Durante muchos años fui casi siempre pescador de tardes y serenos. No por nada en particular, sino por simple disponibilidad horaria.
Obviamente me refiero de finales de mayo en adelante. Marzo y abril siempre fueron para un ratito a mediodía y septiembre y octubre la maravilla de poder pescar durante todo el día. Sin duda son mis dos meses favoritos para la pesca.
Del invierno no hablo porque nunca me he preocupado de pescar salmónidos entre finales de octubre y principios de marzo.
Sin embargo, con el paso del tiempo, y los cambios en la disponibilidad horaria, familiar y demás, me he acabado convirtiendo en muchos casos en un pescador de amaneceres.
Aclaro que para mi la jornada ideal es de tres o cuatro horas de pesca, quizás cinco. Con ese tiempo es más que de sobra. Incluso en los años que llevo viviendo en Madrid, que implica desplazamientos de dos o tres horas hasta el lugar de pesca, con pescar un máximo de cinco horas tengo más que de sobra. Así que vuelvo a casa más pronto, o si voy con algún amigo, me dedico a verles pescar, echar la siesta tirado a la orilla del río o simplemente estar por ahí sin más.
La necesidad aquella de estar doce horas seguidas pescando o aprovechar hasta el último segundo el permiso del coto, hace ya mucho tiempo que se me pasó.
Así que cuando se acerca el final de la primavera lo ideal para mi es plantarme en el río al amanecer. Además, creo que no hay otro momento en el que el río esté más bonito. Si ya te coge un amanecer de esos con neblina sobre el agua que se va disipando a medida que sale el sol, la sensación es insuperable.
Si además hay truchas o reos cebándose, no os quiero ni contar.
En mi experiencia, la pesca con mosca seca al amanecer tiene ciertas particularidades que la hacen un poco diferente a la forma habitual que tendríamos para afrontar determinados tramos de río.
En mi caso, al amanecer me gusta buscar tablas de aguas lentas o muy lentas, para pescarlas con bajos relativamente largos y generalmente con moscas en spent. Lo normal es probar con un caenis en primer lugar, y luego ir viendo.
Digamos que en estas zonas pesco los primeros 60 o 90 minutos si el día está soleado. Si el día está nublado puedo estar pescando zonas así hasta las 11:00 de la mañana que empiece a pensar en recoger e ir a almorzar.
Pero en el caso de que el sol empiece a brillar poco después del amanecer, siempre me ha resultado más productivo ir prospectando las orillas que estén a la sombra, siguiendo en zonas de aguas muy lentas o casi paradas, y buscando especialmente aquellos recodos del río en los que puedan haberse ido acumulando insectos que hayan muerto durante la noche.
Estos puntos pueden ser zonas de alimentación preferente para truchas y reos y conviene prestarles especial atención.
Esta es la parte buena.
La parte mala es que muchas veces esas zonas, especialmente en ríos de tamaño medio o grande, suelen ser una pesadilla para presentar una mosca con unas mínimas garantías.
Me explico.
No es infrecuente que esos recodos del río de aguas calmas se formen más allá de una corriente central fuerte que nos impide el vadeo para posicionarnos de forma más o menos cómoda, incluso que la corriente forme algún suave remolino que arrastre nuestra mosca aguas arriba o que haya truchas puestas justo al revés de como habitualmente esperan su alimento, es decir, que nos encontremos con peces posicionados mirando río abajo.
Conozco muchos pescadores que pasan automáticamente de este tipo de lugares por considerarlos una pérdida de tiempo o, en muchos casos, al menos un esfuerzo baldío.
Conozco a uno que es un verdadero especialista en pescar estos lugares.
Como sé que no le importa, voy a contar lo que él hace, que es lo que yo he intentado copiarle siempre, aunque él sigue teniendo muchísimo más éxito que yo.
Su primera opción, siempre que sea posible, es vadear el río para pescar esos recodos desde la misma orilla, y evitar así la corriente central. A veces esto requiere volver río abajo hasta dar con un tramo vadeable para poder cruzar, hacer un poco de pescalada o atravesar zonas por las que yo no pasaría sin una desbrozadora por delante.
La forma más efectiva de presentar una mosca en esas zonas es hacerlo desde la misma orilla, a poder ser desde fuera del río y si además puedes camuflarte en zonas con vegetación en la orilla y ralentizar todo lo posible tus movimientos, mejor que mejor.
Recordemos que no es raro que en estas zonas haya truchas mirando río abajo. Te ven a la mínima. Y si te ven, o ven algún movimiento extraño, se acabó.
Cuando todo esto no es posible, que en muchos casos no hay forma de cruzar al otro lado y posicionarse desde donde poder lanzar cómodamente. O sin cómodamente, pero al menos poder lanzar. Digo, cuando eso no es posible, su siguiente opción es buscar una zona vadeable río arriba y presentar su mosca lanzando aguas abajo.
Esto es muy cómodo porque con un movimiento sencillo de la puntera de la caña acompañado del trabajo de la mano izquierda puedes ir “soltando” línea y se consiguen derivas larguísimas. También tiene una cosa de malo, y es que pescando a seca aguas abajo como te emociones un poco de más al clavar, lo normal suele ser partir el hilo.
Pero es una forma muy sencilla de conseguir presentar una mosca de forma más o menos decente en lugares donde de otro modo resulta dificilísimo.
Me refiero para el 99% de los pescadores, claro. Hay maravillosos lanzadores capaces de presentar la mosca en cualquier sitio y a casi cualquier distancia, pero no es el caso de la mayoría de nosotros.
Y siempre teniendo prudencia con lo de la mayoría o el 99%, no vaya a ser que se ofenda algún colectivo piscatorial con estas generalidades, que he visto que últimamente están las susceptibilidades muy a flor de piel.
Pero bueno, en cualquier caso, lanzar aguas abajo siempre va a ser mejor que lanzar atravesando una vena central de corriente para tratar de presentar nuestra mosca en el remanso que se forma por encima del remolino de la otra orilla.
En ríos pequeños, de hasta unos 10-12 metros de ancho, esto es más o menos fácil de hacer. Requiere quizás de un lance extendido seguido por varios mendings o correcciones de línea hasta dejar la línea posicionada de tal forma que no sea arrastrada por la corriente provocando el dragado de la mosca.
En ríos con un cauce medio de 15, 20 o 30 metros, es poco operativo tratar de presentar la mosca así al otro lado de una corriente central que puede tener unos ocho o diez metros de ancho, y que aunque parezca que el agua está muy plana y que la corriente es suave, suelen tener mucho más tiro de lo que aparenta a simple vista.
Y todo esto sin entrar en dragados, microdragados, venas, microcorrientes, etc. etc. etc. A mi todo esto desde que empecé a tener que utilizar gafas graduadas ya ni me importa, porque ni lo veo. Si quiero meter la mosca por un sitio concreto y veo que por ahí hace algo raro al derivar, lanzo medio metro más allá, o medio metro más acá, y a ver si hay suerte…
Entonces, para pescar estas zonas podríamos resumir que la primera opción es tratar de cruzar a la otra orilla y pescar desde fuera del río si es posible. La segunda opción sería lanzar aguas abajo tratando de posicionarse de tal forma que la vena central de corriente no interfiera en la deriva de nuestra mosca. Y la tercera opción sería contratar un buen instructor de lanzado, aprender todo lo posible y practicar mucho.
Luego también se puede atravesar todo con un streamer de lado a lado, pero en esta entrada hablamos de cosas elegantes, de pescar a seca, no de atravesar todo a lo loco moviendo agua y montando un Cristo que hasta tres o cuatro horas después nadie pueda intentar pescar esa postura porque los peces que no hayas clavado con el streamer están todos atechados debajo de la primera piedra que hayan encontrado libre.
Pero bueno, y de las moscas ¿qué?
Ya sabéis que ahora mismo pesco con media docena de modelos contados, pero también que no siempre fue así, de modo que voy a hacer un pequeño repaso de lo que he ido usando con cierto éxito, para que luego cada uno tome en consideración lo que crea oportuno.
Hablando de pesca al amanecer desde finales de primavera o comienzos del verano, hasta el final del verano, todos coincidiremos en que la mosca estrella es el caenis.
Junto con las hormigas, diría que las imitaciones de caenis son en las que más patrones diferentes he probado.
Empezando por el anzuelo, donde de hecho no he sido capaz de encontrar todavía ningún modelo de anzuelo sin muerte que me guste para este tipo de imitaciones, hasta llegar a las alas, donde creo que he probado todo lo habido y por haber.
Los primeros caenis que monté seguramente serían en algún anzuelo similar al Tiemco 100 o el Mustad 94840 o alguno así y en el #20. Esto es una mosca enorme en comparación con muchos de los caenis reales que podemos encontrar por el río, así que el primer paso fue dar con el anzuelo adecuado.
Después de varias pruebas, terminé por utilizar el TMC 508 hasta el #24, y el TMC2488 del #22 en adelante. Estos dos anzuelos han sido los únicos que realmente me han gustado, especialmente el 2488, ya que lo considero insuperable para imitaciones pequeñas, muy pequeñas y minúsculas.
El problema que tienen es que se trata de anzuelos con muerte, para los que no existe equivalente sin arponcillo, y que por este motivo dejé de utilizar hace muchos años.
Pero nunca he podido encontrar sustituto que me convenza lo más mínimo entre los anzuelos sin muerte, recurriendo actualmente a dos modelos curvos de anzuelos sin muerte que al menos se fabrican en tamaños más o menos adecuados para este tipo de imitaciones, así que los que uso actualmente son el Varivas 2200BL hasta el 24 y el Gamakatsu C-12 BL del 24 en adelante.
Están lejos de ser perfectos para esto, pero son los que menos me disgustan.
Luego, mi imitación básica sería unos cercos relativamente largos en microfibbet’s o pluma de galo de león indio plateado o algún otro tipo de indio claro, un cuerpo con el mismo hilo de montaje, un tórax oscuro en oreja de liebre negra o polipropileno negro y unas alas en spent para lo que he probado multitud de materiales en color blanco o gris claro: poliwing, antron yarn, cdc, liebre ártica, ep fibers, fly rite, poliyarn, medallion, aero dry wing… Incluso monté en su día caenis con sus tres vueltecitas de hackle y sus alas en punta de pluma.
Pero bueno, después de pruebas y más pruebas, el modelo de caenis con el que al final me quedé fue el siguiente: anzuelo del #24 al #28, colas gris claro más bien largas, cuerpo en hilo de montaje rosa muy clarito casi blanco, toráx en liebre de color negro o gris muy oscuro y alas en pata de liebre ártica gris clarito.
Si me siento con ganas les pongo una especie de saco alar en foam negro de 1 mm. Si no, unas vueltas en 8 con el dubbing y a correr.
Diría que de todos los que he probado este patrón es el que mejor combina efectividad, flotabilidad, durabilidad, facilidad en el montaje y visibilidad. Cogiendo lo de visibilidad con pinzas, claro.
A la hora de pescar con caenis vale más lanzar a pez visto y saber por donde va más o menos tu mosca, para clavar si el pez al que estás lanzando toma algo de la superficie, que estar lanzando a lo loco y tratar de divisar la mosca sobre el agua. Esto, como haya muchos caenis flotando sobre la superficie, es una pesadilla absoluta.
Una posible solución para esto es atar dos secas, una que sirva para saber más o menos por dónde va el caenis, aunque esto solo lo recomendaría en momentos de mucha actividad y con muchos peces cebándose en la misma tabla, ya que creo que compromete un poco la presentación, así que solo lo he usado en momentos de este tipo, donde constantemente estaba posando y levantando, con derivas de no más de 3-4 metros, y donde era muy difícil concentrase en un solo pez porque había varios comiendo e incluso desplazándose.
Os habréis fijado que no le he dado la más mínima importancia al cuerpo de la mosca. En estos tamaños, con silueta y tamaño creo que es suficiente. No le doy en este caso mucha importancia al color, más allá de que sea un cuerpo clarito. Ya diferenciar entre macho y hembra en este tipo de montajes queda mucho más allá de mi capacidad, mi discernimiento y mi vista.
Otra opción que me funcionó bien en su día, y con esto cerramos el momento caenis, fue atarlos con un montaje tipo paraloop. Se veían mejor que ninguno, flotaban y pescaban como cualquier otro, pero atar en paraloop en un #26 era una tarea para manos, cervicales y ojos jóvenes. Hace años que no hago ninguno así y puedo asegurar que no volvería a hacer ninguno ni aunque se pagasen a 10 € la pieza.
Este año todavía no tengo ningún caenis hecho, así que os dejo una foto antigua para que se vea el montaje que mejor me ha funcionado, o que más he utilizado, que al final seguramente sea lo mismo.