue una de las cosas que más me ayudó a dar el paso para reducir la cantidad de moscas.

A ver, cualquiera habría pensado: "si este tío con dos moscas pesca lo mismo o más que yo que llevo cuarenta y siete tipos diferentes de efémeras, ¿no me convendría más simplificar un poco?".

Pues a lo mejor sí, y a lo mejor no.

Porque al final que la trucha tome una mosca o no depende más del pescador que del pez. Y esta es una idea jodida, porque nos pone contra la pared, ya que en caso de no pescar una mierda los responsables somos nosotros, no un pez al que hemos elevado a los altares de la superinteligencia hasta ser capaz de rechazar una mosca porque la exhuvia esté hecha con el 969 en lugar del 727, o que distingue entre el 3277 y el 979, o cualquier majadería de esas. Ni tampoco es culpa de las moscas. Ni el pez ni las moscas, los responsables somos nosotros. 

En fin, si me preguntas mi opinión seguiré diciendo lo mismo: con cualquier mosca se puede engañar un pez, pero si no quieres complicarte la vida utiliza principalmente moscas de eficacia hiperdemostrada, y así irás sobre seguro, no te preocuparás por la mosca y empezarás a tener más cuidado con lo que importa de verdad.

Y luego están siempre los que de algún modo sienten que están en posición de decir si una mosca está bien o mal hecha. Envidio mucho su seguridad para ir afirmando tal cosa. Aunque claro, hay una categoría que lleva esto incluso más allá: las únicas moscas que pescan son las que ellos hacen, y pobrecitos todos los demás que no son capaces de verlo. No sé de que modo hay que tener configurado el cerebro para pensar que lo que uno hace solo él es capaz de hacerlo y, además, es mejor que lo que hacen los demás. 

Piensa en esto: si te vas a Instagram y haces una búsqueda con el término #dryflies y coges los primeros diez modelos de moscas secas que aparezcan y luego esas diez moscas se las das a David Arcay, a Rubén Santos, a Ander Pérez, a Pierre Kuntz, a Lubos Roza o a cualquiera de estos pescadores de élite, ¿crees que no conseguirían sacar peces con cualquiera de esas diez moscas? A mí no me cabe ninguna duda de que sacarían peces con cualquier mosca que les diésemos.

Tampoco me cabe duda de que todos ellos tendrán sus gustos personales y predilección por utilizar algunos modelos u otros. 

Luego hay otra cosa que no digo a menudo, pero que creo que a veces no se tiene en cuenta. Yo nunca hablo únicamente por mi propia experiencia. Yo hablo por la experiencia de cientos de pescadores a los que les he hecho moscas en los últimos 25 años. Y he ido viendo como cada año que pasa la mayoría de los pescadores quieren menos modelos de moscas diferentes cada vez, porque al final todos te cuentan un montón de cosas, y he visto como hemos ido pasando de querer un modelo de mosca casi para cada río, que era lo habitual hace dos o tres décadas, a que cada año sean más los que me dicen "si yo pesco con estas tres moscas todo el año". 

Recuerdo incluso a alguno que cuando empecé a decir hace quince años que pescaba con tres moscas todo el año me decían que era un tarado, que ellos nunca podrían hacer eso y un montón de cosas más. Alguno de esos a día de hoy pesca incluso con menos modelos que yo. Y no hay semana en la que no reciba al menos un mensaje de algún pescador diciéndome que cambió toda su forma de organizar sus cajas de moscas desde que empezó a leer que con pocas moscas se podía pescar todo el año, fue probando poco a poco y fue finalmente convenciéndose a través de su propia experiencia de que era cierto. 

Pero no se trata de que una cosa sea mejor que otra. Tengo amigos que jamás podrán ir al río con menos de cincuenta imitaciones distintas, y otros a los que les basta con dos. Y todos pescan parecido. Y todos pescan en muchos sitios distintos. El tema es que unos confían ciegamente en un sistema y los otros confían ciegamente en el contrario, y cuando te has convencido de que lo que funciona es una determinada forma de hacer las cosas, es muy difícil que te funcione hacerlo de manera diferente. 

Por suerte todos somos diferentes, y a unos les influye la tradición más que a otros, otros tiene más prejuicios, algunos tienen más seguridad en sí mismos, otros menos, algunos estamos ya medio cegaratos y no vemos la mosca a más de ocho metros... Hay de todo, y todo está bien. 

Pero siempre estarán los que confían ciegamente en una cosa o en la otra. Para la mayoría de nosotros, que no somos talibanes de una cosa ni de la otra y que aspiramos nada más que a pasar un rato entretenidos en el río, al final lo que nos interesa es que nos hagan la vida lo más sencilla que sea posible, así que si vemos que con una docena de modelos de moscas pescamos lo mismo que cuando llevábamos ochenta modelos distintos, pues nos vamos a lo fácil. 

En fin, seguirá habiendo quien piense que solo sus moscas son las que pescan y que las de todos los demás son una puta mierda. Pues nada, que sean felices revolcándose en ese charco de egocentrismo exacerbado. Yo seguiré pensando que una trucha puede ser engañada con muchas moscas diferentes en un mismo lugar y situación, pero el caso es que no podemos ponerle a la vez, en el mismo sitio y de la misma forma más de una mosca al mismo tiempo, de modo que nunca podremos saberlo. Y como no podemos saberlo, y en mi caso pesco lo mismo llevando diez o doce modelos que llevando ochenta modelos distintos, pues prefiero ir a lo más cómodo, lo más sencillo y lo más práctico. 

Tú haz lo que quieras, faltaría más. 

La mosca es únicamente una excusa más con la que tratar de cubrir nuestros fracasos. Si no conseguimos pescar todos los peces que creemos que deberíamos pescar en un tramo concreto, es por nuestra propia incapacidad, no por culpa de la mosca.


31 de diciembre de 2024
Este es el último artículo del año. Lo estoy escribiendo sin saber si habré podido cumplir con el reto de publicar un artículo al día durante cada día de 2024, pero haya conseguido cumplir el reto o no, este será el último. Y lo voy a aprovechar para insistir una vez más en que hay mucha gente que se ofende con demasiada facilidad, y eso se debe fundamentalmente a que no tienen ninguna capacidad de reírse de sí mismos, y yo esto siempre lo he considerado como una de las mejores virtudes que puede tener un ser humano. De hecho, me he ido dando cuenta a lo largo de mi vida de que los que han sido mis amigos de verdad, mi pareja y otras personas importantes, si por algo destacan, es por poseer una capacidad extrema de reírse de sí mismos. Y a lo largo de todos estos artículos, me he intentado reír de todas aquellas cosas que yo he ido haciendo a lo largo de mi vida como pescador. Por ejemplo, me he reído muchísimo del tema de la práctica del lanzado. Cuando tenía 18 o 19 años conocí a Alejandro Viñuales y tuve un relación cercana con él durante varios años. Luego la vida nos lleva por diferentes caminos y a diferentes lugares y el tiempo y la distancia cumplen su papel sin que en realidad haya habido nunca ningún problema entre nosotros. Seguro que hay personas con las que te ha sucedido eso. A mí en esto de la pesca me ha pasado con muchísimas personas. Yo sigo teniendo un respeto extremo por Alejandro cómo auténtico Leonardo da Vinci de la pesca con mosca. Sé que muchos juzgan a otros pescadores por su capacidad para sacar peces. Mira, para sacar muchos peces lo único que hay que hacer es ir mucho de pesca. Vete a pescar todos los días del año durante diez años y serás capaz de sacar muchos peces en cualquier lugar, circunstancia y ocasión. Eso está al alcance de cualquiera. Llegar a saber todo lo que sabe de pesca Alejandro, y yo hablo de lo que él ya sabía de pesca hace veinticinco años, está al alcance de muy pocas personas. Es el trabajo de toda una vida, y casi nadie está dispuesto a hacer semejante inversión en tiempo, estudio, razonamiento, práctica y demás. Y, por si fuera poco, es también de los que sabe reírse de sí mismo, ya que recuerdo perfectamente las carcajadas leyendo al Marqués de Hormigalada, que a menudo le lanzaba alguna que otra puya, o el cachondeo viendo a uno en un Youtube prehistórico presumir de que había inventado el Tongariro Roll Cast, que por otra parte es un lance inútil dado que se puede conseguir lo mismo complicándose la vida muchísimo menos. El caso es que además de aprender una cantidad de cosas relacionadas con la pesca con mosca gracias a Alejandro, me contagió su pasión por el lanzado y durante varios años yo también fui un pescador de amapolas, o margaritas, como tú prefieras, que se pasó varios inviernos practicando en un prado. Debo confesar que todo eso no me sirvió de nada a la larga, porque si algo exige la disciplina del lanzado es constancia. Constancia que yo solamente mantuve cuando vivía en el pueblo y tenía un prado delante de casa en el que poder practicar totalmente alejado de cualquier mirada curiosa o de cualquier comentario impertinente. En cuanto volví a la ciudad y había que practicar en medio de paseantes, perros y miradas curiosas, no volví más. Pero como sé lo que es practicar en seco, considero que puedo reírme de mí mismo porque llegué a pensar que el lanzado era la clave de todo, y no lo es. He sido mucho mejor pescador en épocas en las que no practicaba el lanzado que cuando lo practicaba. Si a día de hoy conservase la vista que tenía cuando tenía veinte años, sería un pescador mil veces mejor que lo que era cuando practicaba lanzado todo el invierno e iba de pesca, aunque fuese un par de horas, casi todos los días de la primavera y el verano. Aparte del lanzado, a lo largo de todos estos escritos no he dudado en hacer bromas y chanzas de todo tipo sobre aquellos que creen que la mosca es la clave de todo, sobre la dichosa Gutermannía y sobre todo lo relacionado con el montaje en general, que puedes ver mismamente en artículos como Momentos de pánico en la mesa de montaje o El montador concienzudo. Lo aclaro porque algún listo me escribió en su día para ver cuando hacía bromas con el montaje. Pues mira, he dedicado dos artículos enteros a hacer coñas con el montaje de pesca, aparte de comentarios sueltos, y no recuerdo haber escrito un artículo específico para reírnos de los gurús del lanzado. Tener buenas moscas es muy importante para pescar, pero hay muchísimas más buenas moscas de lo que muchos piensan y, desde luego, no vas a dejar de pescar por no tener el 273, el 431, el 404 o el que sea. También me he reído de la figura del guía de pesca, haciendo un artículo en el que me caricaturizaba a mi mismo cuando me tocó acompañar a un amigo en un tramo del que yo conozco cada piedra y que él nunca había pescado. Aparte de eso, debo decir que cuando no había un solo guía de pesca en Asturias, del modo en el que conocemos actualmente ese término, porque gancheros sí que había unos cuantos, me tocó guiar en el Sella y el Narcea a pescadores de Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Alemania y algunos países más, así que antes de hacerlo tuve que darme de alta en foros americanos y preguntar once mil cosas hasta hacerme a la idea de qué es lo que se consideraba allí un buen guía, para tratar de dar el mejor servicio posible. Y estamos hablando nuevamente de hace casi 25 años. Me he reído de los que agujerean el Vivarelli para que pese dos o tres gramos menos porque, aunque yo no tenga el Vivarelli y de hecho lo aborrezca, he llegado a comprar cinco silbatos diferentes para llevar en mi chest-pack el que menos pesaba de todos, igual que como frontal para el sereno utilizo el Petzl Bindi porque era el más ligero del mercado en la época en la que lo compré o porque como sacadera utilizo las de Hanak que pesan ciento y pocos gramos, en lugar de los trescientos o cuatrocientos gramos que pesa una cualquier otra sacadera. No hay nadie con mayor obsesión por ir al río ligero y minimalista que yo. Y no es de ahora. Tengo una foto en el Narcea en el año 2004 pescando solamente con una riñonera de dos litros de capacidad en la que llevaba una cajita de moscas muy pequeña, un bajo de repuesto, tres o cuatro bobinas de hilo, el flotabilizador, los fórceps, la linterna y poca cosa más. En cambio, hay una cosa de la que no me he reído nunca en este blog, y esa es la competición. Porque yo nunca he competido, de modo que ahí no podría estar riéndome de mí mismo, así que si no me puedo reír de mi mismo, procuro no reírme de los demás. Pensé alguna vez en apuntarme a alguno de esos Open solo para tener ya la excusa de que al menos una vez he competido y así poder hacer comedia también con la competición, que daría para muchas risas. Luego vi que te cobran 150 o 200 euros por apuntarte y ahí entendí que las risas quedan solo para los organizadores que se llevan la pasta. Pero es que incluso aunque lo hubiese hecho, lo de reírme de la competición, digo, nunca dejarían de espantarme todos esos señores de ceño fruncido, moral intachable y ofensa fácil que saltan a las primeras de cambio tomándoselo todo como si uno que escribe en una web hubiese escrito lo que ha escrito inspirándose directamente en ellos. No sería capaz de decir si son más bobos o más egocéntricos. De verdad, que envidia siento por no tener esa capacidad de tomárselo todo como si el mundo girase únicamente alrededor suyo. Me han dicho más de una vez: "la pesca con mosca es la cosa más importante de las cosas que no son importantes". Y yo esto lo llevo a rajatabla. Y es el motivo por el que no tolero en absoluto a todos esos señores de ceño fruncido de los que hablaba un poco más arriba. Algunos se consideran influencers porque tienen unos pocos miles de seguidores en las redes sociales, otros se consideran unos fenómenos porque tienen cuatro o cinco medallitas que ponerse en el pecho, otros se creen lo más porque tienen una especie de club privado en el que entre ellos mismos se dan títulos de instructores de lanzado, otros se han creído alguien porque consideraron que estaban en posición de ponerse a sí mismos por encima de los demás siendo jurados en algún concurso de montaje de moscas o en una absurda entrega de premios, otros creen que solo ellos pescan porque tienen los hilos que nadie más tiene... En fin, lo que todos conocemos. Pero de lo que no se dan cuenta es de que más allá de la familia y de sus amigos, en realidad no le importan a nadie. Si su cuenta en redes sociales fuese borrada, en unas pocas semanas ya nadie se acordaría de ellos. Si cualquier problema de salud o lo que fuese les alejase del mundo de la pesca, más de lo mismo. Hay que saber reírse de uno mismo y hay que ser consciente de que en este mundo de mierda que va a toda mecha y en el que muere gente que vale menos que la bala que los mata, si hay algo que son fuegos de artificio y un sendero inútil hacia ninguna fama y ninguna gloria, ese es el mundo de internet en general, y de las redes sociales en particular. Este es el último artículo que publico en la web y mi idea ahora es tomarme un descanso absoluto de todo lo virtual, así que más allá de mi familia y mis amigos, lo más seguro es que en unas cuantas semanas a nadie le importará ya lo que yo esté haciendo. Y está bien que sea así. Así es como tiene que ser.
30 de diciembre de 2024
Ahora nada. Queda un artículo por publicar, el de mañana, día 31 de diciembre, y como vengo diciendo todo el año, yo el día 31 de diciembre caduco. En principio no voy a eliminar la página web. Lo digo porque me han preguntado muchas veces por el tema de guardar algún artículo en Word o cosas de esas. No hace falta. Y si en algún momento fuese a hacerlo, yo mismo me encargaría de montar en PDF los 365 artículos de este año más los que estaban publicados anteriormente, que hacen un total de 450 o así, y dejarlo unos meses colgado para que todo el que quiera lo pueda descargar gratuitamente. Pero ya digo que por ahora eso no forma parte del plan. Mientras la empresa que me proporciona el alojamiento web y todo lo demás no me suba excesivamente el precio, la web se quedará ahí. Podría decir que tengo un montón de ideas para 2025, que las tengo, y que voy a hacer esto y lo otro y no sé qué más, pero la verdad es que a día de hoy no tengo pensado hacer nada más relacionado con la pesca con mosca. La pesca con mosca en sí misma no es ahora mismo una de mis prioridades. Mi prioridad en la pesca para los próximos años será recuperar dos cosas que tengo estos últimos años algo abandonadas. La primera de ella es la pesca en agua salada, principalmente el rockfishing y el ajing que son las dos modalidades que más me gustan, y en agua dulce quiero también recuperar el tipo de pesca que me hizo pescador, que no tiene tanto que ver con la modalidad o la técnica en sí misma, sino con los escenarios. Lo que más me apetece es volver a pescar ríos pequeños de media y alta montaña y pescarlos tanto a mosca, con cañas de 7' o 7'6" para líneas 2 o 3, como con equipos de lance ultraligero, cañas de 4'8" a 6'0" con acciones de entre 0.5 y 5.0 gramos más o menos y pequeños minnows, vinilos y cucharillas del 00, 0 o 1. De hecho uno de los planes que tenía en la cabeza era dedicar todo mi empeño a poner de moda este tipo de pesca en ese tipo de escenarios, porque pocas cosas hay más divertidas que tener clavada una trucha de 30 centímetros con una caña de 7' línea 2 o de 5'2' y acción 0.5 a 3.5 gramos. Pero esto de momento queda pospuesto porque en 2025 creo que me voy a dedicar únicamente a pescar. Lo que no voy a abandonar es el montaje de moscas, claro, ya que pienso seguir haciendo colecciones para quien quiera cambiarme algún material de pesca con mosca por moscas hechas por mí o seguir cogiendo algún pedido de vez en cuando, siempre que tenga tiempo para atenderlos. También quería grabar un vídeo del montaje de una mosca cada semana para publicarlo en YouTube, pero esto ya sin ningún compromiso ni obligación. Cuando me vaya apeteciendo lo iré haciendo y si alguna semana no tengo tiempo o ganas lo dejaré para la siguiente o para cuando sea. Y el tercero de los planes es el más complejo, el que más me gustaría llevar a cabo y el que quizás no sea capaz de hacer en todo 2025 ni aunque le dedique una hora al día. Sería tiempo más que suficiente si le dedico una hora al día, eso en el caso de que dominase el campo sobre el que voy a trabajar, pero como mis conocimientos en programación con Python y SQL son limitados, incluso dedicando todo ese montón de horas no estoy seguro de que fuese tiempo suficiente. Pero bueno, lo cuento ya, que así a lo mejor aparece alguien que sepa más que yo y que le apetezca colaborar. Eso sí, como dice un youtuber argentino al que sigo, "aquí plata no hay". No me faltaba otra cosa que trabajar yo por amor al arte y luego tener que pagar a otros. Eso no entra en ninguno de mis planes. Lo que me gustaría hacer es lo siguiente: como he dicho un millón de veces, el único conocimiento valioso que poseo en relación con la pesca a mosca es la inmensa cantidad de información que he ido acumulando durante décadas respecto a las moscas que funcionan en diferentes ríos, zonas, países, etc. Con toda esa información me gustaría crear una base de datos interactiva en la que cualquier pescador pudiese meter el nombre de un río y automáticamente pudiera obtener una recomendación con los tres modelos de moscas secas y los tres modelos de ninfas que debería utilizar allí, su ficha de montaje detallada y la mejor manera de utilizarla, según la época del año. Me gustaría añadir esta funcionalidad a mi propia web, pero no sé si sería más sencillo hacerlo como una aplicación para el móvil o como un programa que cada uno pudiese utilizar en su ordenador. Hasta el momento solo estoy "pasando a limpio" una ingente cantidad de apuntes que tengo en Excel, en libretas escritas a mano o en conversaciones privadas a través de WhatsApp. Porque en principio, en esta base de datos interactiva, estarían únicamente moscas que más o menos conoce todo el mundo. O mejor dicho, no estarían moscas que son secretas y que yo conozco únicamente porque el inventor del patrón me pide que se la haga. Cualquier mosca que conozcan ya quince o veinte pescadores podría estar, aparte de las que conoce todo el mundo, pero no estarían en ningún caso las moscas que conocemos dos o tres. Básicamente porque esas moscas que conocemos dos o tres son inventos de otros que solo daría a conocer con permiso específico de su creador. Así que nada, son ideas que tengo para 2025 y que espero ir poco a poco poniendo en marcha, si bien lo primero que quiero ahora mismo es descansar. Escribir artículos para el blog o hacer moscas no me causan ningún tipo de cansancio, pero tener que estar pendiente de las Redes Sociales, responder mensajes, atender a WhatsApp y demás, me agota. Dejé de responder Correos electrónicos hace como dos años y no descarto a medio plazo dejar de responder todo tipo de mensaje a través de cualquier medio que me llegue. No tiene que ver con la pesca, estoy realmente cansado de la inmediatez que generan determinadas aplicaciones. A día de hoy prácticamente ya solo lo utilizo para hablar con mis padres o mi mujer, y lo menos que sea posible. Estas aplicaciones deberían hacernos la vida más fácil, pero al final nos roban un montón de tiempo que no vamos a poder recuperar. Y como en 2025 la idea, aparte de la pesca, es recuperar al menos una o dos horas de práctica diaria con la guitarra, que la tengo completamente abandonada, no descarto que esa hora diaria salga de lo que dedicaba a WhatsApp. En fin, ya iremos viendo. De momento toca descansar, hacer algunas moscas para disfrutar del torno y no porque tenga obligación de hacerlas para entregarlas en un plazo determinado y luego ya se verá. Muchas gracias a todos los que os habéis pasado de vez en cuando por aquí a lo largo de este año. Como ya nos despedimos en la entrada de ayer, dejamos ya únicamente para el último día alguna pequeña explicación adicional y poca cosa más.
29 de diciembre de 2024
Va llegando ya el momento de despedirse e ir poniendo fin a todo esto. No lo pensaba cuando me metí en el lío este de publicar un artículo al día, pero la verdad que allá por septiembre ya estaba mentalmente agotado. No por escribir los artículos e ir programando las publicaciones en la web, eso creo que podría seguir haciéndolo sin problema cada año. Suponiendo que me quedase algo que contar, claro. Acabé agotado mentalmente con lo mismo que me pasa siempre. He tenido épocas de más actividad en las redes sociales y otras de pasar meses y meses completamente agotado. Y así como hacer publicaciones o responder comentarios no me causa demasiado cansancio, la cantidad de mensajes que recibo sí que me acaban generando un agotamiento mental extremo. Que nadie malinterprete esto, por favor. Agradezco cada mensaje. Tanto los que me escriben para hacerme alguna consulta, como los que me felicitan por el blog o me agradecen alguna buena jornada de pesca gracias a mis moscas. Pero para poder responder debidamente todos los mensajes tendría que dedicar todo el día únicamente a eso. Ha habido fines de semana de recibir mensajes de más de cincuenta personas, más los diez o veinte diarios de los días entre semana. Es imposible poder responder a todos debidamente. Ya digo que tendría que dedicar todo el día únicamente a eso. Así que lo primero que viene es la disculpa para todos aquellos a los que no he podido responder como me habría gustado o responder siquiera. Es cierto también que he estado dos meses sin poder acceder a mi página por un problema que ya conté en otro artículo, y cuando por fin recuperé el acceso tenía casi 300 mensajes sin responder. No he vuelto a abrir la página de Facebook de Spanish Flies desde ese día y creo que van a pasar meses antes de que vuelva a abrirla. No sé si algún día me pondré a ir respondiendo todo lo pendiente empezando por un "discúlpame por no haber respondido antes, y a partir de ahora ya no responderé mensajes nunca más..." o algo así. Si lo hago no será a corto plazo. Pero es verdad que no me gustaría dejar ahí todos esos mensajes sin responder. Y lo mismo con las cuentas de correo electrónico asociadas a esta web, que llevo sin mirar el buzón de entrada unos dos años. Así que mis disculpas a todos a los que no he podido responder como se habrían merecido. Y ya solo nos queda pendiente la despedida. Queda algún artículo todavía por publicar, ya que este no es el último. Si no me salto mi propio planning este debería ser el antepenúltimo, pero tampoco es seguro. Así que nada, simplemente decir que si alguno de los artículos publicados te ha servido de ayuda en modo alguno, el esfuerzo ha merecido la pena. Y si no te ha servido de ayuda pero ha servido para entretenerte un rato de vez en cuando, pues ha merecido la pena también. Muchas gracias a todos por vuestro apoyo, vuestro seguimiento y vuestra compañía. Salud!!
28 de diciembre de 2024
Esto tengo que contarlo porque ya es lo ultimo que me faltaba por oír. Cuando crees que ya has vivido suficiente como para tener cubierta tu cuota de cosas raras en lo que a la pesca con mosca se refiere, pues resulta que la capacidad para sorprenderse es infinita, porque siempre aparece alguna cosa todavía más rara que todas las anteriores. El tema es el siguiente: tengo un amigo de esos de toda la vida, de los que iban contigo a clase en el colegio, que hace ya bastante años que se cansó de la vida y se dedicó a recorrer el mundo trabajando un mes en un lado, gastándose lo que había ganado, volviendo a trabajar otro mes y medio, volver a recorrer dos o tres países... Y así lleva bastantes años por Asia y Sudamérica principalmente, que son las áreas en las que más tiempo puede estar sin trabajar cada a vez que junta un poco de dinero. Por supuesto nada de lujos. Todas las posesiones en la mochila y muchas veces para el cambio de continente empleado como tripulación con algún marino mercante. Así en lugar de pagar para viajar, gana dinero por estar viajando. El tema es que ahora le ha llegado el amor y lleva tiempo en una misma ubicación a orillas del Índico, y le ha dado por retomar el tema de la pesca con mosca, que lo tenía abandonado hace mil años. Es cierto que nunca fue su principal afición, ya que yo tiraba de él para el río y él tiraba de mi para el monte. Pero los rudimentos básicos sí llegó a controlarlos. O sea, lanzar lo justo y saber lo justo para ir sacando unas cuantas truchas. El caso es que siempre le han gustado mucho los retos, como subir el Aconcagua, algún 7000 del Karakorum y docenas de trekkings de cientos de kilómetros por todo el mundo, y ahora se le ha metido en la cabeza un reto de pesca. Primero copio y pego el mensaje que me envió, y luego comentamos. La transcripción de WhatsApp: "Oye, tío, qué tal todo? La caña que me recomendaste me va guay, me vale para casi todo lo que hay por aquí tanto en ríos como en mar, pero el carrete va de culo. Tengo que comprarme uno mejor porque lo he metido en el mar y se ha quedado hecho mierda. Hay por aquí unos peces que llaman pez arquero. No sé si los conoces... Lanzan un chorro de agua con la boca para derivar insectos que luego se comen. Tienes que hacerme unas moscas para ellos, porque quiero ser el primero que saque un pez de esos a mosca. Que yo sepa no los ha pescado nadie a mosca, que lo he estado mirando... Bueno, eso. Mira a ver qué moscas me puedes hacer pa ellos y me dices". Antes de contestar fui directamente a Google a buscar lo del pez arquero porque pensé que me estaba vacilando. Resulta que hay vídeos y todo del dichoso pez lanzando un chorro, como si fuese un camaleón con la lengua, y echando abajo todo bicho viviente que le pase por encima y sea comestible. Y, no te lo pierdas, que esto es lo mejor de todo: calculan la cantidad de agua y la fuerza con la que lanzan el chorro según el tamaño del bicho que quieran derribar. Ya sé que parece todo una broma. Yo pensaba lo mismo hasta que me he puesto a ver si existían esos peces o no y si se comportaban así, y resulta que existen. Y que cazan a sus presas así. Con dos cojones. Pero es que no es sólo eso. Es que por lo visto calculan el ángulo correcto teniendo en cuenta la refracción del agua para hacer blanco con cada chorro que lanzan. Así que aquí estoy informándome de qué tipo de animalejos se comen estos peces en la isla donde ha encontrado el amor este amigo, porque como me caliente la cabeza un poco más me voy para allá con las moscas para ser yo el primero en pescar a mosca uno de esos peces, y que se joda y no sea él. Lo que todavía no me ha dicho es si tiene pensado posar el saltamontes que le haga directamente sobre el agua, o posarlo sobre alguna hoja para que se lo derriben con el chorro y luego clavarlo cuando se lo vaya a comer. Si de lo que se trata es de posar la imitación sobre alguna hoja y que luego el pez lo derribe con el chorrito ese que lanza, al final tendremos que pagar algún curso con algún instructor de lanzado hasta que seamos capaces de posar la mosca con absoluta precisión sobre una hoja de cuatro centímetros cuadrados. Me imagino que en el coste del curso irá también la necesaria lección de Física para que nosotros sepamos calcular cuanto debe pesar la imitación para que la hojita seleccionada soporte su peso el tiempo suficiente como para que el pez la localice y la derribe. Ya sabes que a partir del 1 de enero de 2025 el blog muere. Pero si finalmente nos liamos y nos vamos a intentar pescar estos peces, me comprometo a redactar un artículo en el momento que eso pase aunque a día de hoy no tenga ya previsto volver a publicar nada nunca más.
27 de diciembre de 2024
Cuando voy a pescar a un sitio nuevo prefiero ir para allá sin ninguna referencia. Si voy con mucha información previa en realidad es como si me quedase sin toda la parte de descubrimiento, que en muchos casos es una de las cosas más emocionantes. También es cierto que a día de hoy para encontrar un río del que no tenga referencias me supone un desafío grande, porque al final, a base de hacer moscas para muchos pescadores pues ya sé lo que me piden los que pescan en un sitio o en otro, y al final alguna referencia siempre tengo. Pero esto es ahora. Hace unos años no era así. Y hace muchos años no tenía ni puta idea. Como todos. El caso es que la primera vez que fui al Miño estaba en la época en la que no tenía ni puta idea, pero por suerte fui invitado por un pescador local que me iba a llevar de la mano, como a los niños pequeños. Tú mira como será la cosa y el tiempo que hace, que quedamos a las diez de la mañana en el aparcamiento del Continente. ¡El Continente! Me imagino que a todos los que tenéis menos de cuarenta años no os suena de nada, pero había de aquella centros comerciales con nombres tan atractivos como Pryca, Galerías Preciados o Continente. Pues en el aparcamiento del Continente quedamos, porque así, dejaba allí mi coche y al río nos íbamos en el de él y yo a la vuelta aprovecharía para comprar cosas que necesitaba para ir al festival de Ortigueira, que sería un par de semanas después, y quería una tienda mala para llevar allí no me fuesen a joder la buena que tenía para ir al monte. Me pasa que cuando voy conduciendo yo, aunque pase después cierto tiempo, puedo recordar los itinerarios, desvíos, accesos hasta el río y todo eso, aunque haya pasado muy pocas veces. Pero cuando me llevan de copiloto no me acuerdo nunca de nada. Y eso que a veces intento fijarme. En este caso no tengo ni idea de por dónde accedimos, pero sí recuerdo que me llevó a un sitio que a dos metros de la orilla ya nos llegaba el agua casi al borde del vadeador. Y qué decir del ancho del río... Para mí que venía de pescar ríos de dos o tres metros de ancho, aquello era inabarcable. Por suerte no tuve que pensar demasiado en eso de leer el agua e ir viendo donde posar la mosca en aquella inmensidad de agua porque de vez en cuando algún pez se iba cebando, y como ya me había dado mi anfitrión la mosca que tenía que usar, pues no me tuve que calentar demasiado la cabeza para ir consiguiendo que alguna de esas truchas me fuese subiendo a la mosca. Otra cosa era sacarlas... Para alguien acostumbrado a pescar casi siempre peces de menos de 25 centímetros en ríos diminutos, con cañas para línea 2 o 3, terminales del 0.12 o 0.14 que eran más que de sobra y todo lo que conlleva ese tipo de pesca, tener de repente al otro lado de la línea un pez de 45-50 centímetros tirando como un burro era algo completamente fuera de mi alcance en aquel momento. Así que entre las que partieron y las que se soltaron, de las de ese tamaño saqué solo una, y luego otras cuantas de alrededor de 30 centímetros y algunas más pequeñas. Como jornada de pesca, en lo personal, fue regulera, pero como experiencia importante en mi vida piscatoria fue de las más relevantes, porque esa jornada en el Miño fue uno de los días que me hizo empezar a ver los grandes ríos de otra manera y fue una de las semillitas para que los años siguientes, durante más de una década, fuese casi exclusivamente pescador de ríos grandes y muy grandes. Cuanto más anchos mejor. Y cuanto más grandes fuesen los peces que allí hubiese, mejor todavía. Al final la vida va siendo fases que se van sucediendo y lo importante es tomarlas como vayan viniendo. Hacer lo que te pida el cuerpo, vaya. Y como en nuestra vida laboral, familiar o social muchas veces no podemos hacer esto porque estamos sujetos por diferentes obligaciones, no está de más disponer de la pesca como un refugio en el que poder hacer lo que nos venga en gana cada vez.
25 de diciembre de 2024
Creo que he repetido hasta la saciedad que para mí el Barón Rojo es la MP81, el montaje original de Petitjean, que era como llamábamos a aquella mosca, y todas las degeneraciones de la misma que vinieron después no las acabo de asociar con ese apodo. Ahora bien, aunque no usase lo de "Barón Rojo" para referirme a ellas, yo también tengo en mi historial unas cuantas de esas degeneraciones y engendros varios. Una de esas versiones la tendré asociada para siempre al río Nalón. Cogimos un día el coto de Laviana y aparcamos en la parte de abajo para pescar desde el límite inferior. En cotos o tramos de río en los que he pescado muchas veces siempre me gustaba empezar en un sitio en el que sabía que las probabilidades de capturar un pez en los primeros lances eran altas. Y en el coto de Laviana había justo en el límite inferior unas corrientes pegadas a un muro en la margen derecha con dos o tres palmos de profundidad en las que casi siempre subía alguna trucha. Así ya empezabas el día con buen pie. El caso es que para ese día había preparado una docena de esos engendros de los que hablaba al principio que estaba hecho con colas en V con pardo de León, cuerpo en dubbing granate de Fly-Rite y alas en pata de liebre ártica en spent en color crema natural. En anzuelo del 14. Le di una al compañero de pesca y yo puse otra. Para probarlas los dos. Esto fue en 2005, y siempre que he vuelto a hablar con el compañero de pesca con el que compartí aquella jornada se acuerda de aquella mosca. No hablo con él tanto como debería porque fue otro de esos españoles que terminó emigrando al extranjero y al final la distancia siempre acaba haciendo que la comunicación se vaya dilatando en el tiempo. Al principio hablas una vez al mes, luego una por trimestre, luego dos o tres veces al año y al final llega un punto en el que ya no recuerdas cuando fue la última vez que hablasteis. Y no se acuerda de la mosca únicamente porque nos diese muchos peces, que nos los dio, sino porque pescamos los dos todo el día con la misma mosca. No quiero decir con el mismo modelo, sino con la misma mosca. Que a pesar de haber capturado docenas de truchas y estar ya medio destruida, seguía pescando y seguía flotando igual que al principio. Yo también me he acordado mucho de ese día. No por la mosca ni por las capturas, sino porque durante muchos años, cada vez que usaba una mosca con pata de liebre ártica, y no flotaba como a mí me gustaría, me acuerdo de aquellas patas de liebre ártica que podías usar durante horas sin necesidad de echarles flotabilizador ni nada y seguían flotando y flotando y pescando y pescando sin el más mínimo problema. Seguramente si a cada uno de nosotros nos diesen la opción de poder traer del pasado algún material de pesca y tener un suministro inagotable de ese material para el resto de nuestra vida habría quien se pediría veinte cajas de alguna tintada de Gütermann, otros se pedirían cincuenta unidades de la Robinson C, otros pedirían doce unidades de la Sage SPL de 8'3" línea 3 o lo que a cada uno le parezca. Yo me pediría sin ninguna duda veinte o treinta pares de patas de liebre ártica como las de aquella primera remesa que utilicé. Habré gastado desde entonces unos cien pares de patas de liebre ártica y nunca jamás he vuelto a tener ningunas que floten como flotaban aquellas. También me gustaría que el coto de Laviana volviese a ser lo que fue. Que a lo mejor lo es, porque desde que me mudé a Madrid nunca más lo volví a pescar y no tengo la menor idea de cómo estará ahora mismo, aunque la última vez que me hablaron de él la cosa estaba para echarse a llorar. El caso es que lo de volver atrás en el tiempo o traer de vuelta cosas que ya no están creo que está un poco fuera de nuestro alcance. Y aunque la nostalgia está genial para cuando uno está solo en su casa rememorando otros tiempos, todavía nos quedan sitios y materiales con los que poder disfrutar. Yo este año, con esta historia de publicar un artículo en la web cada día del año, he sacrificado muchas salidas de pesca por estar pendiente de otras cosas, y esas jornadas de pesca ya no las voy a recuperar y han sido muchos días perdidos en los que podría haber estado creando nuevos recuerdos en el río o en el mar. Y lo que más claro me ha quedado después de todo esto, es que a partir del año que viene y hasta que me muera, o que físicamente ya no pueda, no volveré a sacrificar salidas de pesca ni por hacer moscas, ni por escribir artículos, no por nada que no sea la familia o la salud.
24 de diciembre de 2024
Pino del Río era otro de esos escenarios de pesca que, como ya he comentado, los que somos de determinada generación lo teníamos en un pedestal junto a otros escenarios famosos allá por el cambio de siglo. No me voy a tirar el rollo. Yo fui a pescarlo cuando ya no iba casi nadie porque sus mejores años, supuestamente, habían pasado. No me quiero imaginar como debía ser en sus mejores años, porque yo supuestamente fui cuando ya no estaba en su mejor momento y la verdad es que allí no sé cómo habría que hacer para que entrase una trucha más. Como solamente he ido una vez de este día me acuerdo bien, y no se me mezclan unas jornadas con otras como me pasa en otros sitios. Era a primeros de septiembre el día que me dejé caer por allí. Tuve suerte y salió un día de esos buenos con el cielo nublado, nada de viento, ni frío ni calor... O sea, que si me iba mal sería por mi propia incapacidad y no podría echarle la culpa a nada, porque al llegar ya vi que el río bajaba perfecto. Igual si estuviese conmigo alguien que lo pesqué habitualmente podría decir que estaba un poco corto de agua, pero para mi gusto, estaba perfecto. Así que me cambié tranquilamente y como ya llevaba decidido de casa con qué moscas iba a pescar, puse una de las dos con las que había llenado el portamoscas, para tenerlas a mano y no tener ni que sacar la caja del chest-pack. Era una efémera en el 18, con colas en indio avellanado, cuerpo con La Paleta 3279, brinca amarillo huevo, tórax en liebre en color anaranjado y alas en cdc natural brown. En cuanto bajé al río cerca del límite inferior y empecé a posar la mosca aquí y allá en las diferentes raseras que me iba presentando el río, las truchas iban subiendo a por la mosca casi en cada lance. Como ya me cogió en una época en la que mi vista no era ni de lejos lo que fue, pues hay que admitir que el porcentaje de éxito debía andar por el 33%, que es en lo que me suelo mover desde que estoy medio cegarato. De cada tres subidas, con suerte clavo una. Es terrible esto porque en lo único que diría que he destacado alguna vez como pescador era en el momento de clavar los peces. Durante años no fallaba ni uno. Salvo en el Aller y en San Isidro, claro, que ahí el ratio no llegaba ni al 10%. Tengo la suerte ahora que más o menos sigo pescando lo mismo que antes, porque aunque clavo muchas menos, me suben muchas más, así que lo comido por lo servido. Y este día en Pino del Río me sorprendió para bien que a pesar de no haber demasiado actividad, si más o menos posabas la mosca medio bien, donde se suponía que debía de haber un pez, pues te subía el pez. Hay quien prefiere pescar siempre sobre cebada, pero como yo aprendí a pescar en ríos en los que casi nunca veías cebadas, pues siempre me ha gustado más ir pescando al agua, suponer donde puede estar el pez, ver la mejor manera de ir presentando la mosca en esas posturas y confiar en que el pez esté donde se supone que debe estar. Y así fue pasando la mañana con las capturas sucediéndose y pasando las horas casi sin que te des cuenta hasta que el estómago te empieza a avisar de que hay que echarle un poco de gasolina al cuerpo, que está el depósito empezando a quedarse vacío. Y una vez hecho el repostaje, a pie de río y sin perder demasiado tiempo, había que volver a la pesca. Para la tarde decidí que utilizaría la otra mosca que tenía pensado usar ese día, también en el 18, con exhuvia, cuerpo y tórax en Fly-Rite 34 y alas en cdc natural khaki. La tarde se dió igual de bien que la mañana. En ningún momento más de cinco o seis lances sin que algún pez se moviese a por la mosca. Y como había pasado por la mañana, se pasaron las horas volando hasta que las miradas al reloj aumentaron de frecuencia y el fastidio por las casi tres horas de vuelta que me tocaría pasar al volante hicieron que más estuviese pensando en la carretera que en los peces. Seguramente para la mayoría de los pescadores esta habría sido una jornada estupenda de pesca, pero como también he comentado muchas veces, a mí esta pesca fácil me aburre un poco, y este es el motivo por el que no he vuelto nunca a Pino del Río. Una vez tachado de la lista, para mí ya está. Si me hubiese ido mal seguramente habría vuelto alguna vez más, pero si ya a la primera te vas con la sensación de que llevas pescando ese tramo toda la vida porque te ha ido igual de bien que en tus escenarios habituales de pesca, pues tampoco queda mucho misterio por desvelar. Y esto ha sido así durante los últimos seis o siete años, que son más o menos los que han pasado desde aquel día. El caso es que a partir del año que viene, como también he comentado, voy a hacer una vuelta a mis orígenes, es decir, pescar ríos pequeños y medianos, exclusivamente a seca, con cañas de 6'6" a 7'6" para líneas 2 o 3 y para este tipo de pesca, Pino del Río es un escenario ideal. Por este motivo, estoy seguro de que en mayo y junio y en septiembre u octubre, cada vez que me toque un día libre entre semana, voy a arrancar para allá siempre que pueda. Aunque sea para pescar solamente tres o cuatro horas. A lo mejor algún día me llevo una sorpresa y resulta que el día que yo estuve aquello no era lo normal y me toca algún día de truchas mucho más difíciles y me acaba envenenando, porque lo que es el río, me encantó.
23 de diciembre de 2024
Hay días que es mejor quedarse en casa. Ya lo sabes desde el mismo momento que estás empezando a cargar el maletero, pero como vienen amigos desde lejos te convences para tirar para allá a pesar de los kilómetros, del madrugón, de las horribles previsiones metereológicas... Tienes la cita a las 9:00 para desayunar en Mansilla de las Mulas, así que te levantas a las 6:00, preparas todo, de camino paras en una panadería de confianza para comprar bollos preñaos para todos y lo ideal habría sido parar en Ezequiel y cargar una tabla de embutidos, pero con ese tiempo mejor pagar el peaje del Huerna. Y el desayuno es lo último tranquilo, porque cuando llega el momento de empezar a ponerse el disfraz de mosquero hacen acto de presencia las nubes negras que te anuncian que esas horribles predicciones metereológicas van a cumplirse sin remisión. Y es ya casi a mediados de octubre. Es la despedida oficial a la temporada, así que no solo llueve, también hace frío. Mucho frío... Ese día en el Esla es el día que más frío he pasado en toda mi vida. Y yo no soy nada friolero, pero los 7-8° de temperatura ambiente, la lluvia incesante, por momentos un auténtico aguacero, y un vadeador que hace agua como si fuese un colador, más las siete u ocho horas empapado por fuera y por dentro de la ropa, me dejaron al borde de la hipotermia. Y entonces... ¿por qué ocho horas en el río? Pues porque nunca he visto tantas truchas cebándose sin parar en cualquier tramo del río sin un solo momento de pausa. Una cosa de locos. Yo soy de los que en esas circunstancias se aburre rápido si los peces van entrando a las moscas. Y de los que se envenena si la cosa está jodida y tres horas después de empezar has librado el bolo de milagro con un par de truchas palmeras. Así que distribuidos por el río en parejas, al que le tocó conmigo, que encima pesca mil veces mejor que yo, la cosa se le dió parecida. Otro par en las primeras dos o tres horas, aunque un poco más decentes. Y venga a llover. Ya ni cambias de mosca porque estás seguro de que si quitas la que tienes puesta, tal y como tienes los dedos, no vas a ser capaz de atar otra distinta. Pasas ratos de veinte o treinta minutos atechado debajo de las ramas de algún aliso porque por momentos jarrea que da gusto. Y en cuanto escampa un poco, vuelta al medio del río y a volver a lanzar a los peces esos que siguen cebándose. Con el mismo resultado. Y lo de atecharse no era solo por mojarse menos, que llegado cierto punto los árboles ya no tienes claro si te dan cobertura o te mojan más que si no te hubieses metido debajo. El tema es que con esa intensidad de lluvia cuesta un mundo a ratos distinguir lo que son cebadas de lo que son inmensos goterones. Así hasta pasar el día entero con media docena de truchas minúsculas y la sensación constante de que después de eso dejas la pesca para siempre. Pero todo lo malo es susceptible de empeorar, y como mi compañero ese día y yo nos quedamos cerca de los coches, a la tarde fueron llegando de vuelta las otras dos parejas. Y no podía ser menos, esto ya sabes cómo va, así que un par de kilómetros río abajo y otro para río arriba, donde estuvieron unos y otros respectivamente, apenas les ha llovido solo a ratos y los peces se han cebado igual, con lo que les ha ido mucho mejor en cuanto a número y tamaño. Vienen encantados los muy cabrones. Pero ya digo, todo es susceptible de ir a peor. Y cuando ya de vuelta al coche vas pensando en los cuatro bollos de chorizo que habías guardado en el bolso del impermeable para devorar al terminar la jornada de pesca, como las desgracias nunca vienen solas, están completamente empapados e hinchados, así que se quedan para deleite de algún pajarillo, hormiga, ratón o lo que sea que tenga la vista y el olfato para llegar el primero y tomarlos de merienda-cena.
22 de diciembre de 2024
De los ríos famosos de León el Porma es el que menos he pescado de todos ellos. Con diferencia. Tampoco es que haya pescado mil veces en los ríos más famosos de León. Al Esla sí he ido más, y luego el Omaña. Al Órbigo al menos iba dos o tres veces por año y al Luna y al Porma los que menos. Luego vuelvo al Porma. El caso es que hace mucho tiempo me había mandado uno de esos pescadores veteranos de León unos rayones envueltos en bobinas de hilo de montaje Sheer de Gordon & Griffith's y todos venían etiquetados con color y río: El verdín del Esla. El oliva del Órbigo. El carne del Curueño... Todos así. Eran diez o doce colores con sus respectivos ríos. Y uno de ellos era el Fanta del Porma. Pasaron muchos años antes de que supiese que aquellos rayones en realidad eran los famosos sedones de Toña. Y el Fanta del Porma era una especie de 3277 un poco subido de tono hacia el naranja, pero sin llegar ni de lejos a la tonalidad del 3279. Yo de aquella a los hilos les hacía el mismo caso que a cualquier otro material. Sí, ya tenía el 3277, el 3324, el 3281, el 3234, el 3236, el 3255, el 3256, el 3279 o el 3322 de La Paleta, el 300, 249, 662, 886, 139, 615 o 580 de Gütermann y algunas cosas más de Amman, Alikun, Castilla-Valencia y demás. Los tenía y los usaba, pero igual que usaba cualquier otro material. El tema es que aquel día en el Porma decidí que iba a usar el hilo ese que supuestamente era específico para allí y monté unas cuantas efémeras con alas y hackle gris medio unas, y avellanado otras. Y las emergentes en cdc. Porque en aquella transición del hackle al cdc hubo unos cuantos años en los que montaba con hackle y alitas la versión efémera de la mosca y con cdc la versión emergente. Lo demás supongo que sería cola en mismo color que el hackle y las alas y la brinca y el hilo de montaje amarillo huevo. Pues bien, aquel día, sin pescar ninguna trucha espectacular, fue de esos días en los que sacas un millón de peces con la misma mosca. No sé si el mismo 3277 habría funcionado igual, o algún color similar en Gütermann. Y no lo sé porque de aquella si llevaba puesta una mosca que daba peces, ya no la cambiaba. Lo de quitar la mosca cada vez que sacaba un pez y poner una completamente diferente hasta sacar el siguiente fueron experimentos que vinieron tiempo después. Como digo, no salió ningún pez fuera de lo normal que me haga recordar aquel día por alguna de sus capturas, y si el goteo de peces fue constante todo el día, tampoco es que hablemos de más de cien peces ni nada de eso. Serían tres o cuatro docenas como mucho. Por lo que sí recuerdo aquel día fue porque marcó el momento en el que las sedas y rayones pasaron de ser un material más a ser los auténticos vertebradores de mis cajas de moscas, y porque después de eso empezó la locura por conseguirlos todos. La primera lista de colores míticos que me habían dado me la había dado El Rubio, al que algunos de más edad quizás conociesen por su colección Lince o por la tienda de pesca que tenía en Gijón al lado de donde está ahora el Centro Comercial Los Fresnos, a tres minutos de mi casa de toda la vida. Y no sé si me voy a acordar de todos, pero como si lista de míticos era muy pequeñita, voy a intentarlo: 6, 7, 139, 156, 158, 162, 286, 300, 350, 449, 580, 615, 662, 900 y 977 si no recuerdo mal. Esos eran los que buscaba en las mercerías hasta aquel entonces. Después de ese día del Porma y de empezar a profundizar un poco más en aquello de los hilos de seda y rayón, la lista de míticos se amplió tanto que si la pusiera entera seguramente se me quedaría colgada la aplicación de notas del móvil en la que escribo los artículos. Y mira que ha resistido algún artículo largo de narices. Visto ahora en perspectiva diría que aprendí mucho a base de comprar sedas y rayones, hacer moscas con esos hilos e ir probándolas todas, pero a día de hoy, si tuviese que hacer una lista de mis míticos personales, creo que sería de larga más o menos como la de El Rubio, aunque combinando distintas marcas y no solo de Gütermann: - La Paleta 3277. - Gütermann 249. - Gütermann 431. - Zirayón 4122. - Amman 379. - Gütermann 580. - Gütermann 258. - Gütermann 615. - Gütermann 662. - La Paleta 3279. - Madeira 1939. - Gütermann 977. - Gütermann 896. - El Molino 254. - El Molino 277. - Fanta Castilla-Valencia. Lo que nunca supe, y siempre me habría gustado saber, es si a aquella lista tan cortita de El Rubio él llegó también después de haber probado mucho por sí mismo y quedarse con lo que mejor funcionaba. Porque así llegué yo a la mía y no me dejé influir demasiado por opiniones ajenas, sino solamente por prueba y error. Creo que esa debería ser la única forma válida de que cada uno tenga su propia lista de materiales míticos, sean sedas, rayones, dubbings o lo que sea.
21 de diciembre de 2024
El Purón es uno de esos pequeños ríos costeros asturianos con las truchas más hijas de puta que te puedes encontrar. A ver, depende del momento. Hijas de puta son de normal. Si vas en pleno verano con el río cortísimo de agua, un agua que es en algunos tramos completamente cristalina y en donde te puedes encontrar con palmo y medio de profundidad y que posas la mosca en un sitio y medio minuto después se ha movido diez centímetros, pues te puedes imaginar. Ahí quería ver yo a los que pescan siempre con el 0.18 de terminal. Que posas un bajo de siete metros terminado en un 0.10 y ya escapan escopetados todos los peces de la tabla. Es de esos sitios a los que vas una vez por conocerlo y ver qué tal es aquello, y lo más seguro es que no vuelvas más. Porque total... ¿Para qué? Pues esta fue mi única vez en el Purón. Me fui para allá un día por la mañana pensando en pescar al amanecer a ver cómo se daba la cosa. No tenía demasiadas referencias porque solo conozco a un par de personas que hayan pescado allí, y como me gusta ir a los sitios a descubrirlos por mí mismo y evito pedir cualquier referencia siempre que sea posible, pues aparqué donde me pareció y me puse a pescar donde buenamente pude. Y entiéndase por pescar únicamente la parte de ir lanzando y posando la mosca aquí y allá. Porque en unas tres horas de pesca el resultado fue cero peces. Y se veían truchas. No es aquello de que no pescas nada porque no quedan allí ni cuatro peces. En aquella época tenía truchas. Nada espectacular, pero las había. Empecé con lo de siempre para estos sitios: línea 2, bajo interminable, terminal fino y moscas diminutas. Pasó todo el catálogo: caenis, F-Fly, efémeras del 24 en toda la gama de colores, hormigas, plecópteros, tricodípteros que dicen algunos, dípteros, microninfas... De todo. El resultado fue el mismo: nada de nada. Así que a partir de ahí ya empiezas con los experimentos y les plantas delante de los morros un streamer, una chernobyl en el 10, un pardón, que con los pardones nunca se sabe y lo mismo da que sea pleno verano, moscas del 12... Todo lo que se te ocurre. Y el resultado sigue siendo el mismo: nada de nada. En estos sitios a los que vas una sola vez nunca sabes si era cosa de ese día en concreto o si es la tónica habitual. A muchos otros ríos he vuelto más veces para hacer la doble verificación, no vaya a ser que fuese cosa de aquel día en concreto, pero en este en concreto, al menos en la zona que estuve pescando, me sentí tan incapaz de conseguir sacar allí aquel día un solo pez, que se me quitaron las ganas de volver para siempre. Mira como sería la cosa que de allí me fui al Cares esa misma mañana y hacia el mediodía saqué un par de reos que me dieron las fuerzas suficientes para volver medio contento a casa. Algún día volveré al Purón. Aunque si no tenía referencias de aquella, no te quiero contar ahora, que no tengo ni la más remota idea de cómo podrá estar aquello de peces. Pero las cuentas pendientes hay que intentar saldarlas, y cuando me retire definitivamente de esta cosa de la pesca con mosca, me gustaría que no se me quede en el listado de sitios en los que he pescado, ningún río en el que no haya conseguido nunca sacar un pez. Y en ese listado está el Purón.
Más entradas