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Moscas secas que dejan huella

15 de noviembre de 2021
Podríamos decir, tendiendo a la exageración, que a lo largo de los últimos siglos, todo en el montaje de moscas está mal. 

Es decir, casi todo se ha basado en como el ser humano percibe el entorno a través de sus sentidos.

Está mal relativamente, claro. A decir verdad las imitaciones que hemos estado usando estos últimos cientos de años algo han ido pescando. Así que decir que todo está mal, más que una exageración, podría ser una gilipollez. 

Pero como me interesa más la comedia que el drama, vamos a ir analizando algunos patrones que todos usamos y así puedes decidir tú mismo si está mal, regular o bien y, sobre todo, si es drama o comedia. 

Empecemos por los tricópteros.

- Los tricópteros y sus imitaciones.

Los montajes tradicionales de tricópteros y el patrón que prácticamente domina este tipo de montajes en todo el mundo, da igual con que materiales se haga la mosca, está mal.

Sí, sí. Ya sé que pescan. De eso hablaremos más adelante. Pero el típico montaje de tricóptero con sus alas en forma de tejadillo, parte de un error de concepto.

Los tricópteros mantienen las alas en esta posición cuando están en reposo, generalmente posados sobre alguna ramita, alguna hoja o alguna piedra. Incluso sobre el agua. 

Por supuesto, es lo natural para el pescador que llega al río observar que ve y luego tratar de imitarlo.

Pero convendría ir un paso más allá y pensar en aquella magnífica defensa frente a la Santa Inquisición del eppur si muove. 

Tampoco hace falta ser Galileo, pero…

El error está en que se parte de dos premisas equivocadas. 

La primera, que se mira con los ojos del pescador. Y esta es irremediable, puesto que nunca podremos mirar con los ojos de la trucha. 

La segunda, que tomamos como modelo un insecto que no siempre se está quieto.

Hace años, sobre todo al amanecer y al atardecer, había buenas eclosiones de tricópteros en la parte baja del Nalón. Me refiero a esta parte del río Nalón porque la conozco bien, en primer lugar, y porque al tratarse de tramos de aguas muy lentas, básicamente parados, y perfectamente vadeable en muchas zonas, permitía situarse en el medio del río y ver perfectamente el comportamiento de las moscas y de los peces.

En ríos de media o alta montaña en donde abundan los tricópteros es más difícil fijarse en su comportamiento en el agua. Los vemos revolotear, y bajar hacia el agua a poner sus huevos, y poco más. Las corrientes y los chorros no permiten fijarse en los detalles.

Pero en esas zonas lentas y vadeables, donde todo pasa a pocos metros, o incluso donde los tricópteros usan tus hombros, tu cara o tus orejas como posadero, es sencillo ver como pasa absolutamente de todo sobre la superficie del agua:

1) Uno que se acerca al agua a poner sus huevos, calcula mal y sale medio rebotado, como cuando tiramos una piedra plana para que vaya dando saltitos sobre el agua.

2) Otro que hace un clavado perfecto sin salpicar una sola gota, de 9,90 para arriba, y que intuimos que bucea porque lo hemos perdido de vista.

3) El que baja por la corriente, aparentemente, tratando de emerger y echar a volar y queda medio moribundo atrapado en la película.

4) Los que, por el motivo que sea, bajan agonizantes flotando sobre el agua con las alas completamente desmadejadas.

5) O los que son pura elegancia y permanecen sobre el agua con las alas en la misma posición que si estuviesen posados sobre una hoja o una piedra.

Es decir, para situaciones múltiples se ha impuesto casi de forma generalizada un patrón de montaje único, que realmente solo imita de forma correcta una de las opciones.

Y aquí he nombrado cinco posibilidades muy fáciles de ver a simple vista. Seguro que muchas otras se nos escapan. 

Y ya no pensemos en todo lo que sucede debajo del agua. Parece ser que incluso se equivocaron un poco con el tema de la burbuja los que buceaban por Montana grabando a los tricópteros.

A veces las truchas muestran cierta predisposición a tomar insectos que se mueven, así que en ese caso el objetivo ideal sería aquel que trata de escapar del agua revoloteando antes de quedar definitivamente atrapado en la película. O el que revolotea durante la puesta.

La pregunta es: ¿por qué solo se ha tenido en cuenta una de las posibilidades para la imitación de los tricópteros?

Ni idea. 

Pero lo que sí es cierto es que esas imitaciones tradicionales de tricóptero pescan. Lo mismo da que sea un tricóptero con pluma de gallo de León, que un tricóptero de cdc, que una Universal de Ragot o un Elk Hair Caddis. Todos pescan.

Entonces, es sencillo: imitamos lo primero que vemos por la orilla del río sin ir mucho más allá y dado que funciona, así se queda para siempre.

Muy bien. Por mi parte, nada que objetar. Si hay algo que me gusta, eso son las soluciones sencillas para situaciones complejas.

Por suerte para nosotros ha habido algunos pescadores-montadores que han ido un poco más allá.

No voy a entrar en los modelos de tricópteros buceadores porque muchos de ellos simplemente trasladan el patrón de montaje clásico de mosca seca a materiales que permitan que se hunda, o bien utilizan para esto montajes más tipo mosca ahogada que otra cosa.

Ahora bien, dentro de los montajes e imitaciones de tricópteros que se salen del patrón habitual, es obligatorio comenzar por la Deep Sparkle Pupa de Gary LaFontaine.

Esta es una de esas moscas que he dejado de utilizar, sin saber muy bien el motivo, ya que pesca mucho. Especialmente en tamaños pequeños, del 18 o 16, era una gozada pescar los serenos con ella: terminal del 0/16 o 0/18, lanzar aguas abajo en diagonal, dejar que la propia corriente haga trabajar a la mosca, un par de correcciones de línea y… ¡zas! 

Pez que coge la mosca, pescador que clava como un burro porque le ha cogido pensando en sus cosas y terminal roto.

Subes al 0/20 y a seguir.

Lo mejor es poder pescar serenos sin estar preocupado por si la mosca flota, que si la ves o no la ves, que si tengo un bajo larguísimo y se me ha hecho un lío ya a las 22:15…

Con esta era fácil: bajo de 350 cm, terminal gordo y mosca justo por debajo de la película superficial.

Eso sí, conviene utilizar las lanas con las que se diseñó originalmente la mosca, porque todos los demás antron que hay, no tienen nada que ver. Al menos los que yo conozco. 

Otra imitación de tricóptero que se sale de lo normal es la Devil Bug. Esta es una de esas moscas con las que sigo un proceso determinado: soy consciente de que existe, monto tres o cuatro para probarlas, voy al río con ellas, consigo clavar un pez, veo que funciona y ya no la uso más.

Habré hecho esto con cientos de modelos de moscas: usarlas hasta que consigo clavar un pez y ya no volver a usarlas nunca más. Puede parecer una pérdida de tiempo, pero sirve, entre otras cosas, para confirmar que todas las moscas engañan peces.

Al final hablaremos un poco de esto, porque ahora toca la Dyret. Imitación de origen nórdico y diseñada, en principio, para pescar ríos con fuertes corrientes más o menos continuas. No sé si habéis estado por Laponia o Escandinavia, o habéis visto algún vídeo de pesca por allí, pero tienen el agua por castigo. Cuando pienso en la Dyret, automáticamente pienso en el río Rena.

No tenemos ese tipo de ríos por aquí, pero esta mosca funciona en nuestros ríos. En zonas de corriente media a moderada mueve peces. De hecho un modelo con dubbing anaranjado en el cuerpo ha tenido cierto éxito, y con el cuerpo en pavo real y tamaños pequeños también funciona. Claro, si funciona la Griffith Gnat, la Dyret así montada, debía funcionar por narices. 

Para el año que viene me gustaría probar alguno de esos patrones de pupas flotantes que montan nuestros amigos nórdicos con kapok, foam e incluso madera de balsa, pero de momento no puedo decir nada más de estas moscas, aparte de constatar su existencia, porque todavía no he encontrado el momento y el lugar donde poder probarlas.

Y ya para terminar, existen una serie de patrones que yo, sinceramente, no tengo claro si se crearon con la intención de imitar tricópteros o simplemente como moscas generalistas o atractoras. Estoy pensando en la Mercantour o la “Catalane”, de Pierre Miramont y bautizada por Laiman.

Son las primeras que se me vienen a la cabeza, y estas dos en concreto pescan como cualquier otra mosca, pero dado que casi permanecen en el anonimato a pesar de los años que tienen, vamos a dar por hecho que no tienen nada de especial.

Capítulo aparte merecería la Usual de Fran Betters. Imitación de tricóptero para unos, emergente genérica para otros, mosca indefinida muy buena para algunos más. Flota, pesca y se ve. No es poco.

En cualquier caso, dado que los bichos en el agua se mueven, a mi los tricópteros me gusta montarlos con el cuerpo de algún pelo o pluma que se mueva. Pasaron de moda aquellos del cuerpo en herl de avestruz, que pescaban que daba gloria verlos, así que ahora tiro de pelos de ardilla o libre, cuerpo rechoncho y despeluchados, para que al menos algo de movimiento haya.

También prefiero tejadillos en cdc por el mismo motivo: se mueve.

Así que en el caso de los tricópteros el eppur si muove, para mi es dogma de fe. 

- Las efémeras y sus imitaciones.

Como en el caso de los tricópteros, para las efémeras hay un patrón más o menos estándar que se ha impuesto desde hace muchos años, y que, a pesar de que los materiales puedan variar, es el patrón predominante.

Básicamente: colas, cuerpo (con o sin anillado), alas.

Casi todo lo mencionado en el caso de los tricópteros podría aplicarse para las efémeras: moscas que por un motivo u otro bajan desmadejadas por el río, emergencias fallidas, etc.

Es cierto que las efémeras siempre han sido la niña bonita de las moscas secas para los pescadores a mosca. Ya sea por su elegancia, su gracilidad, sus vuelos o lo que sea, siempre han tenido mayor protagonismo.

No hay más que coger colecciones clásicas como la de las Gallica, o las de Halford, para ver que el porcentaje de efémeras con respecto a otros insectos es aplastante.

Y el hecho de que se les haya prestado mucha más atención, ha provocado que los montajes que se salen de lo habitual sean más abundantes que para otros tipos de moscas.

Veamos.

Podríamos catalogar dentro de los patrones que imitan a los distintos estados de las efémeras los siguientes:

1) Mosca seca clásica con hackle.
2) Mosca seca clásica con hackle y alas.
3) La No Hackle.
4) Montajes en paracaídas.
5) Montajes en spent.
6) Las up wing dun.
7) Las shuttlecock.
8) Las emergentes con burbuja.
9) Las orejas de liebre y otros modelos con falso hackle.
10) Los montajes en cdc con alas en V.
11) Los montajes en comparadun, sea de ciervo, corzo, cdc, caribou…
12) Seguro que se me olvidan varios, pero para lo que estamos tratando aquí, suficiente con estos.

En el caso de las efémeras parece que son tres los puntos de imitación casi obligatorios: las colas, las patas y las alas.

Dos por ser los supuestos puntos de apoyo sobre la superficie del agua, y las alas por ser lo más visible para el pez.

En lo de las alas ni entro, porque habría que tratar temas relacionados con la forma en la que incide la luz sobre el agua y como esto afecta a la visión del pez, que me dan una pereza tremenda. Si a alguien le interesa, me preguntáis y os recomiendo dos o tres libros donde hay información sobre esto hasta morir de aburrimiento.

Sí me gustaría señalar lo siguiente: desde un punto de vista lógico parece imposible que las alas sean al mismo tiempo un elemento que dispara la acción del pez de tomar la mosca, y que, a la vez, podamos poner cualquier poste de color flúor en un montaje en paracaídas porque eso no afecta a que el pez tome la mosca.

Ok, podrías decir: “ah, claro, pero es que el hackle en los paracaídas impide que el pez vea el poste”.

Ok. Si me dices esto, tres cosas te diré:

1) Si no ve el poste y toma la mosca igual, es que las alas no importan.
2) Si montas los paracaídas como, por ejemplo, las moscas de Joan Navarro (me encantan), te aseguro que el poste se ve.
3) Si el ejemplo de los paracaídas no te sirve, hablemos de los postes flúor que colocamos en moscas con alas en V, generalmente de cdc, y en las que no hay hackle en paracaídas que impida a la trucha ver el señalizador.

Ahora saldrá alguno con la emergente aquella de LaFonatine que llevaba específicamente cuatro pelos naranjas de ciervo para imitar el momento en que las efémeras inyectan la hemolinfa en sus alas justo en el momento en que han emergido y no pueden aún alzar el vuelo. 

Ya he dicho que me gustan las cosas sencillas… ¿verdad?

Pues prefiero pensar que en la mayoría de los casos simplemente se la sudan las alas, los postes y demás, antes que buscar explicaciones tan sumamente rebuscadas.

Y para cerrar el tema de las alas simplemente añadir que hace muchos años la única discusión era si a las efémeras con hackle había que ponerles alas en puntas de pluma o no, y si esto afectaba a su efectividad.

En mi experiencia las efémeras con hackle tradicional pescan exactamente igual lleven alas o no, con una excepción: si el pescador solo confía en efemeritas con su par de alas, es muy difícil que pesque igual con efémeras con hackle y sin alas.

Básicamente porque no las usará, y porque en el caso de usarlas su confianza en la mosca será nula, y la cuestión psicológica influye mucho en esto de pescar, como en cualquier otra cosa en la vida.

Siguiente punto a tener en cuenta, según lo establecido: las colas.

Aquí no metemos todavía las emergentes, claro, sino que nos centramos en insectos ya emergidos. Concretamente en aquellos que derivan sobre la superficie del agua esperando a que sus alas estén en condiciones de levantar el vuelo.

Y llegamos a la madre del cordero: la huella.

Cuantas veces habremos oído aquello de montar los cercos en V o abrirlos en abánico porque así imitan o simulan mejor los de los insectos reales… Vamos a ver. ¿Alguna vez te has fijado en las efémeras sobre la superficie del agua? ¿Sí? ¿No?

Si no te has fijado, simplemente escribe esto en Google: “mayflies on the water”. Ahora vete a imágenes. Y mira de las diez primeras fotos que aparecen, ¿Cuántas de esas efémeras derivan sobre el agua con los cercos completamente apoyados en el agua?

Más o menos la mitad, como mucho. 

También hay un vídeo en Youtube de Gilbert Rowley con primeros planos de efémeras sobre el agua. Échale un ojo.

La otra mitad de las de las fotos los llevan elevados sin tocar el agua.

Y si sigues bajando viendo imágenes, alguna aparecerá en que hay efémeras que han perdido alguna de sus colas, otras que se habrán tomado alguna copa de más y van medio de lado, etc.

¿Crees que las truchas no se comen las que van con los cercos sin tocar el agua o las que derivan hechas un cristo sobre la superficie?

¿Crees que una trucha va a despreciar una efémera a la que le falte alguna de sus colas?

Si precisamente sabemos que los depreadores sienten predilección por aquellos especímenes de entre sus presas que muestran alguna clase de tara, o como lo queramos llamar.

Lo de los lobos y el ciervo que cojea. Lo de los leones y el ñu que está pariendo. Seguro que te suena. 

Lo de la huella de las colas es un disparate que solo se verá superado por el de la huella de las patas.

Pero antes de ir a las patas, vamos a darle otra vuelta más al tema de las colas.

Porque cuando he usado este argumento, más de una vez me dicen: “pero tú montas tus efémeras con los cercos en V”.

Sí, claro. 

Y con microfibbet’s. Pero no por la huella, por Dios. Lo hago así porque siempre he tenido la impresión de que flotan mejor. Fin. No hay ninguna razón más allá de eso.

Y ahora sí: las patas y su huella.

Partimos de la base de que a mi jamás me ha gustado referirme al hackle o collar de las moscas secas como patas. Creo que nunca lo he hecho así, y si lo he hecho habrá sido por falta de atención o por error.

¿Es posible que el hackle imite de verdad a las patas del insecto? 

Ni lo sé, ni me importa.

Lo único que sé es que si hago una mosca con hackle va a flotar “más alta” que una con cdc y tórax en liebre o ardilla.

Y esto ni es bueno ni es malo. Solo es diferente. Y según las circunstancias, puede ser mejor o peor.

Es mejor cuando está lloviendo, ya que pescar lloviendo con moscas de cdc es una pesadilla.

Es peor cuando nos vemos obligados a pescar con hilos muy finos y el hackle puede darnos problemas de rizado del terminal.

El caso es que como muchas otras cosas, llevado al extremo, puede ser casi ridículo. Y voy a mencionar dos ejemplos de dos montadores a los que le tengo un respeto infinito, pero que en dos de sus diseños de efémeras, creo que se les ha ido la olla, o se han ido completamente a lo extremo: la Footprint Dun de Oliver Edwards y la Heptagenia Dun de Morten Oeland.

¿Se pueden pescar truchas con estas dos moscas? 

Por supuesto. 

Se pueden pescar truchas con cualquier cosa. Pero estos dos diseños en concreto se han llevado a tal extremo que han acabado en la peor categoría que puede acabar una mosca: pescar más pescadores que peces.

A mi, al menos, ambas me pescaron. Luego el río me dejó claro que experimentos raros, los justos.

Y también debemos tener en cuenta que, del mismo modo que sucedía con las colas, hay moscas lisiadas a las que les falta una pata, o dos, y las truchas se las comen igual.

Y ahora que hablamos de moscas lisiadas me gustaría hacer una breve referencia a lo que comentaba al principio de este apartado. A las efémeras se les ha hecho mucho más caso que a otros tipos de insectos, y esto ha tenido como resultado que para las efémeras sí existen montajes que imitan a moscas lisiadas, no nacidas y demás accidentes vitales que la naturaleza tenga a bien provocar.

Así de memoria se me vienen a la cabeza la Cripple de Kelly Galloup y unas emergentes de Vladimir Markov que eran una verdadera maravilla (digo estéticamente, no pescando) y que eran a la vez una especie de no nacido, emergente y seca todo en uno.

Por supuesto, también las probé en su día, y se fueron al mismo cajón que muchas otras: las he montado, he conseguido clavar un pez con ellas y no las he vuelto a utilizar nunca más.

- Otros insectos y sus imitaciones.

¿En qué piensas cuando imaginas un díptero?

¿Un cuerpo negro? ¿Un par de alas? ¿Unas vueltas de hackle?

Estos pescan muy bien. Y de todos los patrones clásicos quizás sean los que de forma más eficiente se aproximan a la realidad.

Y digo quizás porque en el río los naturales son más difíciles de ver. Para mi al menos. 

Ver como derivan una efémera o un tricóptero del 14 o del 16 es más o menos sencillo. Ver cómo está sobre el agua un díptero del 22 es más difícil.

Y eso que el 22 es un tamaño enorme. Alguna vez me ha tocado penar en tramos donde tenías que utilizar dípteros del 28 o el 30 si querías imitar el tamaño de los reales.

El caso es que este montaje clásico tiene un fallo terrible: su nula visibilidad. Tan difícil es ver este tipo de moscas como ver los naturales.

Por suerte hay patrones que quizás no nacieron con la idea de imitar este tipo de insectos, pero que vienen a nuestro rescate cuando de visibilidad hablamos. Los montajes tipo Shutelcock, la IOBO Humpy o los dípteros en cdc abriendo las alas con un pequeño indicador sí permiten ver la mosca.

Al menos en tamaños del 22. Cuando pescas con moscas del 28 más te vale olvidarte de la mosca y estar viendo las reacciones del pez.

De cualquier manera, para moscas tan pequeñas, una somera aproximación en tamaño y silueta es más que suficiente. Y luego está el color.

Cada año que pasa le doy menos importancia al color, pero con los dípteros he tenido experiencias muy frustrantes que se han solucionado de dos maneras:

1) Pasando de las moscas del 26 o 28 y lanzando un escarabajo en un 10 en todo el medio del parado.

2) Sustituyendo la mosca que estaba usando por una igual pero con algún brillo.

Y con brillos me refiero a meter un par de vueltas de ice dubbing o similar en el tórax hasta añadir una brinca de algún tipo de oropel perlado o nacarado en el cuerpo.

A veces funcionan mejor las que llevan algún brillo, y otras veces las de la versión mate. O a lo mejor simplemente ha sido pura casualidad.

Los plecópteros como tal son una mosca que apenas he utilizado. Con las imitaciones de grandes moscas de la piedra nunca he sabido pescar, y para los pequeños pitillines no me complico en absoluto: una F-Fly negra que puede pasar por cualquier cosa, ya sea un pitillo, un díptero, una hormiga…

Tengo algún patrón específico que algún amigo me pide de vez en cuando que le haga, pero la verdad es que ya hace años que para mi lo simplifico al máximo.

Y en cuanto a los insectos terrestres creo que deberíamos dividirlos en dos categorías: los grandes -escarabajos, saltamontes, etc.- y las hormigas.

En cuanto a los grandes poco puedo aportar. Uso las imitaciones de saltamontes y escarabajos más simples y minimalistas que se pueden montar. Tengo algún amigo que hace saltamontes que cada uno le lleva media hora de torno, y no he visto que pesquen mucho más.

No me refiero a cuando ellos los usan. Me refiero a los que me van regalando, cuando los utilizo yo. Ahí es donde no he notado que pesquen mejor que montajes infinitamente más simples.

Para las hormigas lo tengo muy claro: cualquiera. 

O mejor dicho: todos. 

Llevo en la caja unos quince patrones diferentes de hormigas y no podría decir uno solo que pesque mejor o peor que los demás.

Lo que tienen de bueno las hormigas es que pones una, se la echas al pez y la coge.

Luego puedes complicarte hasta el infinito. Recuerdo que hace bastantes años se puso de moda el tema de la flotabilidad de las hormigas y de las larvas del aliso. Anda que no dimos la matraca con aquello.

Esos gusanitos en el 18 imitando las larvas del gusano del aliso y buscando el equilibrio perfecto entre plomo y foam para que se hundiese justo a la misma velocidad que se hunden los naturales cuando caen de una rama al río… Ese buscar el dubbing perfecto que cogiese agua y te diese es punto perfecto de ¿sumergibilidad? 

Dudo que esta palabra exista, pero ya me entiendes, que se hunda a la misma velocidad que un insecto natural caído al agua.

Pues con las hormigas, un poco lo mismo.

Ya hace tiempo que no me como la cabeza con esto y al final la que más uso es la Shimazaki Ant, que pesca bien y se monta en dos minutos. Y para zonas de corrientes en paracaídas, con o sin alas. Dos bolitas de dubbing Stalcup Microfine, poste que se vea bien, tres o cuatro vueltas de hackle Brown y a correr.

He dejado las hormigas para el final porque aquí sí que diría que los montajes clásicos sí que son fieles a la realidad. Y esto me obliga a llevarme la contraria a mi mismo, y admitir que a pesar de lo que decía al comenzar este texto, quizás en el montaje de moscas no se haya hecho todo tan mal.


31 de diciembre de 2024
Este es el último artículo del año. Lo estoy escribiendo sin saber si habré podido cumplir con el reto de publicar un artículo al día durante cada día de 2024, pero haya conseguido cumplir el reto o no, este será el último. Y lo voy a aprovechar para insistir una vez más en que hay mucha gente que se ofende con demasiada facilidad, y eso se debe fundamentalmente a que no tienen ninguna capacidad de reírse de sí mismos, y yo esto siempre lo he considerado como una de las mejores virtudes que puede tener un ser humano. De hecho, me he ido dando cuenta a lo largo de mi vida de que los que han sido mis amigos de verdad, mi pareja y otras personas importantes, si por algo destacan, es por poseer una capacidad extrema de reírse de sí mismos. Y a lo largo de todos estos artículos, me he intentado reír de todas aquellas cosas que yo he ido haciendo a lo largo de mi vida como pescador. Por ejemplo, me he reído muchísimo del tema de la práctica del lanzado. Cuando tenía 18 o 19 años conocí a Alejandro Viñuales y tuve un relación cercana con él durante varios años. Luego la vida nos lleva por diferentes caminos y a diferentes lugares y el tiempo y la distancia cumplen su papel sin que en realidad haya habido nunca ningún problema entre nosotros. Seguro que hay personas con las que te ha sucedido eso. A mí en esto de la pesca me ha pasado con muchísimas personas. Yo sigo teniendo un respeto extremo por Alejandro cómo auténtico Leonardo da Vinci de la pesca con mosca. Sé que muchos juzgan a otros pescadores por su capacidad para sacar peces. Mira, para sacar muchos peces lo único que hay que hacer es ir mucho de pesca. Vete a pescar todos los días del año durante diez años y serás capaz de sacar muchos peces en cualquier lugar, circunstancia y ocasión. Eso está al alcance de cualquiera. Llegar a saber todo lo que sabe de pesca Alejandro, y yo hablo de lo que él ya sabía de pesca hace veinticinco años, está al alcance de muy pocas personas. Es el trabajo de toda una vida, y casi nadie está dispuesto a hacer semejante inversión en tiempo, estudio, razonamiento, práctica y demás. Y, por si fuera poco, es también de los que sabe reírse de sí mismo, ya que recuerdo perfectamente las carcajadas leyendo al Marqués de Hormigalada, que a menudo le lanzaba alguna que otra puya, o el cachondeo viendo a uno en un Youtube prehistórico presumir de que había inventado el Tongariro Roll Cast, que por otra parte es un lance inútil dado que se puede conseguir lo mismo complicándose la vida muchísimo menos. El caso es que además de aprender una cantidad de cosas relacionadas con la pesca con mosca gracias a Alejandro, me contagió su pasión por el lanzado y durante varios años yo también fui un pescador de amapolas, o margaritas, como tú prefieras, que se pasó varios inviernos practicando en un prado. Debo confesar que todo eso no me sirvió de nada a la larga, porque si algo exige la disciplina del lanzado es constancia. Constancia que yo solamente mantuve cuando vivía en el pueblo y tenía un prado delante de casa en el que poder practicar totalmente alejado de cualquier mirada curiosa o de cualquier comentario impertinente. En cuanto volví a la ciudad y había que practicar en medio de paseantes, perros y miradas curiosas, no volví más. Pero como sé lo que es practicar en seco, considero que puedo reírme de mí mismo porque llegué a pensar que el lanzado era la clave de todo, y no lo es. He sido mucho mejor pescador en épocas en las que no practicaba el lanzado que cuando lo practicaba. Si a día de hoy conservase la vista que tenía cuando tenía veinte años, sería un pescador mil veces mejor que lo que era cuando practicaba lanzado todo el invierno e iba de pesca, aunque fuese un par de horas, casi todos los días de la primavera y el verano. Aparte del lanzado, a lo largo de todos estos escritos no he dudado en hacer bromas y chanzas de todo tipo sobre aquellos que creen que la mosca es la clave de todo, sobre la dichosa Gutermannía y sobre todo lo relacionado con el montaje en general, que puedes ver mismamente en artículos como Momentos de pánico en la mesa de montaje o El montador concienzudo. Lo aclaro porque algún listo me escribió en su día para ver cuando hacía bromas con el montaje. Pues mira, he dedicado dos artículos enteros a hacer coñas con el montaje de pesca, aparte de comentarios sueltos, y no recuerdo haber escrito un artículo específico para reírnos de los gurús del lanzado. Tener buenas moscas es muy importante para pescar, pero hay muchísimas más buenas moscas de lo que muchos piensan y, desde luego, no vas a dejar de pescar por no tener el 273, el 431, el 404 o el que sea. También me he reído de la figura del guía de pesca, haciendo un artículo en el que me caricaturizaba a mi mismo cuando me tocó acompañar a un amigo en un tramo del que yo conozco cada piedra y que él nunca había pescado. Aparte de eso, debo decir que cuando no había un solo guía de pesca en Asturias, del modo en el que conocemos actualmente ese término, porque gancheros sí que había unos cuantos, me tocó guiar en el Sella y el Narcea a pescadores de Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Alemania y algunos países más, así que antes de hacerlo tuve que darme de alta en foros americanos y preguntar once mil cosas hasta hacerme a la idea de qué es lo que se consideraba allí un buen guía, para tratar de dar el mejor servicio posible. Y estamos hablando nuevamente de hace casi 25 años. Me he reído de los que agujerean el Vivarelli para que pese dos o tres gramos menos porque, aunque yo no tenga el Vivarelli y de hecho lo aborrezca, he llegado a comprar cinco silbatos diferentes para llevar en mi chest-pack el que menos pesaba de todos, igual que como frontal para el sereno utilizo el Petzl Bindi porque era el más ligero del mercado en la época en la que lo compré o porque como sacadera utilizo las de Hanak que pesan ciento y pocos gramos, en lugar de los trescientos o cuatrocientos gramos que pesa una cualquier otra sacadera. No hay nadie con mayor obsesión por ir al río ligero y minimalista que yo. Y no es de ahora. Tengo una foto en el Narcea en el año 2004 pescando solamente con una riñonera de dos litros de capacidad en la que llevaba una cajita de moscas muy pequeña, un bajo de repuesto, tres o cuatro bobinas de hilo, el flotabilizador, los fórceps, la linterna y poca cosa más. En cambio, hay una cosa de la que no me he reído nunca en este blog, y esa es la competición. Porque yo nunca he competido, de modo que ahí no podría estar riéndome de mí mismo, así que si no me puedo reír de mi mismo, procuro no reírme de los demás. Pensé alguna vez en apuntarme a alguno de esos Open solo para tener ya la excusa de que al menos una vez he competido y así poder hacer comedia también con la competición, que daría para muchas risas. Luego vi que te cobran 150 o 200 euros por apuntarte y ahí entendí que las risas quedan solo para los organizadores que se llevan la pasta. Pero es que incluso aunque lo hubiese hecho, lo de reírme de la competición, digo, nunca dejarían de espantarme todos esos señores de ceño fruncido, moral intachable y ofensa fácil que saltan a las primeras de cambio tomándoselo todo como si uno que escribe en una web hubiese escrito lo que ha escrito inspirándose directamente en ellos. No sería capaz de decir si son más bobos o más egocéntricos. De verdad, que envidia siento por no tener esa capacidad de tomárselo todo como si el mundo girase únicamente alrededor suyo. Me han dicho más de una vez: "la pesca con mosca es la cosa más importante de las cosas que no son importantes". Y yo esto lo llevo a rajatabla. Y es el motivo por el que no tolero en absoluto a todos esos señores de ceño fruncido de los que hablaba un poco más arriba. Algunos se consideran influencers porque tienen unos pocos miles de seguidores en las redes sociales, otros se consideran unos fenómenos porque tienen cuatro o cinco medallitas que ponerse en el pecho, otros se creen lo más porque tienen una especie de club privado en el que entre ellos mismos se dan títulos de instructores de lanzado, otros se han creído alguien porque consideraron que estaban en posición de ponerse a sí mismos por encima de los demás siendo jurados en algún concurso de montaje de moscas o en una absurda entrega de premios, otros creen que solo ellos pescan porque tienen los hilos que nadie más tiene... En fin, lo que todos conocemos. Pero de lo que no se dan cuenta es de que más allá de la familia y de sus amigos, en realidad no le importan a nadie. Si su cuenta en redes sociales fuese borrada, en unas pocas semanas ya nadie se acordaría de ellos. Si cualquier problema de salud o lo que fuese les alejase del mundo de la pesca, más de lo mismo. Hay que saber reírse de uno mismo y hay que ser consciente de que en este mundo de mierda que va a toda mecha y en el que muere gente que vale menos que la bala que los mata, si hay algo que son fuegos de artificio y un sendero inútil hacia ninguna fama y ninguna gloria, ese es el mundo de internet en general, y de las redes sociales en particular. Este es el último artículo que publico en la web y mi idea ahora es tomarme un descanso absoluto de todo lo virtual, así que más allá de mi familia y mis amigos, lo más seguro es que en unas cuantas semanas a nadie le importará ya lo que yo esté haciendo. Y está bien que sea así. Así es como tiene que ser.
30 de diciembre de 2024
Ahora nada. Queda un artículo por publicar, el de mañana, día 31 de diciembre, y como vengo diciendo todo el año, yo el día 31 de diciembre caduco. En principio no voy a eliminar la página web. Lo digo porque me han preguntado muchas veces por el tema de guardar algún artículo en Word o cosas de esas. No hace falta. Y si en algún momento fuese a hacerlo, yo mismo me encargaría de montar en PDF los 365 artículos de este año más los que estaban publicados anteriormente, que hacen un total de 450 o así, y dejarlo unos meses colgado para que todo el que quiera lo pueda descargar gratuitamente. Pero ya digo que por ahora eso no forma parte del plan. Mientras la empresa que me proporciona el alojamiento web y todo lo demás no me suba excesivamente el precio, la web se quedará ahí. Podría decir que tengo un montón de ideas para 2025, que las tengo, y que voy a hacer esto y lo otro y no sé qué más, pero la verdad es que a día de hoy no tengo pensado hacer nada más relacionado con la pesca con mosca. La pesca con mosca en sí misma no es ahora mismo una de mis prioridades. Mi prioridad en la pesca para los próximos años será recuperar dos cosas que tengo estos últimos años algo abandonadas. La primera de ella es la pesca en agua salada, principalmente el rockfishing y el ajing que son las dos modalidades que más me gustan, y en agua dulce quiero también recuperar el tipo de pesca que me hizo pescador, que no tiene tanto que ver con la modalidad o la técnica en sí misma, sino con los escenarios. Lo que más me apetece es volver a pescar ríos pequeños de media y alta montaña y pescarlos tanto a mosca, con cañas de 7' o 7'6" para líneas 2 o 3, como con equipos de lance ultraligero, cañas de 4'8" a 6'0" con acciones de entre 0.5 y 5.0 gramos más o menos y pequeños minnows, vinilos y cucharillas del 00, 0 o 1. De hecho uno de los planes que tenía en la cabeza era dedicar todo mi empeño a poner de moda este tipo de pesca en ese tipo de escenarios, porque pocas cosas hay más divertidas que tener clavada una trucha de 30 centímetros con una caña de 7' línea 2 o de 5'2' y acción 0.5 a 3.5 gramos. Pero esto de momento queda pospuesto porque en 2025 creo que me voy a dedicar únicamente a pescar. Lo que no voy a abandonar es el montaje de moscas, claro, ya que pienso seguir haciendo colecciones para quien quiera cambiarme algún material de pesca con mosca por moscas hechas por mí o seguir cogiendo algún pedido de vez en cuando, siempre que tenga tiempo para atenderlos. También quería grabar un vídeo del montaje de una mosca cada semana para publicarlo en YouTube, pero esto ya sin ningún compromiso ni obligación. Cuando me vaya apeteciendo lo iré haciendo y si alguna semana no tengo tiempo o ganas lo dejaré para la siguiente o para cuando sea. Y el tercero de los planes es el más complejo, el que más me gustaría llevar a cabo y el que quizás no sea capaz de hacer en todo 2025 ni aunque le dedique una hora al día. Sería tiempo más que suficiente si le dedico una hora al día, eso en el caso de que dominase el campo sobre el que voy a trabajar, pero como mis conocimientos en programación con Python y SQL son limitados, incluso dedicando todo ese montón de horas no estoy seguro de que fuese tiempo suficiente. Pero bueno, lo cuento ya, que así a lo mejor aparece alguien que sepa más que yo y que le apetezca colaborar. Eso sí, como dice un youtuber argentino al que sigo, "aquí plata no hay". No me faltaba otra cosa que trabajar yo por amor al arte y luego tener que pagar a otros. Eso no entra en ninguno de mis planes. Lo que me gustaría hacer es lo siguiente: como he dicho un millón de veces, el único conocimiento valioso que poseo en relación con la pesca a mosca es la inmensa cantidad de información que he ido acumulando durante décadas respecto a las moscas que funcionan en diferentes ríos, zonas, países, etc. Con toda esa información me gustaría crear una base de datos interactiva en la que cualquier pescador pudiese meter el nombre de un río y automáticamente pudiera obtener una recomendación con los tres modelos de moscas secas y los tres modelos de ninfas que debería utilizar allí, su ficha de montaje detallada y la mejor manera de utilizarla, según la época del año. Me gustaría añadir esta funcionalidad a mi propia web, pero no sé si sería más sencillo hacerlo como una aplicación para el móvil o como un programa que cada uno pudiese utilizar en su ordenador. Hasta el momento solo estoy "pasando a limpio" una ingente cantidad de apuntes que tengo en Excel, en libretas escritas a mano o en conversaciones privadas a través de WhatsApp. Porque en principio, en esta base de datos interactiva, estarían únicamente moscas que más o menos conoce todo el mundo. O mejor dicho, no estarían moscas que son secretas y que yo conozco únicamente porque el inventor del patrón me pide que se la haga. Cualquier mosca que conozcan ya quince o veinte pescadores podría estar, aparte de las que conoce todo el mundo, pero no estarían en ningún caso las moscas que conocemos dos o tres. Básicamente porque esas moscas que conocemos dos o tres son inventos de otros que solo daría a conocer con permiso específico de su creador. Así que nada, son ideas que tengo para 2025 y que espero ir poco a poco poniendo en marcha, si bien lo primero que quiero ahora mismo es descansar. Escribir artículos para el blog o hacer moscas no me causan ningún tipo de cansancio, pero tener que estar pendiente de las Redes Sociales, responder mensajes, atender a WhatsApp y demás, me agota. Dejé de responder Correos electrónicos hace como dos años y no descarto a medio plazo dejar de responder todo tipo de mensaje a través de cualquier medio que me llegue. No tiene que ver con la pesca, estoy realmente cansado de la inmediatez que generan determinadas aplicaciones. A día de hoy prácticamente ya solo lo utilizo para hablar con mis padres o mi mujer, y lo menos que sea posible. Estas aplicaciones deberían hacernos la vida más fácil, pero al final nos roban un montón de tiempo que no vamos a poder recuperar. Y como en 2025 la idea, aparte de la pesca, es recuperar al menos una o dos horas de práctica diaria con la guitarra, que la tengo completamente abandonada, no descarto que esa hora diaria salga de lo que dedicaba a WhatsApp. En fin, ya iremos viendo. De momento toca descansar, hacer algunas moscas para disfrutar del torno y no porque tenga obligación de hacerlas para entregarlas en un plazo determinado y luego ya se verá. Muchas gracias a todos los que os habéis pasado de vez en cuando por aquí a lo largo de este año. Como ya nos despedimos en la entrada de ayer, dejamos ya únicamente para el último día alguna pequeña explicación adicional y poca cosa más.
29 de diciembre de 2024
Va llegando ya el momento de despedirse e ir poniendo fin a todo esto. No lo pensaba cuando me metí en el lío este de publicar un artículo al día, pero la verdad que allá por septiembre ya estaba mentalmente agotado. No por escribir los artículos e ir programando las publicaciones en la web, eso creo que podría seguir haciéndolo sin problema cada año. Suponiendo que me quedase algo que contar, claro. Acabé agotado mentalmente con lo mismo que me pasa siempre. He tenido épocas de más actividad en las redes sociales y otras de pasar meses y meses completamente agotado. Y así como hacer publicaciones o responder comentarios no me causa demasiado cansancio, la cantidad de mensajes que recibo sí que me acaban generando un agotamiento mental extremo. Que nadie malinterprete esto, por favor. Agradezco cada mensaje. Tanto los que me escriben para hacerme alguna consulta, como los que me felicitan por el blog o me agradecen alguna buena jornada de pesca gracias a mis moscas. Pero para poder responder debidamente todos los mensajes tendría que dedicar todo el día únicamente a eso. Ha habido fines de semana de recibir mensajes de más de cincuenta personas, más los diez o veinte diarios de los días entre semana. Es imposible poder responder a todos debidamente. Ya digo que tendría que dedicar todo el día únicamente a eso. Así que lo primero que viene es la disculpa para todos aquellos a los que no he podido responder como me habría gustado o responder siquiera. Es cierto también que he estado dos meses sin poder acceder a mi página por un problema que ya conté en otro artículo, y cuando por fin recuperé el acceso tenía casi 300 mensajes sin responder. No he vuelto a abrir la página de Facebook de Spanish Flies desde ese día y creo que van a pasar meses antes de que vuelva a abrirla. No sé si algún día me pondré a ir respondiendo todo lo pendiente empezando por un "discúlpame por no haber respondido antes, y a partir de ahora ya no responderé mensajes nunca más..." o algo así. Si lo hago no será a corto plazo. Pero es verdad que no me gustaría dejar ahí todos esos mensajes sin responder. Y lo mismo con las cuentas de correo electrónico asociadas a esta web, que llevo sin mirar el buzón de entrada unos dos años. Así que mis disculpas a todos a los que no he podido responder como se habrían merecido. Y ya solo nos queda pendiente la despedida. Queda algún artículo todavía por publicar, ya que este no es el último. Si no me salto mi propio planning este debería ser el antepenúltimo, pero tampoco es seguro. Así que nada, simplemente decir que si alguno de los artículos publicados te ha servido de ayuda en modo alguno, el esfuerzo ha merecido la pena. Y si no te ha servido de ayuda pero ha servido para entretenerte un rato de vez en cuando, pues ha merecido la pena también. Muchas gracias a todos por vuestro apoyo, vuestro seguimiento y vuestra compañía. Salud!!
28 de diciembre de 2024
Esto tengo que contarlo porque ya es lo ultimo que me faltaba por oír. Cuando crees que ya has vivido suficiente como para tener cubierta tu cuota de cosas raras en lo que a la pesca con mosca se refiere, pues resulta que la capacidad para sorprenderse es infinita, porque siempre aparece alguna cosa todavía más rara que todas las anteriores. El tema es el siguiente: tengo un amigo de esos de toda la vida, de los que iban contigo a clase en el colegio, que hace ya bastante años que se cansó de la vida y se dedicó a recorrer el mundo trabajando un mes en un lado, gastándose lo que había ganado, volviendo a trabajar otro mes y medio, volver a recorrer dos o tres países... Y así lleva bastantes años por Asia y Sudamérica principalmente, que son las áreas en las que más tiempo puede estar sin trabajar cada a vez que junta un poco de dinero. Por supuesto nada de lujos. Todas las posesiones en la mochila y muchas veces para el cambio de continente empleado como tripulación con algún marino mercante. Así en lugar de pagar para viajar, gana dinero por estar viajando. El tema es que ahora le ha llegado el amor y lleva tiempo en una misma ubicación a orillas del Índico, y le ha dado por retomar el tema de la pesca con mosca, que lo tenía abandonado hace mil años. Es cierto que nunca fue su principal afición, ya que yo tiraba de él para el río y él tiraba de mi para el monte. Pero los rudimentos básicos sí llegó a controlarlos. O sea, lanzar lo justo y saber lo justo para ir sacando unas cuantas truchas. El caso es que siempre le han gustado mucho los retos, como subir el Aconcagua, algún 7000 del Karakorum y docenas de trekkings de cientos de kilómetros por todo el mundo, y ahora se le ha metido en la cabeza un reto de pesca. Primero copio y pego el mensaje que me envió, y luego comentamos. La transcripción de WhatsApp: "Oye, tío, qué tal todo? La caña que me recomendaste me va guay, me vale para casi todo lo que hay por aquí tanto en ríos como en mar, pero el carrete va de culo. Tengo que comprarme uno mejor porque lo he metido en el mar y se ha quedado hecho mierda. Hay por aquí unos peces que llaman pez arquero. No sé si los conoces... Lanzan un chorro de agua con la boca para derivar insectos que luego se comen. Tienes que hacerme unas moscas para ellos, porque quiero ser el primero que saque un pez de esos a mosca. Que yo sepa no los ha pescado nadie a mosca, que lo he estado mirando... Bueno, eso. Mira a ver qué moscas me puedes hacer pa ellos y me dices". Antes de contestar fui directamente a Google a buscar lo del pez arquero porque pensé que me estaba vacilando. Resulta que hay vídeos y todo del dichoso pez lanzando un chorro, como si fuese un camaleón con la lengua, y echando abajo todo bicho viviente que le pase por encima y sea comestible. Y, no te lo pierdas, que esto es lo mejor de todo: calculan la cantidad de agua y la fuerza con la que lanzan el chorro según el tamaño del bicho que quieran derribar. Ya sé que parece todo una broma. Yo pensaba lo mismo hasta que me he puesto a ver si existían esos peces o no y si se comportaban así, y resulta que existen. Y que cazan a sus presas así. Con dos cojones. Pero es que no es sólo eso. Es que por lo visto calculan el ángulo correcto teniendo en cuenta la refracción del agua para hacer blanco con cada chorro que lanzan. Así que aquí estoy informándome de qué tipo de animalejos se comen estos peces en la isla donde ha encontrado el amor este amigo, porque como me caliente la cabeza un poco más me voy para allá con las moscas para ser yo el primero en pescar a mosca uno de esos peces, y que se joda y no sea él. Lo que todavía no me ha dicho es si tiene pensado posar el saltamontes que le haga directamente sobre el agua, o posarlo sobre alguna hoja para que se lo derriben con el chorro y luego clavarlo cuando se lo vaya a comer. Si de lo que se trata es de posar la imitación sobre alguna hoja y que luego el pez lo derribe con el chorrito ese que lanza, al final tendremos que pagar algún curso con algún instructor de lanzado hasta que seamos capaces de posar la mosca con absoluta precisión sobre una hoja de cuatro centímetros cuadrados. Me imagino que en el coste del curso irá también la necesaria lección de Física para que nosotros sepamos calcular cuanto debe pesar la imitación para que la hojita seleccionada soporte su peso el tiempo suficiente como para que el pez la localice y la derribe. Ya sabes que a partir del 1 de enero de 2025 el blog muere. Pero si finalmente nos liamos y nos vamos a intentar pescar estos peces, me comprometo a redactar un artículo en el momento que eso pase aunque a día de hoy no tenga ya previsto volver a publicar nada nunca más.
27 de diciembre de 2024
Cuando voy a pescar a un sitio nuevo prefiero ir para allá sin ninguna referencia. Si voy con mucha información previa en realidad es como si me quedase sin toda la parte de descubrimiento, que en muchos casos es una de las cosas más emocionantes. También es cierto que a día de hoy para encontrar un río del que no tenga referencias me supone un desafío grande, porque al final, a base de hacer moscas para muchos pescadores pues ya sé lo que me piden los que pescan en un sitio o en otro, y al final alguna referencia siempre tengo. Pero esto es ahora. Hace unos años no era así. Y hace muchos años no tenía ni puta idea. Como todos. El caso es que la primera vez que fui al Miño estaba en la época en la que no tenía ni puta idea, pero por suerte fui invitado por un pescador local que me iba a llevar de la mano, como a los niños pequeños. Tú mira como será la cosa y el tiempo que hace, que quedamos a las diez de la mañana en el aparcamiento del Continente. ¡El Continente! Me imagino que a todos los que tenéis menos de cuarenta años no os suena de nada, pero había de aquella centros comerciales con nombres tan atractivos como Pryca, Galerías Preciados o Continente. Pues en el aparcamiento del Continente quedamos, porque así, dejaba allí mi coche y al río nos íbamos en el de él y yo a la vuelta aprovecharía para comprar cosas que necesitaba para ir al festival de Ortigueira, que sería un par de semanas después, y quería una tienda mala para llevar allí no me fuesen a joder la buena que tenía para ir al monte. Me pasa que cuando voy conduciendo yo, aunque pase después cierto tiempo, puedo recordar los itinerarios, desvíos, accesos hasta el río y todo eso, aunque haya pasado muy pocas veces. Pero cuando me llevan de copiloto no me acuerdo nunca de nada. Y eso que a veces intento fijarme. En este caso no tengo ni idea de por dónde accedimos, pero sí recuerdo que me llevó a un sitio que a dos metros de la orilla ya nos llegaba el agua casi al borde del vadeador. Y qué decir del ancho del río... Para mí que venía de pescar ríos de dos o tres metros de ancho, aquello era inabarcable. Por suerte no tuve que pensar demasiado en eso de leer el agua e ir viendo donde posar la mosca en aquella inmensidad de agua porque de vez en cuando algún pez se iba cebando, y como ya me había dado mi anfitrión la mosca que tenía que usar, pues no me tuve que calentar demasiado la cabeza para ir consiguiendo que alguna de esas truchas me fuese subiendo a la mosca. Otra cosa era sacarlas... Para alguien acostumbrado a pescar casi siempre peces de menos de 25 centímetros en ríos diminutos, con cañas para línea 2 o 3, terminales del 0.12 o 0.14 que eran más que de sobra y todo lo que conlleva ese tipo de pesca, tener de repente al otro lado de la línea un pez de 45-50 centímetros tirando como un burro era algo completamente fuera de mi alcance en aquel momento. Así que entre las que partieron y las que se soltaron, de las de ese tamaño saqué solo una, y luego otras cuantas de alrededor de 30 centímetros y algunas más pequeñas. Como jornada de pesca, en lo personal, fue regulera, pero como experiencia importante en mi vida piscatoria fue de las más relevantes, porque esa jornada en el Miño fue uno de los días que me hizo empezar a ver los grandes ríos de otra manera y fue una de las semillitas para que los años siguientes, durante más de una década, fuese casi exclusivamente pescador de ríos grandes y muy grandes. Cuanto más anchos mejor. Y cuanto más grandes fuesen los peces que allí hubiese, mejor todavía. Al final la vida va siendo fases que se van sucediendo y lo importante es tomarlas como vayan viniendo. Hacer lo que te pida el cuerpo, vaya. Y como en nuestra vida laboral, familiar o social muchas veces no podemos hacer esto porque estamos sujetos por diferentes obligaciones, no está de más disponer de la pesca como un refugio en el que poder hacer lo que nos venga en gana cada vez.
25 de diciembre de 2024
Creo que he repetido hasta la saciedad que para mí el Barón Rojo es la MP81, el montaje original de Petitjean, que era como llamábamos a aquella mosca, y todas las degeneraciones de la misma que vinieron después no las acabo de asociar con ese apodo. Ahora bien, aunque no usase lo de "Barón Rojo" para referirme a ellas, yo también tengo en mi historial unas cuantas de esas degeneraciones y engendros varios. Una de esas versiones la tendré asociada para siempre al río Nalón. Cogimos un día el coto de Laviana y aparcamos en la parte de abajo para pescar desde el límite inferior. En cotos o tramos de río en los que he pescado muchas veces siempre me gustaba empezar en un sitio en el que sabía que las probabilidades de capturar un pez en los primeros lances eran altas. Y en el coto de Laviana había justo en el límite inferior unas corrientes pegadas a un muro en la margen derecha con dos o tres palmos de profundidad en las que casi siempre subía alguna trucha. Así ya empezabas el día con buen pie. El caso es que para ese día había preparado una docena de esos engendros de los que hablaba al principio que estaba hecho con colas en V con pardo de León, cuerpo en dubbing granate de Fly-Rite y alas en pata de liebre ártica en spent en color crema natural. En anzuelo del 14. Le di una al compañero de pesca y yo puse otra. Para probarlas los dos. Esto fue en 2005, y siempre que he vuelto a hablar con el compañero de pesca con el que compartí aquella jornada se acuerda de aquella mosca. No hablo con él tanto como debería porque fue otro de esos españoles que terminó emigrando al extranjero y al final la distancia siempre acaba haciendo que la comunicación se vaya dilatando en el tiempo. Al principio hablas una vez al mes, luego una por trimestre, luego dos o tres veces al año y al final llega un punto en el que ya no recuerdas cuando fue la última vez que hablasteis. Y no se acuerda de la mosca únicamente porque nos diese muchos peces, que nos los dio, sino porque pescamos los dos todo el día con la misma mosca. No quiero decir con el mismo modelo, sino con la misma mosca. Que a pesar de haber capturado docenas de truchas y estar ya medio destruida, seguía pescando y seguía flotando igual que al principio. Yo también me he acordado mucho de ese día. No por la mosca ni por las capturas, sino porque durante muchos años, cada vez que usaba una mosca con pata de liebre ártica, y no flotaba como a mí me gustaría, me acuerdo de aquellas patas de liebre ártica que podías usar durante horas sin necesidad de echarles flotabilizador ni nada y seguían flotando y flotando y pescando y pescando sin el más mínimo problema. Seguramente si a cada uno de nosotros nos diesen la opción de poder traer del pasado algún material de pesca y tener un suministro inagotable de ese material para el resto de nuestra vida habría quien se pediría veinte cajas de alguna tintada de Gütermann, otros se pedirían cincuenta unidades de la Robinson C, otros pedirían doce unidades de la Sage SPL de 8'3" línea 3 o lo que a cada uno le parezca. Yo me pediría sin ninguna duda veinte o treinta pares de patas de liebre ártica como las de aquella primera remesa que utilicé. Habré gastado desde entonces unos cien pares de patas de liebre ártica y nunca jamás he vuelto a tener ningunas que floten como flotaban aquellas. También me gustaría que el coto de Laviana volviese a ser lo que fue. Que a lo mejor lo es, porque desde que me mudé a Madrid nunca más lo volví a pescar y no tengo la menor idea de cómo estará ahora mismo, aunque la última vez que me hablaron de él la cosa estaba para echarse a llorar. El caso es que lo de volver atrás en el tiempo o traer de vuelta cosas que ya no están creo que está un poco fuera de nuestro alcance. Y aunque la nostalgia está genial para cuando uno está solo en su casa rememorando otros tiempos, todavía nos quedan sitios y materiales con los que poder disfrutar. Yo este año, con esta historia de publicar un artículo en la web cada día del año, he sacrificado muchas salidas de pesca por estar pendiente de otras cosas, y esas jornadas de pesca ya no las voy a recuperar y han sido muchos días perdidos en los que podría haber estado creando nuevos recuerdos en el río o en el mar. Y lo que más claro me ha quedado después de todo esto, es que a partir del año que viene y hasta que me muera, o que físicamente ya no pueda, no volveré a sacrificar salidas de pesca ni por hacer moscas, ni por escribir artículos, no por nada que no sea la familia o la salud.
24 de diciembre de 2024
Pino del Río era otro de esos escenarios de pesca que, como ya he comentado, los que somos de determinada generación lo teníamos en un pedestal junto a otros escenarios famosos allá por el cambio de siglo. No me voy a tirar el rollo. Yo fui a pescarlo cuando ya no iba casi nadie porque sus mejores años, supuestamente, habían pasado. No me quiero imaginar como debía ser en sus mejores años, porque yo supuestamente fui cuando ya no estaba en su mejor momento y la verdad es que allí no sé cómo habría que hacer para que entrase una trucha más. Como solamente he ido una vez de este día me acuerdo bien, y no se me mezclan unas jornadas con otras como me pasa en otros sitios. Era a primeros de septiembre el día que me dejé caer por allí. Tuve suerte y salió un día de esos buenos con el cielo nublado, nada de viento, ni frío ni calor... O sea, que si me iba mal sería por mi propia incapacidad y no podría echarle la culpa a nada, porque al llegar ya vi que el río bajaba perfecto. Igual si estuviese conmigo alguien que lo pesqué habitualmente podría decir que estaba un poco corto de agua, pero para mi gusto, estaba perfecto. Así que me cambié tranquilamente y como ya llevaba decidido de casa con qué moscas iba a pescar, puse una de las dos con las que había llenado el portamoscas, para tenerlas a mano y no tener ni que sacar la caja del chest-pack. Era una efémera en el 18, con colas en indio avellanado, cuerpo con La Paleta 3279, brinca amarillo huevo, tórax en liebre en color anaranjado y alas en cdc natural brown. En cuanto bajé al río cerca del límite inferior y empecé a posar la mosca aquí y allá en las diferentes raseras que me iba presentando el río, las truchas iban subiendo a por la mosca casi en cada lance. Como ya me cogió en una época en la que mi vista no era ni de lejos lo que fue, pues hay que admitir que el porcentaje de éxito debía andar por el 33%, que es en lo que me suelo mover desde que estoy medio cegarato. De cada tres subidas, con suerte clavo una. Es terrible esto porque en lo único que diría que he destacado alguna vez como pescador era en el momento de clavar los peces. Durante años no fallaba ni uno. Salvo en el Aller y en San Isidro, claro, que ahí el ratio no llegaba ni al 10%. Tengo la suerte ahora que más o menos sigo pescando lo mismo que antes, porque aunque clavo muchas menos, me suben muchas más, así que lo comido por lo servido. Y este día en Pino del Río me sorprendió para bien que a pesar de no haber demasiado actividad, si más o menos posabas la mosca medio bien, donde se suponía que debía de haber un pez, pues te subía el pez. Hay quien prefiere pescar siempre sobre cebada, pero como yo aprendí a pescar en ríos en los que casi nunca veías cebadas, pues siempre me ha gustado más ir pescando al agua, suponer donde puede estar el pez, ver la mejor manera de ir presentando la mosca en esas posturas y confiar en que el pez esté donde se supone que debe estar. Y así fue pasando la mañana con las capturas sucediéndose y pasando las horas casi sin que te des cuenta hasta que el estómago te empieza a avisar de que hay que echarle un poco de gasolina al cuerpo, que está el depósito empezando a quedarse vacío. Y una vez hecho el repostaje, a pie de río y sin perder demasiado tiempo, había que volver a la pesca. Para la tarde decidí que utilizaría la otra mosca que tenía pensado usar ese día, también en el 18, con exhuvia, cuerpo y tórax en Fly-Rite 34 y alas en cdc natural khaki. La tarde se dió igual de bien que la mañana. En ningún momento más de cinco o seis lances sin que algún pez se moviese a por la mosca. Y como había pasado por la mañana, se pasaron las horas volando hasta que las miradas al reloj aumentaron de frecuencia y el fastidio por las casi tres horas de vuelta que me tocaría pasar al volante hicieron que más estuviese pensando en la carretera que en los peces. Seguramente para la mayoría de los pescadores esta habría sido una jornada estupenda de pesca, pero como también he comentado muchas veces, a mí esta pesca fácil me aburre un poco, y este es el motivo por el que no he vuelto nunca a Pino del Río. Una vez tachado de la lista, para mí ya está. Si me hubiese ido mal seguramente habría vuelto alguna vez más, pero si ya a la primera te vas con la sensación de que llevas pescando ese tramo toda la vida porque te ha ido igual de bien que en tus escenarios habituales de pesca, pues tampoco queda mucho misterio por desvelar. Y esto ha sido así durante los últimos seis o siete años, que son más o menos los que han pasado desde aquel día. El caso es que a partir del año que viene, como también he comentado, voy a hacer una vuelta a mis orígenes, es decir, pescar ríos pequeños y medianos, exclusivamente a seca, con cañas de 6'6" a 7'6" para líneas 2 o 3 y para este tipo de pesca, Pino del Río es un escenario ideal. Por este motivo, estoy seguro de que en mayo y junio y en septiembre u octubre, cada vez que me toque un día libre entre semana, voy a arrancar para allá siempre que pueda. Aunque sea para pescar solamente tres o cuatro horas. A lo mejor algún día me llevo una sorpresa y resulta que el día que yo estuve aquello no era lo normal y me toca algún día de truchas mucho más difíciles y me acaba envenenando, porque lo que es el río, me encantó.
23 de diciembre de 2024
Hay días que es mejor quedarse en casa. Ya lo sabes desde el mismo momento que estás empezando a cargar el maletero, pero como vienen amigos desde lejos te convences para tirar para allá a pesar de los kilómetros, del madrugón, de las horribles previsiones metereológicas... Tienes la cita a las 9:00 para desayunar en Mansilla de las Mulas, así que te levantas a las 6:00, preparas todo, de camino paras en una panadería de confianza para comprar bollos preñaos para todos y lo ideal habría sido parar en Ezequiel y cargar una tabla de embutidos, pero con ese tiempo mejor pagar el peaje del Huerna. Y el desayuno es lo último tranquilo, porque cuando llega el momento de empezar a ponerse el disfraz de mosquero hacen acto de presencia las nubes negras que te anuncian que esas horribles predicciones metereológicas van a cumplirse sin remisión. Y es ya casi a mediados de octubre. Es la despedida oficial a la temporada, así que no solo llueve, también hace frío. Mucho frío... Ese día en el Esla es el día que más frío he pasado en toda mi vida. Y yo no soy nada friolero, pero los 7-8° de temperatura ambiente, la lluvia incesante, por momentos un auténtico aguacero, y un vadeador que hace agua como si fuese un colador, más las siete u ocho horas empapado por fuera y por dentro de la ropa, me dejaron al borde de la hipotermia. Y entonces... ¿por qué ocho horas en el río? Pues porque nunca he visto tantas truchas cebándose sin parar en cualquier tramo del río sin un solo momento de pausa. Una cosa de locos. Yo soy de los que en esas circunstancias se aburre rápido si los peces van entrando a las moscas. Y de los que se envenena si la cosa está jodida y tres horas después de empezar has librado el bolo de milagro con un par de truchas palmeras. Así que distribuidos por el río en parejas, al que le tocó conmigo, que encima pesca mil veces mejor que yo, la cosa se le dió parecida. Otro par en las primeras dos o tres horas, aunque un poco más decentes. Y venga a llover. Ya ni cambias de mosca porque estás seguro de que si quitas la que tienes puesta, tal y como tienes los dedos, no vas a ser capaz de atar otra distinta. Pasas ratos de veinte o treinta minutos atechado debajo de las ramas de algún aliso porque por momentos jarrea que da gusto. Y en cuanto escampa un poco, vuelta al medio del río y a volver a lanzar a los peces esos que siguen cebándose. Con el mismo resultado. Y lo de atecharse no era solo por mojarse menos, que llegado cierto punto los árboles ya no tienes claro si te dan cobertura o te mojan más que si no te hubieses metido debajo. El tema es que con esa intensidad de lluvia cuesta un mundo a ratos distinguir lo que son cebadas de lo que son inmensos goterones. Así hasta pasar el día entero con media docena de truchas minúsculas y la sensación constante de que después de eso dejas la pesca para siempre. Pero todo lo malo es susceptible de empeorar, y como mi compañero ese día y yo nos quedamos cerca de los coches, a la tarde fueron llegando de vuelta las otras dos parejas. Y no podía ser menos, esto ya sabes cómo va, así que un par de kilómetros río abajo y otro para río arriba, donde estuvieron unos y otros respectivamente, apenas les ha llovido solo a ratos y los peces se han cebado igual, con lo que les ha ido mucho mejor en cuanto a número y tamaño. Vienen encantados los muy cabrones. Pero ya digo, todo es susceptible de ir a peor. Y cuando ya de vuelta al coche vas pensando en los cuatro bollos de chorizo que habías guardado en el bolso del impermeable para devorar al terminar la jornada de pesca, como las desgracias nunca vienen solas, están completamente empapados e hinchados, así que se quedan para deleite de algún pajarillo, hormiga, ratón o lo que sea que tenga la vista y el olfato para llegar el primero y tomarlos de merienda-cena.
22 de diciembre de 2024
De los ríos famosos de León el Porma es el que menos he pescado de todos ellos. Con diferencia. Tampoco es que haya pescado mil veces en los ríos más famosos de León. Al Esla sí he ido más, y luego el Omaña. Al Órbigo al menos iba dos o tres veces por año y al Luna y al Porma los que menos. Luego vuelvo al Porma. El caso es que hace mucho tiempo me había mandado uno de esos pescadores veteranos de León unos rayones envueltos en bobinas de hilo de montaje Sheer de Gordon & Griffith's y todos venían etiquetados con color y río: El verdín del Esla. El oliva del Órbigo. El carne del Curueño... Todos así. Eran diez o doce colores con sus respectivos ríos. Y uno de ellos era el Fanta del Porma. Pasaron muchos años antes de que supiese que aquellos rayones en realidad eran los famosos sedones de Toña. Y el Fanta del Porma era una especie de 3277 un poco subido de tono hacia el naranja, pero sin llegar ni de lejos a la tonalidad del 3279. Yo de aquella a los hilos les hacía el mismo caso que a cualquier otro material. Sí, ya tenía el 3277, el 3324, el 3281, el 3234, el 3236, el 3255, el 3256, el 3279 o el 3322 de La Paleta, el 300, 249, 662, 886, 139, 615 o 580 de Gütermann y algunas cosas más de Amman, Alikun, Castilla-Valencia y demás. Los tenía y los usaba, pero igual que usaba cualquier otro material. El tema es que aquel día en el Porma decidí que iba a usar el hilo ese que supuestamente era específico para allí y monté unas cuantas efémeras con alas y hackle gris medio unas, y avellanado otras. Y las emergentes en cdc. Porque en aquella transición del hackle al cdc hubo unos cuantos años en los que montaba con hackle y alitas la versión efémera de la mosca y con cdc la versión emergente. Lo demás supongo que sería cola en mismo color que el hackle y las alas y la brinca y el hilo de montaje amarillo huevo. Pues bien, aquel día, sin pescar ninguna trucha espectacular, fue de esos días en los que sacas un millón de peces con la misma mosca. No sé si el mismo 3277 habría funcionado igual, o algún color similar en Gütermann. Y no lo sé porque de aquella si llevaba puesta una mosca que daba peces, ya no la cambiaba. Lo de quitar la mosca cada vez que sacaba un pez y poner una completamente diferente hasta sacar el siguiente fueron experimentos que vinieron tiempo después. Como digo, no salió ningún pez fuera de lo normal que me haga recordar aquel día por alguna de sus capturas, y si el goteo de peces fue constante todo el día, tampoco es que hablemos de más de cien peces ni nada de eso. Serían tres o cuatro docenas como mucho. Por lo que sí recuerdo aquel día fue porque marcó el momento en el que las sedas y rayones pasaron de ser un material más a ser los auténticos vertebradores de mis cajas de moscas, y porque después de eso empezó la locura por conseguirlos todos. La primera lista de colores míticos que me habían dado me la había dado El Rubio, al que algunos de más edad quizás conociesen por su colección Lince o por la tienda de pesca que tenía en Gijón al lado de donde está ahora el Centro Comercial Los Fresnos, a tres minutos de mi casa de toda la vida. Y no sé si me voy a acordar de todos, pero como si lista de míticos era muy pequeñita, voy a intentarlo: 6, 7, 139, 156, 158, 162, 286, 300, 350, 449, 580, 615, 662, 900 y 977 si no recuerdo mal. Esos eran los que buscaba en las mercerías hasta aquel entonces. Después de ese día del Porma y de empezar a profundizar un poco más en aquello de los hilos de seda y rayón, la lista de míticos se amplió tanto que si la pusiera entera seguramente se me quedaría colgada la aplicación de notas del móvil en la que escribo los artículos. Y mira que ha resistido algún artículo largo de narices. Visto ahora en perspectiva diría que aprendí mucho a base de comprar sedas y rayones, hacer moscas con esos hilos e ir probándolas todas, pero a día de hoy, si tuviese que hacer una lista de mis míticos personales, creo que sería de larga más o menos como la de El Rubio, aunque combinando distintas marcas y no solo de Gütermann: - La Paleta 3277. - Gütermann 249. - Gütermann 431. - Zirayón 4122. - Amman 379. - Gütermann 580. - Gütermann 258. - Gütermann 615. - Gütermann 662. - La Paleta 3279. - Madeira 1939. - Gütermann 977. - Gütermann 896. - El Molino 254. - El Molino 277. - Fanta Castilla-Valencia. Lo que nunca supe, y siempre me habría gustado saber, es si a aquella lista tan cortita de El Rubio él llegó también después de haber probado mucho por sí mismo y quedarse con lo que mejor funcionaba. Porque así llegué yo a la mía y no me dejé influir demasiado por opiniones ajenas, sino solamente por prueba y error. Creo que esa debería ser la única forma válida de que cada uno tenga su propia lista de materiales míticos, sean sedas, rayones, dubbings o lo que sea.
21 de diciembre de 2024
El Purón es uno de esos pequeños ríos costeros asturianos con las truchas más hijas de puta que te puedes encontrar. A ver, depende del momento. Hijas de puta son de normal. Si vas en pleno verano con el río cortísimo de agua, un agua que es en algunos tramos completamente cristalina y en donde te puedes encontrar con palmo y medio de profundidad y que posas la mosca en un sitio y medio minuto después se ha movido diez centímetros, pues te puedes imaginar. Ahí quería ver yo a los que pescan siempre con el 0.18 de terminal. Que posas un bajo de siete metros terminado en un 0.10 y ya escapan escopetados todos los peces de la tabla. Es de esos sitios a los que vas una vez por conocerlo y ver qué tal es aquello, y lo más seguro es que no vuelvas más. Porque total... ¿Para qué? Pues esta fue mi única vez en el Purón. Me fui para allá un día por la mañana pensando en pescar al amanecer a ver cómo se daba la cosa. No tenía demasiadas referencias porque solo conozco a un par de personas que hayan pescado allí, y como me gusta ir a los sitios a descubrirlos por mí mismo y evito pedir cualquier referencia siempre que sea posible, pues aparqué donde me pareció y me puse a pescar donde buenamente pude. Y entiéndase por pescar únicamente la parte de ir lanzando y posando la mosca aquí y allá. Porque en unas tres horas de pesca el resultado fue cero peces. Y se veían truchas. No es aquello de que no pescas nada porque no quedan allí ni cuatro peces. En aquella época tenía truchas. Nada espectacular, pero las había. Empecé con lo de siempre para estos sitios: línea 2, bajo interminable, terminal fino y moscas diminutas. Pasó todo el catálogo: caenis, F-Fly, efémeras del 24 en toda la gama de colores, hormigas, plecópteros, tricodípteros que dicen algunos, dípteros, microninfas... De todo. El resultado fue el mismo: nada de nada. Así que a partir de ahí ya empiezas con los experimentos y les plantas delante de los morros un streamer, una chernobyl en el 10, un pardón, que con los pardones nunca se sabe y lo mismo da que sea pleno verano, moscas del 12... Todo lo que se te ocurre. Y el resultado sigue siendo el mismo: nada de nada. En estos sitios a los que vas una sola vez nunca sabes si era cosa de ese día en concreto o si es la tónica habitual. A muchos otros ríos he vuelto más veces para hacer la doble verificación, no vaya a ser que fuese cosa de aquel día en concreto, pero en este en concreto, al menos en la zona que estuve pescando, me sentí tan incapaz de conseguir sacar allí aquel día un solo pez, que se me quitaron las ganas de volver para siempre. Mira como sería la cosa que de allí me fui al Cares esa misma mañana y hacia el mediodía saqué un par de reos que me dieron las fuerzas suficientes para volver medio contento a casa. Algún día volveré al Purón. Aunque si no tenía referencias de aquella, no te quiero contar ahora, que no tengo ni la más remota idea de cómo podrá estar aquello de peces. Pero las cuentas pendientes hay que intentar saldarlas, y cuando me retire definitivamente de esta cosa de la pesca con mosca, me gustaría que no se me quede en el listado de sitios en los que he pescado, ningún río en el que no haya conseguido nunca sacar un pez. Y en ese listado está el Purón.
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