Muchas veces cuando hago listas de moscas o de materiales o cosas así digo que no van en orden. No sé si sería lo correcto, pero creo que cuando no van en ningún orden de prevalencia enumeramos, y cuando sí guardan algún tipo de orden, listamos.
Tampoco me hagas mucho caso.
El tema es que hoy sí. Hoy empiezo por el material que más odio. Y, como otras veces, los demás no guardan ningún tipo de orden.
El material que más odio para hacer moscas es la organza. Primero porque la primera vez que tuve que usarla cometí la insensatez de hacer un pedido rápido y comprarla en una tienda de pesca para salir del paso, y el precio es una locura. Por lo mismo que te venden un cuadradito de los que comercializan las marcas de pesca compras en la mercería medio kilómetro de cinta de organza de un centímetro de grosor que es incluso más cómoda a la hora de hacer moscas. Lo segundo porque el "alma" es gordísima, de modo que es casi imposible montar con este material moscas delicadas, finitas, más bien minimalistas como a mí me gustan. Y lo tercero es porque casi te lleva más tiempo la preparación previa del material que hacer la mosca en sí.
Otro material que odio es el pelo de ciervo, corzo o similar si de lo que se trata es de hacer montajes tipo Goddard Caddis o Irresistible Adams. Me encanta el corzo, pero no cuando se trata de montajes del estilo de los que decía. A mí me gusta tener la mesa de montaje muy ordenada y muy limpia, y cuando te toca hacer cincuenta moscas de estas, queda todo como si hubiese habido un cataclismo. También es verdad que hace muchos años que no hago ni una de estas, las compro todas.
Otro material que odio es el Solarez Bone Dry. Que nadie me entienda mal. Creo que es el mejor barniz UV del mercado, y de hecho uso siempre el de color negro para los sacos alares de los perdigones, pero con el transparente no puedo, porque me genera una reacción alérgica que me da un picor en los ojos y me salen unas ronchas por debajo de la nariz que tuve que ir varias veces al médico, que no sabía por qué coño me pasaba eso, hasta que yo mismo asocié un día el uso de ese barniz con las reacciones alérgicas.
Odio el Poliyarn. El de Wapsi de toda la vida. Vamos a ver... Si sois una empresa que vende productos para el montaje de moscas, ¿de verdad no tenéis a nadie que os haya dicho que el grosor del Poliyarn que vendéis es terrible? Para moscas de trucha de tamaños normales, del 14 al 18, es excesivamente grueso para los postes de los paracaídas. Hay que separarlo en dos partes, y como iremos viendo en otros casos, se va a repetir la historia de que odie mucho los materiales que requieren tanta preparación previa. Porque andar separando cada trozo de Poliyarn en dos antes de hacer cada mosca, eso te va retrasando un montón aunque no lo parezca.
Odio los hilos de montaje multifibras. Primero porque son carísimos. Segundo porque son demasiado resistentes para moscas de trucha y con anzuelos finos tipo Hanak 130BL, como tires un poco de más, puedes doblar el anzuelo. Y tercero porque si hablamos de moscas para trucha no les termino de ver ni una sola ventaja que merezca la pena como para pagar el doble que por un hilo de montaje normal.
Odio los anzuelos en color bronce. Y mira que he usado miles, pero con el paso del tiempo les he ido cogiendo un asco que ahí tengo por casa un montón de anzuelos del TMC100SPBL y del 2499SPBL que no sé si llegaré a usar. Bueno, si lo sé. En realidad los tengo guardados por si algún año me da por ir a pescar a Chile o Argentina, para ir sobre seguro en el tema anzuelos. O por si algún amigo que se vaya para allá necesita que le haga unas moscas con anzuelos que aguanten lo que sea.
Odio el pearl braidback si tengo que usarlo para hacer perdigones. Volvemos al tema de la preparación previa, y es que el rollo de andar separando todos los cabos con cuidado de que no se rompan me pone tensísimo. Ya si hablamos del Lagartun no te quiero ni contar, que encima es más delicado y más difícil de separar.
Odio el Egg Yarn. Este material no lo he vuelto a usar desde entonces, pero hace años tuve que hacer un montón de huevas de todos los colores para unos que se iban a pescar Steelhead a Canadá y como nunca lo había usado ni tenía ni puta idea, jodí un par de tijeras buenas cortando y cortando. Desde esa le cogí un asco que jamás lo he vuelto a usar. Si tienes que usar mucho materiales de este tipo, mejor tener unas tijeras solo para ello.
Odio el Polar Chenille. Vamos a ver... ¿Qué costaba hacerlo un poco más denso para que si lo usas como un palmer en streamers quede un poco más poblado? Da igual como lo use, que la densidad de fibras siempre se me queda un poco escasa y al final acabo haciendo falsos hackles de fabricación casera para que quede la cosa como quiero que quede.
Odio el marabú negro. Pocos materiales habrá que pesquen mejor, pero de verdad, ¿no hay manera de teñirlo sin que te deje los dedos negros cuando lo usas? Creo que he probado todas las marcas, y unas más y otras menos, pero todas destiñen algo en los dedos. A ver, yo no tengo ningún problema eh. Si hay que llenarse de mierda, me lleno como el que más. Que en el pueblo me tocó varios años sacar las patatas a mano con la bestia, el arado de toda la vida y los demás doblando el espinazo para recoger y llenar sacos hasta tener la boca y las uñas con toda la tierra del mundo metida en ellas. Pero es que si estamos hablando de hacer moscas, un material que destiñe es terrible porque corres el riesgo de manchar todos los demás que estés usando.
Odio cualquier tipo de sustituto de gallo de la jungla. Entiendo que para la conservación de la especie, prevenir el posible tráfico ilegal y todas esas cosas sería conveniente que todo el mundo usase sustitutos, pero si te digo la verdad, antes que utilizar un sustituto casi prefiero no ponerlo.
Odio el ácido pícrico. Creo que a día de hoy ya casi nadie lo usa, pero cuando yo empecé en esto del montaje era obligatorio tener el botecito con el ácido entre tus útiles y materiales de montaje. De hecho odio cualquier tipo de proceso de teñido que haya que hacer con los materiales. Y he teñido muchos. Anda que no dieron la lata con las efémeras carne y hackle de cuello avellanado. Y ahí tenías tres opciones: teñir, desteñir o buscar alguno natural que más o menos diese con el tono. Fue un descanso para la cabeza cuando pasó la moda esa.
Odio los cuerpos de tungsteno. Por muchos motivos, pero voy a dejarlo únicamente en el más importante de todos: creo que los he comprado en todas las tiendas en las que los venden, y no he dado jamás con una sola tirada en la que el brillo aguante al menos medio año. Me acuerdo un año que hice en noviembre o por ahí 720 ninfas con cuerpos de tungsteno para tenerlas listas para los pedidos de marzo y abril, y las guardé en una caja de esas grandes que usan algunos para el lago. Cuando fui a echar mano de ellos cuatro meses después estaban todas las ninfas para tirar. Alguno de los cuerpos tenía hasta esa especie de oxido verde, similar al óxido que aparece en el bronce, que no sé ni qué cojones era en el caso del tungsteno, pero el caso es que me las tuve que comer todas con patatas. Alguna la reutilicé para mí, alguna regalé a algún amigo avisando que no tenía ya apenas brillo y más o menos la mitad directamente a la basura, que además los había fijado todos con barniz UV al anzuelo y eso iba a dar más trabajo ponerse a deshacerlo...
Odio los anzuelos triples para moscas de salmón. A ver, aquí casi estoy seguro de que es una tara mía, y aparte hace muchísimo tiempo que no uso ninguno de esos para hacer alguna mosca de salmón, pero cuando los usaba, creo que no hubo una sola vez que no me clavase alguna de las puntas mientras lo tenía sujeto en el torno. Y mira que he usado toda la vida cucharillas o señuelos rígidos con anzuelos triples. Pues con estos no recuerdo haberme clavado nunca ninguno. Pero era poner un anzuelo triple en el torno y acabar sangrando antes de que hubiese pasado un minuto.
Durante un tiempo odié el dubbing de liebre. De hecho llegaba a decir que no haría ninguna cuando alguien me pedía que le hiciese ninfas o secas con ese material. No sé el motivo, pero empezó a darme una alergia terrible. Más o menos a una media de tres estornudos por mosca. Y un picor de nariz y ojos que me moría. No me acuerdo si fue en 2017 o por ahí, que tuve que hacerle un montón de secas con liebre a un amigo al que no le podía decir que no, y me acuerdo que las hice todas con una mascarilla puesta. Y también tenía alergia a las gramíneas. El caso es que desde 2020, desde el confinamiento, no volví a tener nunca alergia a las gramíneas ni al pelo de liebre. Yo no sé si fue casualidad, si se me ha quitado por las vacunas o después de haber pasado el covid, pero sea por lo que sea, no puedo estar más feliz de poder volver a hacer moscas con pelo de liebre y, sobre todo, de no haber vuelto a pasar dos meses del año, mayo y junio, todo el día como un zombie por los antihistamínicos y, a pesar de todo, con un picor de ojos y vías respiratorias insoportables.
Odio las tiras esas que venden para hacer perdigones. Seguro que sabes a las que me refiero si te digo que se rompen solo con mirarlas. No hay nada que me ponga más nervioso que un material de montaje que se rompe si no andas con un cuidado extremo. Esas sí que no las volveré a usar jamás ni aunque tuviese que hacer moscas para mi mujer. Todavía tengo por casa unos cincuenta paquetes y el día que me acuerde tengo que sortearlos o regalarlos o lo que sea, porque para mí, desde luego, es un material que no sirve.
Si se me ocurre alguno más ya haré la segunda parte de este artículo.