Respeto infinitamente el trabajo de Gary LaFontaine.
Lo digo ya: respeto el trabajo de todos los que han dedicado buena parte de su vida a tratar de desentrañar esta cosa de la pesca con mosca para que todos los demás pudiésemos aprender muchas cosas y luego, en función de nuestra propia experiencia, decidir si nuestras impresiones al respecto de un tema determinado coinciden, o no.
Lo aclaro porque muchas veces parece que cuando no estás de acuerdo con alguna opinión puede dar la impresión de que estás desprestigiando dicha opinión, y no siempre es ese el caso.
Y, desde luego, siempre sería con respecto a la opinión en sí, no respecto a la persona que así opina.
Yo no estoy de acuerdo con el 70% de lo que leo, veo o escucho sobre la pesca con mosca, pero eso no significa que desprecie esas opiniones con las que no coincido, ni mucho menos significa que sea yo el que tenga razón.
Una vez aclarado eso, vamos al tema.
No recuerdo en cuál de sus libros lo decía, pero sí recuerdo más o menos la argumentación de Gary LaFontaine tratando de explicar por qué las truchas picaban a las brassie.
No sé si sabes lo que es una brassie, pero básicamente se trata de una ninfa que se suele montar en anzuelos pequeños y que es hilo de cobre envuelto en el anzuelo. Uno de esos montajes tipo "Midge" que con tan buenos resultados utilizan en Estados Unidos. La Zebra Midge es, quizás junto con la Brassie, el patrón más conocido y uno de los más utilizados.
Pero vaya, que el montaje de la Brassie no tiene más.
El caso es que, como iba diciendo, Gary LaFontaine se preguntaba qué podrían ver las truchas en un montaje de ese tipo, cuando en teoría no se parece en nada que sea habitualmente su comida, y llegaba a la conclusión de que la tomaban porque los canutillos de algunas especies de tricóptero, entre las piedrecitas que los formaban, había materiales que aportaban ciertos destellos metálicos y de ahí que las brassie sirviesen para engañar a los peces.
Ten en cuenta que todo eso se escribió tiempo antes de todo el boom de las bolas metálicas, primero de latón, luego de tungsteno y, por supuesto, muchísimo antes de que existiesen los perdigones, de modo que las Brassie se salían bastante del común de los montajes que habitualmente se utilizaban.
¿Qué pensaría Gary LaFontaine hoy si viese las cajas que llevamos la mayor parte de los pescadores de truchas a mosca?
No sé si habría imaginado alguna explicación elaborada para cada tipo de ninfa de colorines de las que usamos hoy. Yo, que tengo aspiraciones más modestas, me conformo con que sirvan estas líneas para dos cosas:
1- Rendir un pequeñito homenaje a Gary LaFontaine, que dedicó su vida a la pesca con mosca y a desarrollar toda una serie de imitaciones que a muchos de nosotros nos han permitido llevar innumerables capturas a nuestra sacadera.
2- Para ser conscientes de que, en muchas ocasiones, jugar a meterse en el cerebro del pez puede quedar muy bonito sobre el papel, porque el papel lo aguanta todo, pero luego la realidad a veces es tozuda.
Hay una frase de La Rochefoucauld que me encanta para estas situaciones:
"No hay nada más bonito en la vida que ver una vulgar teoría apaleada por una brutal pandilla de hechos".
E insisto una vez más: cualquiera que haya dedicado interminables horas de su vida a tratar de desentrañar los misterios de la pesca con mosca merece todo el respeto del mundo. Pero a veces, creo que en ese afán por encontrar una explicación para todo, algunas cosas de han llevado demasiado lejos.
Yo, que soy un ser bastante básico para todas esas cosas, siempre tiendo a pensar que muchas veces los peces toman los señuelos artificiales simplemente porque llevárselos a la boca es el único modo que tienen de comprobar si realmente eso que les pasa por delante es comida o no. Si tuviesen manos y tiempo para poder cogerlos y observarlos bien, seguramente no pescaríamos ni el 1% de los peces que pescamos.
Tampoco digo que yo tenga razón, claro.